Llegan más inmigrantes a Italia: crece la xenofobia y la ultraderecha
En los primeros 6 meses arribaron 83.860 migrantes, casi un 20% más que en ese período del año pasado. El rechazo creciente alimenta a partidos neofascistas.
El clima de crisis política que se hace candente en Italia está fuertemente alimentado por la entrada indiscriminada de inmigrantes. La península se ha convertido en el único canal por el cual los prófugos que provienen de las costas de Libia llegan en masa: 83.860 en los primeros seis meses del año, con un crecimiento de casi el 20% respecto a 2016. “La situación se hace insostenible”, reconoció el primer ministro Paolo Gentiloni al anunciar que Italia necesita la ayuda de los socios de la Unión Europea, reacios a recibir en sus territorios a los africanos y asiáticos que pululan en la itálica península buscando llegar como sea al próspero norte europeo. La situación impacta como una bomba en la vida nacional y el resultado es un crecimiento de las derechas, los actos de racismo e intolerancia y el paulatino hundimiento de las opciones de “sinistra”, que reclaman solidaridad y comprensión con los últimos.
Ayer, dos bombas molotov explotaron dentro de un hotel de Vorbano, en el norte, cuyo propietario había señalado su voluntad de aceptar a 35 inmigrantes cuya estadía paga el gobierno. “Todavía no firmamos ningún acuerdo con la prefectura”, informó el hotelero, que ya cambió de opinión sobre la acogida. Un dato confirmó que Italia “no da
más”. En dos días varios barcos desembarcaron 12 mil migrantes, el miércoles y jueves, en puertos del sur. El gobierno del primer ministro Paolo Gentiloni amenazó concretamente con un bloqueo: si no se encuen- tra una inmediata solución colectiva con la Unión Europea, se prohibirá el ingreso de naves con bandera extranjera a los puertos italianos.
“Hemos superado el límite de nuestra capacidad”, explicó dramáticamente en Bruselas el embajador italiano ante la Unión Europea. Todos los otros canales de entrada están cerrados o reciben gente desesperada con cuentagotas. Este año han entrado más de 83 mil prófugos a Italia, mientras que España y Grecia acep- taron un décimo de esa cifra. Los países del norte han blindado sus fronteras. A este ritmo, a fines de este año se superará el récord con más de 200 mil ingresos. Ventimiglia, última población italiana antes de Francia, está repleta de africanos que acampan entre las piedras junto al mar y tratan de entrar por las buenas o las malas. Hay grupos de voluntarios que los ayudan a pasar de noche caminando la frontera y entrar en Francia. Otros más ingenuos, tratan de pasar en tren: del otro lado espera la policía que los devuelve sin contemplaciones a Italia. Lo mismo ocurre en las otras fronteras.
En una semana han llegado 17 mil desesperados a los muelles de los puertos de Sicilia, Calabria, Campania y Puglia. Ayer, 400 desembarcaron de una nave militar británica y entre ellos había 65 niños no acompañados en Reggio Calabria, que serán trasladados a otra ciudad, porque las grandes carpas en la ciudad cala- bresa albergan ya 120 chicos y hasta bebés solos. El año pasado, el sueño de llegar a Europa le costó la vida a más de 5.000 desesperados y en 2007 la cifra será parecida si no se logra controlar la situación.
La llegada continua de migrantes ha creado una situación tristemente paradójica en Italia. Los que arribaron antes no permiten que lleguen nuevos a los centros de acogida de refugiados. “Ya no damos más, somos demasiados y nos tratan como animales”, protestan en el campamento de prófugos de Reggio Calabria. Lo mismo ocurrió en el Veneto y en Lombardía, en el norte italiano.
Hoy hubo una reunión entre ministros del Interior de Alemania, Francia e Italia para tratar la situación. El jueves habrá una cumbre en Tallin, la capital de Estonia, que ejercita la presidencia semestral de la UE.
Las soluciones que circulan requieren tiempo y el pesimismo es difuso. En Italia, la hostilidad de la mayor parte de la población de 60 millones de habitantes hacia “negros” y “musulmanes”, como llaman a los inmigrantes, está peligrosamente favoreciendo a los que proclaman la necesidad de “soluciones fuertes”. Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, propone echarlos a todos. Michele Serra escribe en La Repubblica: “De Roma al Veneto, de la Lombardía a la Sicilia, es un pulular de brazos levantados, saludos al Duce, cumpleaños de Hitler. La demanda es fortísima y la oferta, variada y sofisticada: Casa Pound, Fuerza Nueva, Lealtad y Acción, más tantas siglas y siglitas. Todos bajo el manto del viejo, radicado, neofascismo parlamentario en espléndida forma”. En Monza fue elegido un neonazi consejero municipal. “Desde hace tiempo éste no es más un país antifascista”, constata Serra.
En una elección administrativa de hace dos semanas, fue vistosa la caída del Partido Democrático de centroizquierda y el repentino fortalecimiento de la centroderecha. El movimiento antisistema de las 5 estrellas, guiada por Beppe Grillo, que en los sondeos es el primer partido del país, ha pegado un salto mortal hacia la derecha, oponiéndose a la “invasión” inmigratoria y a una ley que favorece la ciudadanía de los chicos nacidos en Italia pero hijos de extranjeros que van a la escuela. Una buena oportunidad de adaptación.