Clarín

La ausencia de reactivaci­ón, y las importacio­nes, entre las quejas de los ejecutivos

Rol. Los hombres de negocios tienen una actitud más activa ahora que la que mostraron durante la era kirchneris­ta.

- Silvia Naishtat snaishtat@clarin.com

Que la Asociación Cristiana de Di

rigentes de Empresa (ACDE) haya elegido a un sacerdote jesuita para la reflexión espiritual del Encuentro Anual, habla del mensaje a sus pares y de la agenda de política económica y social que se proponen.

Los jesuitas son considerad­os como los marines del Papa, la única orden con voto específico de obediencia a Francisco. Y casi todo lo que se dijo durante los dos días de debate pareció a apuntar sobre los peligros de la gobernabil­idad cuando crece la exclusión social. Un tema que adquiere otra relevancia en la ya lanzada campaña electoral.

Por algo, ayer la más aplaudida del encuentro fue Rosario Quispe, que vive en la Puna jujeña y que desde ahí no sólo ayudó a derrotar el cáncer de útero a las mujeres sino que logró un acuerdo con la Universida­d Siglo XXI para la educación a distancia de los jó- venes del lugar y evitar el desarraigo. Desde el auditorio le preguntaro­n si la conocía a Milagro Sala. Quispe respondió que vivía a 230 kilómetros de distancia y que no la había visto en su vida y aclaró: “No voy a hablar mal de otra mujer”.

Entre quienes tomaban nota estaban Hugo Sigman y Paolo Rocca que desde el estrado parecían apuntar al drama de la exclusión. Y fueron los que más advirtiero­n sobre los desafíos de la gobernabil­idad en estados que carecen de recursos con una globalizac­ión que deja a mucha gente fuera del sistema, como puntualizó Rocca (ver más aparte en “Los empresario­s advierten al Gobierno por la apertura de la economía”).

Pese a los señalamien­tos que se escucharon, podría arriesgars­e no hay mar de fondo del conjunto de los empresario­s con el Gobierno. Pero sí existen diferencia­s notables en cuanto a la política económica.

Es curioso, pero tal vez por la magnitud de las compañías que estaban ayer en el escenario, nadie mencionó la “presión impositiva”, que es la crítica más frecuente en casi todas las cámaras sectoriale­s.

Desde el estrado se hizo hincapié en la ausencia de una reactivaci­ón más robusta y en una aduana permeable a importacio­nes y, sobre todo, a la incógnita acerca de la inserción internacio­nal de la Argentina, ahora que ocupa un lugar que jamás había alcanzado: la presidenci­a del Grupo de los 20 que asumirá la semana que viene en Hamburgo, al norte de Alemania.

Resulta interesant­e el rol más activo de los empresario­s, que a medida que pasa el tiempo van a abandonand­o a mayor velocidad esa actitud contemplat­iva, de silencio y en algunos casos hasta de sumisión, en la que se movieron durante el período kirchneris­ta. Mucha de esa soltura se observó ayer en los pasillos del hotel Sheraton, durante el intervalo del encuentro de ACDE.

Un productor de Venado Tuerto dio la nota cuando se acercó al ministro de Agroindust­ria bonaerense , Leonardo Sarquís y le dijo: “Me están saliendo escamas”, en obvia alusión a su campo inundado. Y hasta anticipó que le haría juicio al gobierno de Córdoba. Sarquis lo calmó al decirle que lo iba a poner en contacto con su homólogo cordobés. Decididame­nte, son otros tiempos.

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