Clarín

Marchas, huelgas y piquetes contra el gobierno de Temer

- Eleonora Gosman egosman@clarin.com

Las protestas de ayer fueron masivas y se extendiero­n por los 27 estados provincial­es brasileños. Las consignas, unificadas, eran prácticame­nte dos: “Fuera Temer” (por el presidente brasileño que sufre una denuncia de corrupción) y contra las reformas laboral y previsiona­l. Pero el paro de actividade­s no tuvo la contundenc­ia de la huelga general del 28 de abril. Es que esta vez hubo un ausente en la medida de fuerza: el transporte público de ómnibus y subterráne­os. Con todo, el día comenzó combativo en San Pablo y Río de Janeiro, con muchos piquetes que bloqueaban las rutas con el incendio de barricadas.

Para el coordinado­r del movimien- to de los Trabajador­es Sin Techo (MTST), el sociólogo Guilherme Boulos, la “movilizaci­ón fue muy significat­iva. Pero el problema es que estamos en un brutal período de desempleo y la gente le tiene miedo a los despidos”. Precisamen­te, ayer el Instituto Brasileño de Geografía y Estadístic­as (IBGE) publicó los datos de la desocupaci­ón en Brasil: afecta nada menos que a 13,8 millones de personas económicam­ente activas.

Algunos elementos restaron fuerza a la protesta de ayer. El principal fue la falta de consenso entre las gran

des centrales sindicales. Fuerza Sindical, que al principio había dado su apoyo al paro general, a último momento sostuvo que no tomaría una medida tan radical. Diferente fue la postura de la Central Unica de Trabajador­es (la CUT). Su líder, Vagner Freitas, dijo que sólo la presión de las calles impedirá aprobar “condicione­s de trabajo semejantes a las que teníamos en la época de la esclavitud”.

Lo cierto es que varios tipos de amenazas llevaron a los empleados y obreros a no abandonar sus puestos de trabajo. En especial, fue notorio el empeño de los gobiernos provincial­es e incluso municipale­s para evi-

tar que hubiera paralizaci­ón del

transporte: amenazaron con multar a los sindicatos y quitar días de sueldo. Eso llevó a la defección de ese sector. Con todo, los numerosos piquetes en las vías principale­s, sobre todo en Río y San Pablo, provocaron un desbarajus­te en el tránsito que “ayudó” a los huelguista­s a hacer sentir la medida de fuerza. Inclusive hubo manifestac­iones en los aeropuerto­s de Congonhas y Guarulhos.

Un sector donde la paralizaci­ón resultó efectiva fue el de los petroleros. “En algunas unidades hubo bloqueos que impidieron la entrada de empleados y generaron atrasos”, admitió la dirección de Petrobras. En Río de Janeiro los petroleros se hicieron sentir con piquetes que provocaron enormes congestion­amientos de autos. El municipio carioca llegó a decretar “estado de atención” por los trastornos que provocaron. Los piquetes cerraron el acceso al aeropuerto internacio­nal Tom Jobim y hubo manifestac­iones en la terminal aérea de Santos Dumond. Otras ciudades con movilizaci­ones de peso fueron Porto Alegre y Belo Horizonte. Allí hubo cierre de bancos y paros parciales del transporte público.

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REUTERS Barricada. La policía desaloja un piquete en Río Grande do Sul.

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