Clarín

Los “invisibles”: en el país hay más de 56.000 chicos sin DNI

Es según cifras del Ministerio de Salud bonaerense, y el porcentaje supera la media nacional. Esto les trae problemas a los menores para recibir asistencia en los centros de salud y también para que sus padres los puedan inscribir en la escuela.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

Sólo en la Provincia, uno de cada 21 recién nacidos queda sin anotar. Es por partos domiciliar­ios o porque sus padres son menores indocument­ados. Esto genera problemas para atender a los chicos en hospitales y mandarlos a la escuela.

Del hospital la mandaron al Registro Civil. Y del registro al hospital. Una y otra vez. Que falta un papel, un sello, una firma. No le pasó con una nena, sino con dos. Anabella Olmos (23) es mamá de Xiomara (3) y Amalia (1). Ella le cuenta a Clarín que intentó ano- tarlas pero que, por haberlas tenido en su casa, se le complicó. Por eso, viven como NN. “Para el Estado mis hijas son invisibles, no tienen derechos. Hice todo para darles su DNI y no lo logré, me genera mucha impotencia”, comparte Olmos. En la misma situación se calcula que viven 56.649 chicos de hasta 13 años (el 0,6%), según datos de 2016 del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA y el Renaper. Hasta el año de vida, el porcentaje es mayor: alcanza al 3,8%. Al cruzar cifras de nacimiento­s y niños registrado­s en la Provincia, surge que en este territorio hay un niño indocument­ado cada 21 nacimiento­s. Más de 13 mil por año (4,7%). La ONG Iadepp, que asiste a personas sin documento, alertó sobre este problema en base a cifras oficiales, del Ministerio de Salud bonaerense. Durante 2016 nacieron 271.496 personas. Sin embargo, en los registros de la Provincia figuran 234.997. En 2015, hubo 286.849 nacimiento­s, pero sólo 251.042 fueron anotados allí. “Si vamos unos años más atrás, pasa lo mismo. Si bien en algunos de estos casos los chicos terminan inscriptos

en Capital (cuando las madres tratadas en Provincia tienen su parto en la Ciudad), por lo menos un tercio de estos niños no quedan registrado­s y se transforma­n en nuevos indocument­ados”, explica Jorge Álvarez, de Iadepp.

La inscripció­n de los chicos debe hacerse antes de los 40 días de vida. Sin embargo, no siempre el trámite se concreta a término. Hasta los 12, por un decreto que se renueva año a año, los padres pueden (o deberían poder) anotar a sus hijos sin necesidad de judicializ­ar los casos. Pero el procedimie­nto, que se supone que es sencillo, puede tornarse complejo. Los afectados por las “fallas” y la burocracia estatal suelen pertenecer a

los sectores más vulnerable­s, “ese es el denominado­r común de los indocument­ados”, señala Álvarez.

Una de las trabas puede ocasionars­e tras un parto domiciliar­io. Anabella lo vivió en carne propia: “Con Xiomara empecé a tener contraccio­nes una mañana a las 7 y nació a las 7.10. No me dio tiempo de llegar al hospital”, cuenta la mujer. Cuando se acercó al registro para anotarla le informaron que le faltaban algunos papeles. “Me dijeron que tenía que pedir en el hospital el certificad­o de edad y sexo del menor y el de puerperio mío. En el hospital respondier­on que no

me podían dar uno de esos certificad­os y me volvieron a mandar al registro. En el registro me sugirieron que lo pidiera en pediatría,pero en ese área del hospital recibí otro no. Y me mandaron de nuevo al registro”, suma. Las idas y vueltas siguieron. El último freno, según Anabella, lo puso la directora del Hospital Mercante, de José C. Paz. “Me faltaba su firma pero se negó”, recuerda.

Con Amalia, la más chica, tampoco llegó al hospital. “No conseguimo­s que la ambulancia entrara a mi barrio (Sagrada Familia de José C. Paz). Después de nacer en casa, me lleva- ron al hospital de Moreno, donde me dieron una constancia de parto. Con eso fui al registro y, de nuevo, me dijeron que me faltaba el certificad­o de edad y sexo y el de puerperio. En el hospital sólo conseguí uno de los papeles”, resume Anabella que se lamenta porque “por no tener DNI, a las nenas no las aceptan en ninguna guardería”. “La más grande tiene que

empezar el jardín. No sé cómo voy a hacer. A la más chica le faltan vacunas que en la salita no le dan porque

no tiene documento. Hay solo una enfermera que me hace el favor pero no está siempre. Tampoco reciben la Asignación Universal por Hijo”, resalta.

Ariadna Ramírez (29) escucha a Anabella y asiente con la cabeza. A ella, que vive en Ricardo Rojas, Tigre, le pasa lo mismo con su hijo Franco (12), otro niño indocument­ado. La situación también se vuelve difícil con Alexander (7), que si bien cuenta con un número de documento, se quedó sin su DNI y ahora tiene dificultad­es para que se lo renueven porque las copias de los originales que le piden están en mal estado. Cuenta que a Franco no lo pudo anotar porque, cuando nació, ella era menor e indocument­ada (recién tuvo DNI a los 21) y que a Alexander lo inscribió su papá. “Por NN, Franco todavía no empezó el secundario.

Recién la semana pasada lo aceptaron y ´de favor´ pero ya perdió meses de clase porque no se querían hacer cargo de un nene que, en los papeles, no existe”, resume su mamá. Franco se suma a la charla: dice que le gustaría tener su documento “para estudiar y conseguir un buen trabajo de grande”.

Los partos domiciliar­ios y la burocracia suelen ser algunas de las trabas para concretar el trámite.

 ?? LUCÍA MERLE ?? En espera. Franco (12), Alexander (7), Amalia (1) y Xiomara (3), con sus mamás. Ninguno tiene DNI.
LUCÍA MERLE En espera. Franco (12), Alexander (7), Amalia (1) y Xiomara (3), con sus mamás. Ninguno tiene DNI.
 ?? LUCÍA MERLE ?? A la espera de la identidad. Franco (12) con Amalia a upa (1), junto con Xiomara (3) y Alexander (7). A todos ellos los une el mismo problema, la falta del DNI con su nombre.
LUCÍA MERLE A la espera de la identidad. Franco (12) con Amalia a upa (1), junto con Xiomara (3) y Alexander (7). A todos ellos los une el mismo problema, la falta del DNI con su nombre.
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