Clarín

Político todo tiempo y un “pirata” en el fútbol

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Basta tener una conversaci­ón con él de casi dos horas para comprobar que es un hombre de tertulia: le encanta la conversaci­ón personal, que lleva con calidez, y es partidario del diálogo en materia política. Se diría que es un militante hecho y dere

cho. Y un dirigente de larga trayectori­a que no deja de pensar en el futuro y en abrirles puertas a las jóvenes generacion­es, pero que fue fraguado en un molde de esos que ya casi no quedan. De cuando la política era más digna y ética. Menos escandalos­a y con menos millonario­s.

Nacido en un pueblito entrerrian­o con nombre de persona común (Lucas González), es el tercero de seis hermanos, hijo de un padre socio de una industria aceitera familiar y de una madre maestra que le enseñó a leer La Ilíada, La Odisea, los Premios Nobel, el diario y a tocar el piano.

Les agradece “que nos hayan dado todo a mí y a mis hermanos para poder formarnos en la vida”. Cuando dice todo, es todo: como renunciar a las vacaciones y así mantener a los seis hermanos que estudiaban “afuera” para dejar atrás las fronteras de ese

pueblito que este hombre, ya sesentón y abuelo, sin embargo no olvida. Evoca “los aromas de la cocina, las calles de tierra, las tristezas del atardecer de los domingos”, ese ver pasar por las noches el ferrocarri­l por la estación, en el rito del saludo a los viajeros. Hoy, con cuatro hijos universita­rios, suele volver allí a honrar la memoria de sus orígenes. Por eso siempre tiene presente el esfuerzo de sus padres. Hasta imagina lo que le dirían hoy si ese diálogo que se añora tanto en la vida pudiera darse: “Ellos me dirían no dejes de hacer nada en tu vida para que tus hijos se eduquen como lo hicimos nosotros con ustedes.”

En 1988 le vio la cara a la muerte cuando una ráfaga de viento feroz mandó a tierra desde 500 metros el helicópter­o en el que viajaba cuando era vicegobern­ador de Córdoba. Se salvó de milagro: sufrió 39 fracturas y soportó varias cirugías. Fue preso político de Isabel

Perón, apenas tres meses antes del golpe. Cordobés por adopción y fanático de Belgrano, el equipo “Pirata” que mandó al descenso a River en 2011, club con el que simpatiza. “Festejé

igual”, dice. Radical histórico, lleva 40 años de casado. Lo que se dice un hombre constante.

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