Clarín

El adiós a una luchadora

Perdió a toda su familia en los campos nazis. Ex ministra de Salud, europeísta convencida, tenía 89 años.

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Murió a los 89 años. Sobrevivió al Holocausto y fue la impulsora del aborto legal en Francia.

“Tu eres demasiado bella para morir”, le dijo una de las mujeres Kapo del campo de concentrac­ión nazi de Auschwitz. Sólo tenía 16 años. La trasladó junto a su madre y su hermana a otro campo, con el número 78651 tatuado en el brazo, y otro nombre, Sarah. Hoy Simone Veil, ícono del humanismo, sobrevivie­nte de la Shoá, ex ministra de Salud francesa que legalizó el aborto, ministra de Asuntos Sociales que llegaba a su

trabajo en un Fiat 600, ha muerto en París. Nadie olvidará sus ojos celestes intensos, su determinac­ión de un general en guerra y su cólera, brutal e inesperada.

“Usted sabe, a pesar de mi destino difícil, sigo siendo optimista. La vida me ha enseñado que con el tiempo, el progreso lo lleva todo. Es largo, es lento, pero en definitiva, tengo confianza”, dijo en 1995, durante un viaje a Beirut como ministra de Edouard Balladur.

Batallador­a, con esa mirada imponente, pro europea convencida, adorada por los franceses y respetada en el mundo, su última salida pública fue saludar a los manifestan­tes que demostraba­n contra el Movimiento Matrimonio para Todos, que se oponían a las uniones gays en Francia.

“Yo creo que siempre sirve para alguna cosa combatir. Me reprochan ser autoritari­a. Pero yo lamento no haber combatido sobre tal o cuál cuestión”, admitió.

Simone Veil provenía de una familia burguesa judía de Niza, donde la religión no era importante. No eran practicant­es. Su madre era una mujer excepciona­l y su papá, André Jacob, un arquitecto brillante. Era la menor de cuatro hermanos.

Cuando terminaba el secundario, en marzo de 1944, tres meses antes del desembarco aliado en Normandía, fue detenida por los alemanes con su madre, su hermana Milou y su hermano Jean. Las tres mujeres fueron deportadas al campo de

Auschwitz. Su padre y hermanos a Estonia y no volvieron jamás. En enero de 1945 ellas fueron trasladada­s a Bergen Belson. Su madre muere de tifus. La guerra termina. Murieron su padre y sus hermanos en los campos.

Simone comienza a estudiar Ciencias Políticas y encuentra a Antoine Veil, un hombre burgués, que no permite que ella sea abogada. Será magistrada. Pero la determinac­ión de Simone cambiará al macho Antoine, tras tres hijos, cuando es reparada por el presidente Valerie Giscard D’Estaing. La nombró ministra de Salud. Y cumple con la promesa presidenci­al: despenaliz­ar el aborto, que le cuesta los peores insultos antisemita­s.

En los años 1970 y 1980 comienza a definirse la Europa de pos guerra. Ella decide participar en el ideal europeo con la misma convicción. En 1979 se convierte en la presidente del primer Parlamento europeo.

Cuando el SIDA estalla, discreta, trabaja como voluntaria en un hospital durante la noche. Poco a poco se aleja de la vida pública pero preside la Fundación para la memoria de la Shoá. Falleció a los 89 años, ayer a la mañana. Era una heroína francesa.

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DPA Figura. Simone Veil, ícono del feminismo, en una imagen de 2010.

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