La tribuna le pasa facturas, pero se resalta su calidad futbolística
Aunque molestó que se haya ido sin una despedida formal, se prioriza su capacidad de mejorar al equipo.
El tiempo disimula cicatrices y ese puede ser el caso en la relación de Carlos Tevez con los hinchas de Boca. El regreso del ídolo, en julio de 2015, fue apoteótico, en una Bombonera llena, sólo comparable con el de Diego Maradona, dos décadas antes. El delantero fue decisivo para que el equipo de Rodolfo Arruabarrena ganara el torneo largo y la Copa Argentina de ese año. No sólo influyeron sus goles, sino el ánimo que transmitió en sus compañeros y la capacidad de absorber presiones que demostró desde el primer partido ante Quilmes (2-1, el día de la rabona de Jonathan Calleri). En ese segundo semestre, Carlitos fue objeto de veneración de la grey xeneize e incluso al margen del ámbito futbolístico recibió un trato privilegiado como ejemplo social, símbolo de superación y personalidad destacada del deporte que
no olvida sus orígenes. Mauricio Macri y Daniel Scioli, contendientes a la presidencia del país, se disputaron su apoyo, conscientes de que Tevez medía alto en todas las encuestas.
Cambió la tendencia en 2016. Tevez dejó de ser el líder positivo y carismático para transformarse en profesional incumplidor y caprichoso, amigo de barras delincuentes, conspirador de vestuario y tantas otras indignidades. Cuando decidió irse a China le pegaron hasta en el piso. Un programa usó su frase en el regreso (“La plata no hace la felicidad”) como sarcástica cortina de presentación.
Entre muchos hinchas de corazón cayó mal que haya dejado al equipo en medio de la competencia, pese a su innegable contribución para elevarlo hasta el primer puesto y su estupenda actuación en el Superclásico del 11 de diciembre.
Esos mismos desencantados son los que hoy, título en mano y Libertadores a la vista, avalan con un guiño el hipotético retorno.
Categórico, el periodista Rolando Barbano se pronuncia: “A Tevez lo quiero siempre en mi equipo”. Raffi Guechidjian (socio número 151535) aporta optimismo: “Lo prestamos por millones en un año en el que no ju- Carlos Daniel Tapia (San Miguel, BA, 20/08/1962) hizo las Inferiores en River, debutó en Primera con la banda roja y terminó por ser un símbolo xeneize de fines de los años 80 y comienzo de los 90. Tuvo cuatro ciclos en la institución, jugó 217 partidos, anotó 47 goles y logró dos títulos (Apertura 92 y Copa de Oro 93). Integró el plantel campeón del mundo en México 86. Tapia fue volante ofensivo, dueño de una fina zurda. En Boca le agregó despliegue y fervor a su habilidad. gamos copas. Que venga y desfilamos en la próxima”. Nicolás Pessino (226838) se alinea en el mismo grupo: “Además de tener experiencia copera y ser un excelente jugador, deja todo en la cancha. Hubo lamentables episodios mediáticos que pueden manchar su nombre, pero le estoy agradecido de por vida”. Una socia, Laura Gómez Costenla (190704), ofrece una visión interesante: “Si el técnico decide que su vuelta puede sumar al equipo, estoy a favor”.
“De acuerdo con su regreso. Es un buen chico...”, comenta Sandra Irala (173717). Su frase recuerda la que dijo Juan Román Riquelme cuando se lo consultó por las críticas que Tevez le había hecho. “Carlitos es un muchacho del club y lo quiero con la azul y oro pero que se dedique sólo a jugar, que todas sus energías se circunscriban a la cancha”, pide Leandro Valdes (40676).
Para Federico Campanelli (155482) no hay dudas: “Que vuelva. Vino y en 18 meses ganó tres títulos y bailó a River en el Monumental”. Lucas Guerrero (172755) adhiere, más allá de reparos: “Jerarquiza al plantel y es una bandera para ir por la Copa. Igual, no me gustó cómo se manejó al irse ni al opinar desde China”.