Clarín

PASIONES ARGENTINAS

La compasión, esa profesión que no se enseña

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Andan en silencio, sin hacer ni el más mínimo ruido, calzadas con los zuecos de goma agujereado­s que reemplazan a los proverbial­es mocasines blancos que supieron lucir en otros tiempos. Así van, incansable­s, desandando corredores, mañana, tarde, noche; a la madrugada, al amanecer; subiendo y bajando escaleras, ayudando a inválidos, higienizan­do ancianos, atendiendo con paciencia infinita a chicos a los que el cáncer obligó a dejar atrás la infancia, para crecer de golpe entre quimios, sueros y cabecitas desnudas; acunando bebés ajenos, ayudando a madres de otros, enjugando penas de extraños que se volverán cercanos por un ratito, consolando a padres huérfanos de hijos, poniendo un vendaje por acá, un calmante por allá, tomando la temperatur­a en la habitación de más allá. Con una sonrisa, invariable y comprensiv­amente, escucharán quejas y reclamos, pedidos coherentes o insólitos, recomendac­iones reiteradas diez veces por familiares ansiosos, solicitude­s amables o destemplad­as de pacientes impaciente­s, o razonablem­ente angustiado­s. No habrá para ellas, ni para ellos -aunque menos, hay también varones enrolados en esta nobilísima vocación- sábados, domingos o feriados; dará lo mismo que sea Navidad, Año Nuevo o 1° de Mayo. Tampoco habrá cansancio que valga a la hora de encarar la tarea: en guardias o turnos rotativos, siempre estarán, al pie de la cama en que alguien requiera de sus cuidados y sus destrezas.

Ellos, enfermeras y enfermeros, saben que aunque los pacientes quizás no retengan sus nombres, jamás olvidarán el amor con que sus manos los trataron.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina