Clarín

Salir de la droga y la marginalid­ad. Se juntaron espontánea­mente para echar a los traficante­s. Bautizados como “los Topos”, crearon talleres, un comedor y un club.

En el Barrio Derqui, una cooperativ­a de ex detenidos que trabaja por la reinserció­n

- Nahuel Gallotta Especial para Clarin

‘Al que recuperaba su libertad lo esperábamo­s con una pistola para ir a robar. Ahora, los esperamos con un laburo. Tenemos las herramient­as para cambiar esa lógica del barrio’, dice ‘el Araña”’

Alejandro camina por el Barrio Derqui, en Caseros, hasta ayer una de las villas más grandes del Conurbano, y saca cuentas con sus dedos de laburante de la construcci­ón. Dice que son doce pibes muertos, ocho que siguen en distintos penales bonaerense­s, dieciocho que cumplieron condenas y hoy están en libertad, y dos que nunca robaron.

Paraban en una de estas esquinas y se hacían llamar “Los tira humo”, debido a la fama ganada por pasarse los días fumando marihuana. Habían nacido entre 1984 y 1989,

e hicieron la vida juntos: fueron al mismo jardín, a la misma escuela, al mismo club, a los mismos bailes. De más grandes, a los mismos ro- bos, a los mismos institutos y cárceles. Hoy, los sobrevivie­ntes, fueron rebautizad­os por sus vecinos. De eso trata esta recorrida. Esta historia tiene distintos co

mienzos. El comienzo del primer comienzo nace para 2012, con pibes del barrio que viajaban a comprar paco a la villa 1-11-14. Los más jóvenes no tardarían mucho en imitarlos. Todo avanzaba rápido; tan rápido como el

efecto de la droga. Y la pasta base se terminaría instalando. Ya se vendía en el barrio y los vecinos robaban a sus otros vecinos, igual o más humildes que ellos, para comprar más. También robaban en sus propias casas. El Barrio Derqui, construido por Perón en la década del 50, pasó a ser señalado como “la mini 1-11-14”. Los vecinos se movilizaro­n, crearon una página en Facebook y organizaro­n marchas, escraches y se presentaro­n en el Municipio. Pero el Estado brillaba por su ausencia. Gery, que siempre paró en esa esquina, es el tesorero de “Los Topos”. Dice que llegó un momento que no dio para más; que el pensamient­o de “Los tira humo” fue: “nos criamos acá, somos de acá; si no los echamos nosotros no los va a sacar nadie. Si los pibes no pueden salir de esa porquería, la porquería se va a tener que ir del barrio”. El lector lo lee en tres líneas y parece fácil, pero no lo fue.

Los que vendían eran ex ladrones, también del barrio, que habían cumplido muchos años en prisión y al salir se transforma­ron en traficante­s. A pesar de los riesgos, “los Tira humo”, que más adelante se rebautizar­ían como “Los Topos”, los enfrentaro­n y lo lograron, y el paco pasó a ser un capítulo del pasado en el barrio. Luis, “el Araña”-que cumplió condenas en cuatro institutos y tres penales de mayores- es el presidente de “Los Topos”. Recuerda que después de sacar a los traficante­s se dieron cuenta de algo: nunca antes se habían organizado para hacer un acto de bien. Por ellos y por el barrio. El segundo comienzo nació a partir de una falsa promesa.

En campaña, Daniel Scioli, visitó el Derqui. Su ejército de funcionari­os dejó uno de esos carteles celestes con la leyenda: “Aquí también Nación crece”, con el detalle de la obra que costaría más de un millón de pesos. Pero la canchita de césped sintético e iluminada, con alambrados, nunca se construyó. “Los Tira humo”, muy molestos, se dijeron: “ya van a volver a

hacer política al barrio”. Algunos ya trabajaban, otros luchaban por un trabajo y otros seguían robando. Pero en el grupo de amigos ya había cierta conciencia. Y un día los funcionari­os volvieron. “No alcanzó para la obra…”, respondier­on con vergüenza. Decían estar para inaugurar una obra de cloacas. “Los Tira humo” les dijeron que todo bien. Pero que querían ser incluidos en el proyecto. Y así, contratado­s en negro, recibiendo por metro cavado un valor muy inferior al del mercado, y negándose a dejar de trabajar a cambio de ir a las marchas políticas, sí: los 20 amigos fueron tomados, y bautizados por sus vecinos como “Los Topos”. La fama ya no era por pasarse los días fumando marihuana, sino por cavar pozos. Muchos tenían la formación de los talleres de oficio que se dictan en las cárceles. Y para los que no, crearon un fondo de capacitaci­ón al que le destinan el 5% de sus salarios. Otro 5% se va al fondo de inversión. Con ese dinero compran máquinas, herramient­as y ropa de trabajo.

“Rompimos con esa lógica y cultura del barrio de que uno sale de la cárcel y tiene que salir a robar lo más rápido posible”, explica “el Araña”. “Al que recuperaba su libertad lo esperábamo­s con una pistola para ir a robar. Ahora los esperamos con un laburo; tenemos las herramient­as para cambiar esa lógica del barrio”. A los que salen de institutos de menores los llaman “Los Topitos”. Y “Las Topas” a las mujeres ex detenidas o familiares de detenidos. Entre todos suman más de cuarenta trabajador­es. Además de trabajar, mantienen un comedor y un club, todo en el barrio. Hace un año y seis meses que son subcontrat­ados por una cooperativ­a que ganó la licitación por distintas obras en el barrio. Pero hace menos de sesenta días que “Los Topos” fundaron su propia coo

perativa y por primera vez en sus vidas pueden cobrar sus sueldos por cajero automático. La mitad de los trabajador­es viven en el barrio y el resto en distintos puntos del Conurbano. Algunos hasta son de una banda del Barrio Evita con la que “Los Tira humo” siempre se enfrentaba. También hay ex detenidos que en la cárcel se han peleado, pero ahora son compa

ñeros de trabajo. “El trabajo te cambia la vida; es todo. Te ordena todo. Horarios, gastos, salidas y momentos con la familia. Y queremos las mismas oportunida­des para todos los pibes que salen de la cárcel”, concluye “el Araña”, a metros de la obra, antes del asado de todos los viernes al mediodía.

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EMILIANA MIGUELEZ Obras postergada­s. En el Barrio Derqui, partido de Tres de Febrero, grupos de vecinos se organizaro­n, no sólo para el reclamo.

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