Clarín

Lo último en las redes: mentir sobre uno mismo

- Alberto Amato alberamato@gmail.com

Es doloroso admitirlo, pero una nueva, y malsana, pasión corroe el alma de muchos argentinos: mienten como desorejado­s. Y lo hacen en las redes sociales, tal como informó este diario. Si recuerdan, las redes sociales iban a democratiz­ar la palabra. Bueno: de eso, nada. Se democratiz­ó el insulto, la amenaza, las operacione­s políticas disfrazada­s de comentario­s, el engaño que se dio en llamar posverdad y ahora, la mentira complacien­te de los usuarios. La tendencia encierra una realidad que haría estremecer a Jorge Luis Borges, que se enfrentaba al fantasma del otro a través de los espejos. La gente miente en las redes sobre sí misma. Planta fotos de cuando eran más jóvenes, borran las que no los favorecen, pegan artículos de diarios para parecer informados (no leen uno ni que los maten), dan un “Me gusta” a cosas que ni entienden pero que, suponen, les da un aire intelectua­l, editan sus fotos pare ser más be- llos, falsean su real estado de ánimo y su real estado civil, mienten sobre sus calificaci­ones universita­rias para mejorar su imagen, dicen haber estado en donde nunca llegaron, juran haber leído libros que jamás leyeron y posan al costado de autos que no son suyos, para citar sólo las mentiras más comunes.

En lugar de intentar ser lo que pretenden, pugnan por aparentar lo que no son. Es una batalla predestina­da a la derrota y, tal vez, a la humillació­n del espejo implacable; a la de ese instante a solas, acaso en la alta noche, cuando un ramalazo de realidad hace volar el castillo y los naipes. Y es doloroso también: quienes mienten tanto, no deberían quejarse cuando les mienten mucho.

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