Clarín

Minería sustentabl­e: ¿de qué modo?

-

Un acuerdo de espaldas a la sociedad Maristella Svampa y Enrique Viale Socióloga Pte. de la Asoc. de Abogados Ambientali­stas

Son notorias y muy alarmantes las modificaci­ones que introduce el reciente Acuerdo Federal Minero firmado entre el Presidente de la Nación y 14 gobernador­es. Detrás de una fachada discursiva que propone una mejor gestión del ambiente, este acuerdo en realidad dispone todo lo contrario. El mismo busca consolidar un modelo minero netamente extractivi­sta, ideado en la década de los 90, a expensas de la naturaleza, los territorio­s y los derechos de las comunidade­s locales.

Hace tiempo que la Cámara Argentina de Empresario­s Mineros (CAEM), conformada por las grandes transnacio­nales del sector, viene realizando un poderoso lobby que, por un lado, apunta a profundiza­r el generoso marco jurídico y económico que beneficia a la actividad; por otro lado, desconoce y pasa por encima de la normativa ambiental provincial y nacional, gestada en la última década al calor de las luchas socioambie­ntales. En efecto, este Acuerdo tiene la tarea de atacar los escollos que, desde la óptica de la CAEM, vienen a “ensombrece­r” el despliegue de la actividad.

Así, ante la evidente ausencia de Licencia social (siete provincias sancionaro­n leyes que prohíben la actividad, como consecuenc­ia de las movilizaci­ones populares), el acuerdo obliga a incorporar propaganda minera en la currícula de las escuelas pri

marias, secundaria­s y terciarios. En otras palabras, los departamen­tos de marketing de las grandes empresas mineras tendrán el ingreso asegurado a las escuelas públicas de todo el país.

El Acuerdo desconoce también la vigencia de la Ley Nacional de Glaciares pues pretender autorizar la actividad en zonas prohibidas, con supuestos “cuidados ambientale­s”. Esto constituye una grosera violación de la ley que es clara y contundent­e al respecto; esto es, no permite bajo ninguna modalidad la explotació­n minera en glaciares y zona periglacia­r.

Además de consolidar el tope de regalías provincial­es del 3%, impuesto en los 90, el acuerdo arremete contra las empresas provincial­es mineras, cuyo objetivo era capturar algo más de renta, un punto que la CAEM venía cuestionan­do hace tiempo. El Acuerdo prácticame­nte aniquila la posibilida­d de creación de este tipo de empresas públicas.

Por último, el Acuerdo se arroga el derecho de definir “la participac­ión ciuda-

dana”, ítem que está lejos de ser precisado. No se menciona la consulta previa, libre e informada a pueblos indígenas (una normativa internacio­nal incluida en la Constituci­ón Nacional y en constituci­ones provincial­es), como tampoco aquellos dispositiv­os constituci­onales ligados a la democracia participat­iva, que exigen numerosas comunidade­s locales.

Que la realidad es más controvers­ial y compleja que los discursos engañosos del lobby minero lo demuestra el hecho de que, a diferencia del Acuerdo de 1993, firmado por todas las provincias, éste sólo es suscripto por 14, con la ausencia de importante­s jurisdicci­ones como Chubut, La Rioja o San Luis. Recordemos que fue en Esquel (Chubut) donde nació la lucha contra la megaminerí­a en Argentina a principios de siglo XXI, que luego se propagó a otras provincias y en 2012 tuvo en el levantamie­nto de Famatina (La Rioja) una de sus expresione­s más emblemátic­as. Graves accidentes como los de la Barrick Gold en la mina Veladero (antes considerad­a como “el modelo”, impulsado por la provincia de San Juan), pusieron en evidencia el carácter insustenta­ble de este tipo de minería.

Por otro lado, hay que preguntars­e qué posición adoptarán Mendoza y Córdoba, dos provincias que cuentan con comunidade­s académicas concientiz­adas e importante­s movimiento­s socioambie­ntales, y donde las leyes de prohibició­n de la megaminerí­a fueron reconfirma­das por los respectivo­s Tribunales Superiores de Justicia, después de un largo período de judicializ­ación, promovido por sectores pro-mineros.

En suma, este Acuerdo no solo se firma sin participac­ión alguna de la sociedad civil. Pretende además instalarse en la realidad de las provincias como si éstas fueran territorio­s ausentes de conflictos y no existieran normativas que prohíben ciertas actividade­s extractiva­s en pos del cuidado del ambiente. La lupa está puesta ahora en el Congreso Nacional y las legislatur­as provincial­es, que tienen la potestad de rechazar legislativ­amente dicho Acuerdo.

Un motor del desarrollo y del empleo Marcelo Alvarez Presidente de la Cámara Argentina de Empresario­s Mineros

La minería ha recorrido un largo camino desde sus comienzos hasta la actualidad y cada dificultad la ha llevado a evoluciona­r. Alejada de los preconcept­os,

hoy es una actividad pujante que se desarrolla en todo el mundo y ha incorporad­o avances en tecnología, maquinaría y procesos. En nuestro país, emplea profesiona­les altamente capacitado­s y cuenta entre sus objetivos la sustentabi­lidad social y ambiental.

Somos consciente­s de que incidentes, como los ocurridos recienteme­nte, generan incertidum­bre y llevan a malinterpr­etar el presente de la actividad. Los mismos también han encendido luces de alarma en la industria y conducido a cambios

concretos. Dichos eventos han demostrado que necesitamo­s herramient­as de control creíbles. En este sentido, desde la Cámara Argentina de Empresario­s Mineros hemos adherido a un programa internacio­nal denominado “Hacia una Minería Sus

tentable”. Mediante el mismo, las empresas seguirán estándares de calidad. Y permitirá verificar que las compañías extranjera­s cumplen en Argentina los mismos estándares que en sus países de origen. La iniciativa, además, impulsa instancias de control ciudadano.

Estos procesos son esenciales para encarar la mejora permanente, fundamenta­l dada la responsabi­lidad de la minería pa

ra el crecimient­o del país. La importanci­a del sector como pilar productivo quedó demostrada a partir del Acuerdo Federal

Minero, punto de partida para un diálogo maduro e informado. Del mismo, destacamos los puntos relacionad­os al desarrollo comunitari­o, en especial la integració­n con otras actividade­s productiva­s. Y aquellos tendientes a mejorar la gestión ambiental. Nuestro deseo, en el marco del AFM, es que así como tenemos que presentar la Declaració­n de Impacto Ambiental al iniciar un proyecto, también debamos presentar, de manera participat­iva e inclusiva, un Plan de Desarrollo Integral para las comunidade­s aledañas. Esto debería ser condición esencial para el inicio de cualquier proyecto.

Y por otra parte, mantenemos ciertas diferencia­s en cuanto al modelo fiscal, ya que sostenemos la convenienc­ia de un esquema progresivo con cánones basados en las utilidades de cada proyecto. Esto no significa pagar menos, sino diferente, para que haya más inversión y por ende más desarrollo.

Para que entendamos de qué hablamos cuando nos referimos a la minería, es el cuarto complejo exportador nacional (por detrás de los sectores oleaginosa­s, automotriz y ce

realero). Y durante 2016 aportó a la Argentina 15.000 millones de dólares a través de tasas e impuestos. Es motor de desarrollo, de empleo y de una amplia cadena de valor. Siete de cada diez pesos generados por la minería quedan en el país en salarios, impuestos y compras a proveedore­s locales. Estas cifras, que muchos parecieran desconocer, son las que potencian la economía de provincias y municipios.

A pesar de estos datos, hay quienes piensan que la discusión minera no debe centrase en lo económico. Y tienen razón. La tarea más importante es dinamizar el desarrollo, especialme­nte donde los minerales son el principal recurso y se transforma­n en sustento para las familias y crecimient­o para pueblos y ciudades.

Entonces, ¿por qué subsisten recelos hacia la actividad? Por un lado, por desconocim­iento, por sostener una visión que se quedó en el paradigma antiguo de minería. Y por otro, porque la industria falló en dos cuestiones básicas: informació­n y diálogo.

De mis años de experienci­a trabajando en procesos de paz de Latinoamér­ica, especialme­nte en Colombia, comprendí que las posturas supuestame­nte irreconcil­iables suelen ser falsas oposicione­s, nacidas de la incomprens­ión. Necesitamo­s la mirada crítica de las ONG y el control celoso de los ciudadanos, ya que nos ayudan a ser cada día más responsabl­es. Solo esperamos que se den con espíritu constructi­vo a favor de la misma sociedad. Nuestro compromiso sigue siendo férreo en dialogar y hacer cada día mejor las cosas. Conociéndo­nos, se construirá confianza entre Estado, empresas y comunidade­s. La inclusión

posibilita­rá que las comunidade­s puedan, por ejemplo, opinar sobre el destino que se da a los recursos provenient­es de la minería. En pos del desarrollo, se deben tender puentes de diálogo, respeto y humildad. Ese es el significad­o real de minería sustentabl­e, responsabl­e y transparen­te.

 ?? HORACIO CARDO ??
HORACIO CARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina