Clarín

La suba del dólar disparó dudas en el mercado inmobiliar­io

- Martín Bidegaray

Durante la semana pasada, cuando el dólar se estuvo fortalecie­ndo casi todos los días, hubo un segmento particular que sintió el impacto: los ven

dedores de inmuebles. A partir de la reactivaci­ón del crédito hipotecari­o, las inmobiliar­ias cobraron un nuevo vigor, y empezaron a tasar unidades a un ritmo que no veían desde 2010.

Por eso, entre el lunes y jueves de la semana pasada, hubo frío en el sector, según contaron tres agentes a Clarín. “Los mismos que estaban apurados, que querían realizar la operación lo antes posible, durante esos días pi

dieron una pausa”, describen con diferentes palabras en inmobiliar­ias porteñas.

La propensión a tomar créditos inmobiliar­ios está vinculada a cierta estabilida­d en el tipo de cambio y a las nuevas ofertas de préstamos atados a la inflación, conocidos como “UVA”. Mientras el peso mantuvo su cotización frente al dólar, la solicitud de préstamos fue una constante. Pero, en los días que el peso se devaluó, los compradore­s y vendedores de departamen­tos y casas buscaron un “impasse”. Es que los inmuebles están tasados en dólares y un cambio en la cantidad de pesos necesarios para adquirirlo­s hace que también sea preciso pedir prestada más plata al banco y aumentar el monto de la deuda.

Hernán V. está comprando su primera vivienda y empezó a gestionar su crédito el 27 de abril, cuando el dólar estaba a $ 15,60. El préstamo se lo aprobaron, pero transcurri­ó un lapso de 15/20 días hasta que escrituró. En ese lapso, el peso se devaluó y realizó la operación a $ 16,90. Ese mismo día, la divisa cerró a $ 17,25. “La plata con la que me pensaba comprar televisor, lavarropas, heladera terminó yendo a pagar el departamen­to. Sudamos la gota gorda”, cuenta,

El crédito hipotecari­o a largo plazo es un compromiso que los buscadores de vivienda están dispuestos a tomar si creen que podrán pagarlo. Aunque los nuevos ajustan por inflación y/o evolución de salarios, el precio del dólar no resulta indiferent­e para nadie. Siempre está el temor sobre una disparada de la divisa estadounid­ense.

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