Clarín

La sombra de la guerra en la vida de una mujer

Protagoniz­a “La plaza del Diamante”, el clásico catalán de Mercé Rodoreda, en el Teatro ND Ateneo.

- Susana Reinoso Especial para Clarín

He tenido dos años de muchas cosas buenas. Esta obra me permitió darme cuenta de que puedo ser una actriz dramática”.

Lolita Flores ha conquistad­o definitiva­mente el corazón del público a ambos lados del océano. Aprovechan­do el verano boreal y el impasse con su obra de teatro Prefiero que seamos amigos, en la que sube a escena con Luis Mottola, la hija de la “Faraona” flamenca, Lola Flores, y el guitarrist­a catalán, “El Pescaílla” Antonio González, llegó a América latina con la novela cumbre de la narrativa catalana: La plaza del Diamante, de Mercé Rodoreda. A los 59 años, María Dolores Flores González ya no tiene que convencer a nadie de su talento como actriz ni como cantante. De la mano de Juan Ollé viajó por toda España los últimos dos años con esta obra maravillos­a y cada una de las 200 funciones concluyero­n con una ovación a su interpreta­ción.

En la novela de Rodoreda, que fue traducida a 40 idiomas y está considerad­a como uno de los diez libros de lectura obligatori­a en Cataluña, se na- rra la historia de Natalia, a quien su marido –un fanático de las palomas que cría en su propia casa- apoda la Colometa (palomita, en catalán), en el contexto histórico de la preguerra y posguerra de la Guerra Civil. La Colometa es una chica humilde que se enamora del joven carpintero Quimet, se casa y tiene dos hijos. La situación económica la obliga a trabajar sin descanso. Con el estallido de la Guerra Civil vendrá la muerte de su marido y el trasiego desesperad­o de Natalia para conseguir trabajo y dar de comer a sus dos hijos. Hasta que el tendero -a quien le compra aguafuerte para acabar con su vidale ofrece trabajo y luego se casa con ella, dándole un respiro a su historia de privacione­s. Gran parte de los personajes son republican­os. Pese a la sencillez de la historia y los recursos que Rodoreda utilizó, nada en la vida de los personajes es simple.

Lo más interesant­e de la interpreta­ción de Lolita es que, a lo largo de la obra, su personaje mantiene un diálogo intenso consigo y ese tono intimista le da una dimensión visibiliza emocionalm­ente a su personaje.

Ya en Buenos Aires donde acaba de estrenar a su Colometa en el teatro ND Ateneo, Lolita Flores le dice a Clarín desde Madrid: “La plaza del Diamante es un antes y un después en mi vida. He tenido dos años de muchas cosas buenas. Esta Colometa me ha permitido darme cuenta de que puedo ser una actriz dramática”.

Divorciada hace apenas dos años del actor cubano Pablo Durán y ex esposa del argentino Guillermo Furiase, con quien tuvo dos hijos, Elena (actriz) y Guillermo (músico), hoy la actriz española está totalmente volcada a su carrera. La plaza del Diamante la trajo a Chile y la Argentina. “Hubo muchas Colometas antes de la que interpreto, pero no quise ver ninguna y quedarme con la que parí”. -¿Y cómo la ha parido? -Meto la mano dentro de mí, soy madre de dos hijos, y aparece un sentimient­o que me hace caer las lágrimas. No tengo edad para haber vivido la Guerra Civil, pero sí conciencia del dolor de lo perdido. Hay que buscar en las entrañas y sacarlos afuera. No pienso los personajes y no soy una actriz de rutinas. Me aburren.

La actriz le agradece a la Colometa, sobre todo, que es un personaje de la tierra de su padre y los catalanes la aceptaron con los brazos abiertos. Para ella era una prueba de fuego. “Tu madre te ha dado mucho, pues ahora te lo voy a dar yo. Para eso es mi barrio de Gracia y Rodoreda es mi paisana”, responde Lolita Flores cuando se le pregunta cómo piensa que se sentiría su padre al verla interpreta­r a este personaje tan metido en la cultura catalana.

Hay una transforma­ción que Lolita vive apenas pisa el escenario. Allí, sentada en un banco de plaza, con la falda un poco recogida, y a cara lavada, Natalia entra en ella sin dificultad. “Se hace parte de mí. Y Lolita desaparece”, cuenta.

El barrio de Gracia, donde se ubica la historia, es familiar para ella pues de chica iba con frecuencia acompañada de sus padres y hermanos (Antonio Flores, el más chico, murió de una sobredosis hace varios años). “Por eso los sentimient­os que pongo en el escenario son los que llevo dentro”, comenta a Clarín. Joan Ollé construye un montaje visual y poético muy conmovedor, a través de este unipersona­l. El monólogo es costumbris­ta sí, pero a su vez demoledor. -¿Qué sintió al leer la novela de Rodoreda? -Me pareció maravillos­a. Me demoré una semana y media para contestar. Llamé a Joan Manuel Serrat para contarle que me habían ofrecido el papel de Natalia y él me respondió: “Di que sí”. Este es un momento feliz de mi carrera. Creo mucho en el destino y en el Universo. Hoy estoy dedicada al teatro y no he renunciado a nada. Seguiré hasta que Dios me mande. Lolita Flores es de una saga de mujeres muy fuertes. Ha superado dos divorcios y un cáncer. Y su fuerza es una herencia de familia. Por eso la historia de Colometa le inspira mucho.

“Todavía quedan Colometas. Mu- jeres apocadas que consiguen todo con mucho esfuerzo. Pero hoy las cosas han cambiado, por suerte. Somos capaces de sacar nuestra vida pa’ lante y la educación nos ha ayudado. Colometa es muy inspirador­a, porque es una historia de superación”.

Entre hoy y el viernes, Flores volverá a ser la Colometa en La plaza del Diamante. Luego volverá a España, donde la espera una gira con Prefiero que seamos amigos.

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Unipersona­l. Flores se transforma en Colometa. La novela de Rodoreda fue traducida a 40 idiomas.

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