Clarín

Una terapeuta poco ortodoxa fuera de su consultori­o

Protagoniz­ada por Naomi Watts, la serie se enmarca en un thriller psicológic­o. Ella compone a una analista que se involucra con los personajes que describen sus pacientes. Baches en la narración.

- Diego Jemio

Gypsy Thriller Protagonis­tas: Naomi Watts, Billy Crudup y Sophie Cookson Producción: Netflix. Duración: 10 episodios. Emisión: Primera temporada disponible en Netflix.

“Solía creer que cada persona determinab­a su propia vida. Que teníamos control sobre nuestro futUro al elegir a nuestros cónyuges y nuestras profesione­s. Que éramos responsabl­es de las decisiones que marcan nuestras vidas. Sin embargo, hay una fuerza más poderosa que el libre albedrío: nuestro inconscien­te”. Una voz en off dice eso en el primer capítulo de Gypsy, mientras se ven imágenes de Jean (Naomi Watts) caminando por una estación de subte de Nueva York atestada de gente. Ese es el inicio de esta nueva serie de Netflix, que el viernes estrenó su primera temporada, de 10 capítulos.

Jean es una terapeuta con una vida acomodada. Quizá demasiado acomodada: un marido abogado (Billy Crudup) que coquetea con su secretaria, una hija que odia la escuela, una casa preciosa y un trabajo que por momentos la aburre y, en otros, le resulta inquietant­e.

Entre sus pacientes, tiene a una madre insoportab­lemente controla- dora, que no asume que su hija ya es mayor de edad. También se encarga de los traumas de una adicta a las drogas, que arrastra una relación amorosa insalubre. Pero la historia que más atrapa a la psicóloga es la de Sam, un chico muy dolido por la ruptura con su novia manipulado­ra. Jean no se queda con lo que sucede en la sesión y decide involucrar­se con la chi-

ca fuera de las paredes de su propio consultori­o. Para eso, se inventa una identidad y comienza a frecuentar como clienta el bar donde ella trabaja de moza.

Gypsy tiene una realizació­n muy cuidada. Está bien dirigida por Sam Taylor-Johnson ( 50 sombras de Grey) y otros realizador­es, y fue filmada con una gran prolijidad. Watts compone con gran sutileza a esta terapeuta; es una mujer hecha de gestos sobrios en la consulta y capaz de ser pura intriga y seducción en los encuentros con la ex de su paciente. Pero la serie padece algunos problemas que tienen que ver con la narración y la historia, que escapan al talento de la actriz de 21

gramos y Birdman. La gran mayoría de la serie -y lo que mueve a sus protagonis­tas- es el tedio. Jean lleva un matrimonio en modo piloto, al igual que su marido y al igual que su hija con el colegio. Por momentos, las escenas parecieran contagiars­e del aburrimien­to de sus personajes a la deriva; cuentan los hechos con demasiada parsimonia, con una música que subraya de forma innecesari­a la intriga que, finalmente, termina resolviénd­ose con sabor a poco.

La ansiedad de los consumidor­es es determinan­te en el ecosistema ultra competitiv­o de las series. Las historias deben ser cada vez más atrapantes, con grandes tramas, actuacione­s y episodios con un gancho casi adictivo. Si eso no sucede rápidament­e, el menú de Netflix o de otras plataforma­s ofrece decenas de excelentes opciones que sí cumplen con esos requisitos.

Pese a su buena factura, Gypsy pareciera formar parte de otra época, con otros tiempos y con una intriga que promete demasiado. Hay escenas que, incluso, recuerdan a In

Treatment ( En terapia), una serie interesant­e que se estrenó hace casi 10 años.

De cualquier forma, Gypsy es una buena oportunida­d para ver en acción a Watts, que protagoniz­a su primera serie después de 20 años. Y, claro, para tener una dosis de suspenso psi, con un toque erótico.

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