“Ya es momento de reconocer como italianos a los hijos de los inmigrantes”
El premier sostiene que la inclusión y el diálogo son las claves para contener el supuesto riesgo a la seguridad que plantea la inmigración.
sucesión de chicos nacidos y criados en Italia, que se sienten italianos pese a que no lo son de acuerdo con la ley. Su respuesta es muy clara respecto de quienes, como el partido de ultraderecha Liga Norte y el Movimiento Cinco Estrellas, de Beppe Grillo, están alineándose en contra de la disposición que introduce el principio del ius soli (derecho del suelo).
El jefe de gobierno, invitado días atrás a la Repubblica delle idee (República de las ideas) en Bolonia, le contesta a la CGIL, la central sindical más importante de Italia, que poco antes había protestado por la reaparición de los bonos de trabajo (“el que piensa que debimos dejar el trabajo temporario en negro está errado”, dice) y critica con firmeza “el enésimo viernes negro” provocado por una reciente huelga de transportes en su país. Reitera que permanecerá en su cargo mientras el Parlamento lo decida (“mi gobierno es frágil pero mi programa es robusto; están dadas las con- “Estos chicos son italianos; reconocerlo es un acto obligado de civilidad”. En el Salón del Alcalde, que integra el palacio Rey Enzo, el primer ministro italiano Paolo Gentiloni acaba de asistir a la proyección del video publicado en la edición online de La Repubblica que muestra una
A un año del Brexit mi impresión es que la confianza y la esperanza hacia una Europa unida han crecido con fuerza”.
diciones para llegar al término de la legislatura”, admite) y que no tiene intención de quedarse en el palacio de gobierno después de las próximas elecciones. En el ámbito de la economía, Gentiloni prepara una ley presupuestaria con esperanza de bajar las tasas y espera que la centroizquierda gane, si es necesario mediante una alianza a través del diálogo con otras fuerzas: “No me gusta la izquierda de Corbyn o de Sanders que pierde”, proclama en el diálogo con La Repubblica. La mayoría propuso la ley sobre ciudadanía para los hijos de extranjeros nacidos o criados en Italia, con abierta oposición de la Liga y del Movimiento Cinco Estrellas. ¿Piensa que esta reforma llegará a buen puerto? Ha llegado el momento de considerar a estos chicos como ciudadanos italianos a todos los efectos; se lo debemos, es un acto obligado de civilidad, y espero que el Parlamento lo haga muy rápido, en las próximas semanas. Hay una
parte de la opinión pública que mira con desconfianza esta disposición. Quiero decirles a ellos que convirtiéndose en ciudadanos italianos adquieren derechos, pero también los deberes ligados a la ciudadanía. Estamos hablando de la posibilidad de permitir que estos chicos no solo se sientan italianos sino de serlo a todos los efectos, de aprender nuestro idioma, compartir nuestras leyes. Esto no significa subvalorar la importancia de nuestra cultura y nuestra identidad. Ante quien agita el espectro de las amenazas a nuestra seguridad, digo que la única clave para contener tales amenazas y reducir los peligros no es la exclusión, sino el diálogo y la inclusión. Por eso debemos avanzar y conceder este derecho a quien lo merece de modo tan evidente.
A propósito de integración y de muros a derri- bar, hace dos semanas murió Helmut Kohl, que reconstruyó Alemania después de la caída del muro de Berlín. ¿Deberemos volver a arrancar a partir de su esfuerzo europeísta?
Sin duda la figura de Kohl, aun cuando haya sido controvertida al principio de su mandato, se mantendrá firme en la historia del siglo XX. Yo pertenezco a una generación que consideraba el Muro de Berlín como un hecho de la realidad; hubiera sido difícil para mí en los años 70 y 80 imaginar que se superaría la división de Alemania. Todo esto ha cambiado y ha sido fundamental tanto para Alemania como para Europa. Desafortunadamente, la ilusión de que se pudiera llegar a una pacificación universal después de la caída del Muro ha disminuido: se produjeron los atentados del 11 de septiembre, la crisis económica, hoy el terrorismo internacional. ¿Pero qué queda de aquel mundo? Primero que nada, Europa. El proyecto de Kohl de una “Alemania europea y no de una Europa alemana” ha funcionado. A un año del referéndum sobre el Brexit mi impresion es que la confianza y la esperanza hacia una Europa unida han aumentado fuertemente y el tratado europeo nos permite estar en este mundo más difícil y peligroso.
En este mundo que se ha vuelto más complejo y lleno de desafíos hasta ha cambiado el aliado norteamericano. ¿El presidente Donald Trump es un individuo apto para hacer frente a tales complejidades?
Apto o no apto, Trump es el presidente estadounidense y Estados Unidos es nuestro principal interlocutor y aliado. Es así desde hace 70 años y es justo que siga siendo así. Recientemente participé en una interesante cumbre en Beijing, pero alrededor de aquella mesa había una extraña disociación entre los ideales de crecimiento y desarrollo económico y los ideales de democracia. Para nosotros estas dos cosas todavía están juntas. Sigo creyendo en un mundo en el que el crecimiento es importante pero no quiero renunciar a la democracia y la libertad. Estados Unidos continúa siendo Estados Unidos, cualquiera sea el presidente. Claro, nosotros sostenemos con fuerza nuestras ideas y le decimos a Trump que sería un error volver atrás respecto de, por ejemplo, el histórico acuerdo con Cuba que llevó a cabo su predecesor, Barack Obama. O imaginar separarse del acuerdo de París sobre el clima.
¿No teme que con las próximas elecciones Italia se transforme en una nueva España, sin un gobierno estable y con el Ejecutivo renunciante obligado a permanecer en el cargo?
En principio, debemos trabajar para que se forme una mayoría estable y de centroizquierda. La ley electoral es fundamental, pero si damos una perspectiva ganadora podemos ganar. El triunfo de Emmanuel Macron en Francia, con sus dimensiones tan relevantes, ha sido un hecho increíble.
¿Por qué?
Su propuesta es radicalmente innovadora y destrozó a los partidos tradicionales. En Alemania en cambio se presenta una confrontación entre las fuerzas tradicionales. ¿En qué dirección va la historia? ¿En la de la ruptura de los partidos históricos o hacia su confirmación? El Partido Democrático (PD) ha buscado evitar la ruptura renovando su forma política. Tras lo cual todos tenemos que lidiar con un problema de gran dimensión como lo es el hecho de que nuestros fundamentos ideales, sociales y culturales no siempre coinciden y no siempre son compartidos por la parte más pobre de la sociedad, más en dificultades, que se siente más excluida y busca respuestas en los vendedores de miedo o de ilusiones. A mí no me gusta la izquierda de los buenos perdedores, como (el estadounidense) Bernie Sanders y (el británico) Jeremy Corbyn. Preferiría una izquierda, una centroizquierda vencedora.
¿Por lo tanto piensa poder quedarse en el palacio de gobierno o no?
No.
¿El PD puede afrontar las elecciones solo o debe reconstruir una coalición?
Digo que lo mejor es ganar; después veremos cuáles serán las reglas electorales y pienso que el esfuerzo de dialogar con diversas fuerzas y componentes hecho por el secretario Matteo Renzi demuestra que nos estamos planteando el problema de ganar. No soy indiferente a la posibilidad de que se creen estructuras de gobierno de centroizquierda, dicho lo cual me concentro ahora en otras cuestiones y procuro mantener el gobierno a reparo de todo tipo de tensión.
Finalmente, Europa habla de proceder con infracciones contra los países que rechazan la redistribución de los inmigrantes. ¿Cuál es su opinión sobre este tema? Y además, ¿cómo puede hacer el gobierno para mantener unidas la aceptación de los migrantes y las exigencias de seguridad?
Por un lado, soy consciente de la dificultad y lo delicado de este asunto; por el otro tengo confianza en los italianos. Debemos ayudarnos todos mutuamente, partidos, responsables del gobierno, alcaldes, autoridades locales, concejales, medios. Porque éste es un tema cuya distribución del miedo es muy extensa y puede encontrar fácil recepción, y no nos damos cuenta de las heridas que puede provocar en nuestro tejido social e inclusive en relación con estas comunidades extranjeras. Hace falta un esfuerzo mayor por parte de Europa. La decisión de procesar por infracciones a algunos países está bien, porque no podemos ser una Europa con rigores opuestos. Nadie tiene la varita mágica, pero entreveo una oportunidad para administrar el problema. Se puede pasar de flujos irregulares de migrantes administrados por los traficantes a flujos regulares administrados por los gobiernos, porque estos últimos están destinados a durar.
En los últimos dos años nuestro sistema bancario ha tenido problemas. ¿Su gobierno o el anterior cometieron errores?
Con los bancos es posible que haya habido errores. Pero creo que sobre esta cuestión es mejor hablar menos y trabajar más.
¿Un primer ministro tiene tiempo para leer? ¿Qué está leyendo ahora?
En el palacio de gobierno no hay tiempo para leer libros. Podría mentir; conozco títulos de libros en circulación. Pero siempre hay otra vida por delante y me gusta mucho leer.
No me gusta la izquierda de buenos perdedores como Sanders y Corbyn. Preferiría una izquierda vencedora”.