Vida de presos. Cómo pasan los días los dos curas y la monja acusados de abuso.
Un encierro entre femicidas, casi sin visitas y aferrados a la Biblia
Los abogados de los tres acusados se niegan a revelar quién les paga sus honorarios
En prisión, en un pabellón superpoblado de presos, con tobillera electrónica, con la Biblia como libro de cabecera y casi sin visitas pasa sus días el sacerdote Horacio Corbacho (56). De la misma manera vive su encierro la monja Kumiko Kosaka (45): Tanto uno como el otro están acusados por violaciones y corrupción de menores en el Instituto Antonio Próvolo de la provincia de Mendoza.
El otro sacerdote acusado, Nicola Corradi, de 83 años, recibió el beneficio de prisión domiciliaria en enero pasado por problemas de salud: tiene diabetes, hipertensión y un glaucoma. El cura, ahora suspendido en su actividad sacerdotal por el Arzobispado de Mendoza, es controlado por medio de una tobillera electrónica en su detención domiciliaria. Está en la casa de una pareja mayor que le ha dado albergue.
La Justicia sólo ha informado que la vivienda se encuentra en el Gran Mendoza. Por seguridad, la dirección se mantiene en secreto. “No puede salir de ese domicilio, a menos que tenga que ser trasladado al juzgado”, explicó el director del servicio penitenciario Eduardo Orellana.
Los otros tres detenidos son empleados administrativos: el celador Jorge Bordón, de 50 años; el monaguillo José Luis Ojeda, de 41; y el jardinero Armando Gómez, de 46.
El otro cura, Corbacho, sigue preso en el penal de Boulogne Sur Mer, en la ciudad de Mendoza. Comparte celda con dos presos comunes en el pabellón 5 que alberga a violadores y femicidas. Muchos de ellos fueron noticias por asesinatos de género. Allí, los presos están hacinados y desde hace varios días realizan protestas por la sobrepoblación y la demora en la resolución de causas.
Hay lugar para 124 internos y los alojados suman más de 210. Sin embargo, el cura Corbacho no es un pre-
so que cause problemas. “Es tranquilo, no tiene mucho trato con el resto de los internos y pasa muchas horas rezando y leyendo la Biblia”, comentan en el penal. El dato novedoso es que Corbacho es asistido por un terapeuta privado. Fue una gestión de los enviados del Vaticano –dos curas que viajaron de Córdoba a Mendozay que se pusieran a investigar la causa bajo el derecho canónico.
La monja Kumiko abandonó su hábito a penas ingresó a la cárcel. Parece una mujer más. Viste jogging y comparte pabellón con 17 presas en el recién inaugurado penal de Agua de las Avispas. Funciona en el predio del complejo Almafuerte, en Cacheuta, en la precordillera y a 30 kilómetros de la capital mendocina. Las internas allí derivadas nunca habían pasado por un penal.
Los tres religiosos han realizado “votos de pobreza” y es un enigma
quién le paga a sus abogados. Corradi tiene recursos económicos propios, recibe una pensión de Italia y en el allanamiento a su habitación se encontraron 550 mil pesos en efectivo, que le fueron devueltos porque el dinero “provenía de sus ahorros”, según el fiscal. De todos modos, la querella cree que los gastos de la defensa de los curas es cubierta por la Iglesia argentina. El abogado de los curas, Pablo Kletzl, dijo que no piensa contar a la prensa quién lo contrató. Su buffet aparece vinculado en otras causas civiles en representación de los intereses de la Iglesia.