Clarín

El enigma, el negocio negro y el arte callejero

El documental sigue el derrotero de “La rata de la calle Haight”, obra de Banksy, que de estar en una pared callejera de San Francisco pasó a exhibirse en Miami. Las preguntas del arte temporal.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Banksy es un artista callejero, que interviene en ciudades de todo el mundo, de un lado a otro del Océano Atlántico. Nadie conoce su identidad, no sabe si el artista es hombre o mujer, aunque ahora el rumor es que es Robert del Naja, el líder de la banda Massive Attack. El documental Saving

Banksy no lo dice, pero se supone que es británico, que nació en Bristol, en 1975. Que no actúa solo es algo que sí se narra en este filme de Colin M. Day.

Banksy, que combina graffitis con trabajos con stencils, es central en esta película, pero también muchas cuestiones que rodean al Street Art, al negocio que se montó a su alrededor, a la propiedad privada, a los derechos de autoría. En fin, que el documental salpica para todos lados.

Ben Aine es un artista callejero como Banksy, y uno de los pocos que lo conoce. De hecho, estuvo en Palestina años atrás pintando con él algunas de sus obras más reconocida­s, por lo que sus testimonio­s, que irán recorriend­o todo el metraje, son más que bienvenido­s. En 2005 pintó varias obras en el muro divisorio de Palestina -una grúa llevándose a un tanque sobre ruinas causadas por bombardeos, un hombre arrojando un ramo de flores, o la icónica El cacheo, en la que una niña revisa a un soldado de la fuerza e ocupación israelí-. Al lado de las obras se pueden ver los orificios de las balas en Cisjordani­a.

Pero otro hecho que se cruza es la apropiació­n y venta de las obras de Banksy, quien pinta en paredes o murales .a veces previament­e hace preguntar a los dueños si le permitiría­n pintarlas, y en algún caso les abona unos 50 dólares-. En particular, una rata –empezó, precisamen­te, con muchas ratas en las calles de Bristol- que pintó en su visita a la Costa Oeste de los Estados Unidos, en San Francisco, en abril de 2010. Cada mañana la ciudad despertaba con una nueva pintura.

Hay quienes consideran vándalos a los artistas callejeros, y los acusan de quebrar la ley. En Los Angeles, por ejemplo, pintar graffitti está penado

con 8 años de cárcel. En San Francisco los propietari­os de paredes intervenid­as debían abonar un impuesto si no los tapaban y pintaban de nuevo.

“El próximo Andy Warhol”, como se lo menciona, el /la artista que tiene estrategia­s para que no los atrapen cuando pintan, ha dicho: “La gente que gobierna nuestras ciudades no entiende los graffitti porque no que creen que nada tenga el derecho a existir a menos que dé ganancias”. Bueno, de eso se trata. Porque como muchos de sus graffi- tti no duran más de 48 horas –hay gente que los pintarraje­a por arriba-, hubo un hombre, Brian Greif, que se propuso “salvar” una pieza y su deseo era llevarla a un museo.

Pero no conseguía ninguno que quisiera hacerse cargo de albergar “esa pintura”, en Red Vic, la de una rata. La rata es una de las imágenes más icónicas de Banksy, “un ejército de ratas descaradas horribles y apestosas”, según quién las mire.

Y la pintura, conocida en el ambiente como La rata de la calle Haight, que tomó mucho dinero preservar, desde sacarla de su lugar hasta ponerla a resguardo, estuvo en Art Miami, donde Stephan Keszler se encargó de montar una exposición con muchas obras de Banksy. Y venderlas.

El artista no vio un dólar, pero sus obras pueden venderse en… un millón de dólares. Slave Labour, en la que se ve a un niño arrodillad­o cosiendo una bandera británica, se vendió en US$1.100.00

“Puedes colgar 120 kilos en tu apartament­o, pero no un muro de concreto de 1.600 kg”, se ufana Keszler.

“No podemos cambiar el mundo hasta que colapse el capitalism­o mientras tanto todos deberíamos ir de compras como un consuelo”. Firmado: Banksy.

Lo que lleva a preguntarn­os si conservar cosas que se hicieron en la calle está bien. ¿Es correcto buscarles un hogar? ¿Preservarl­as, si es arte temporal?

“Es como ver un ciervo en el bosque -dice un graffitero-. Es genial, pero cuando ves la cabeza de un ciervo en la pared, no es tan genial…”

Y, no.

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La rata. La pintura icónica de Banksy, el artista callejero del que muy pocos conocen su identidad, con la boina del Che.

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