Más misterio por el cuerpo de la laguna de Chascomús: aún no logran identificarlo
Creían que se trataba de un ex sindicalista prófugo por un crimen. Pero el análisis de las huellas dio negativo.
Creen que fue el jueves de la semana pasada cuando se desató la locura: dos disparos de escopeta a corta distancia fueron la causa de la muerte. Después, lo ataron “como a un matambre”, según graficaron los voceros del caso a Clarín, y lo tiraron en la laguna de Chascomús, donde lo hallaron el sábado. Pero su identidad, que parecía a punto de esclarecerse, todavía es una incógnita.
Hasta ayer los investigadores pensaban que se trataba de Walter “Lobo” Leguizamón, un ex secretario general de la UOCRA de Lomas de Zamora que está prófugo de la Justicia desde 2015: lo acusan de liderar a una patota que asesinó en 2014 al obrero Darío Avalos cuando pedía junto a un grupo de trabajadores despedidos una reincorporación. Sin embargo, antes de hacerle la autopsia, los peritos le tomaron las huellas dactilares y las compararon con la del buscado y el resultado fue negativo. Por eso, ahora se duplicaron las incógnitas: ¿quién era la víctima? Y ¿dónde está el ex sindicalista prófugo?
“Para poder identificar al cuerpo, sus datos ahora serán cotejados con distintas bases. Si tiene antecedentes, o si renovó el DNI y le digitalizaron la huella, se podrá saber de quién
se trata”, detallaron las fuentes. Además, los investigadores difundieron carterísticas de la víctima: es un hombre de entre 45 y 50 años que tiene un tatuaje “tribal” en la cara externa de cada uno de sus brazos y una estrella rojiza grande en el omóplato izquierdo.
Según la autopsia, cuando lo hallaron el sábado llevaba entre uno y dos días en la laguna de Chascomús, por lo que estiman que lo asesinaron en la madrugada del jueves. Estaba atado con alambre de aluminio a la altura de los codos y de las rodillas, con ligaduras ajustadas con una pinza. No descartan que hayan intentado envolverlo en film, ya que tenía rastros de ese material. “El asesino le disparó desde cerca, dos balazos de escopeta de calibre chico, uno a la altura del hígado y el otro un poco más arriba”, informaron los voceros a Clarín. “No hubo castigo
previo, el resto de las lesiones fueron post mortem”.
La hipótesis inicial fue que la víctima no era de la zona de la laguna y fue entonces que se pensó que el cuerpo era del prófugo Leguizamón. Más aún cuando la Policía, que dice estar tras su rastro por el crimen de Avalos, advirtieron que el ex gremialista trabajaba en una constructora de Chascomús (estaba en blanco) y, por medio de escuchas telefónicas, determinaron que esta semana o la próxima debía viajar a Buenos Aires por un problema familiar.
Pero, según dijeron, le perdieron el rastro a Leguizamón hace unos días. Eso coincidió con la aparición del cadáver y ahí aumentaron las sospechas. Sin embargo, el abogado del prófugo había dado indicios de que podía no tratarse de su defendido: le enviaron fotos del cuerpo y no las reconoció.
Así, el cotejo de las huellas hoy resultó clave también para la búsqueda de Leguizamón quien, al parecer, volvió a esfumarse. Así, el juicio en su contra por el crimen de Avalos sigue pendiente. Por ese caso ya hubo otros dos debates: el primero condenó a 5 personas, con dos sentencias a perpetua; el mes pasado culminó el segundo, que determinó la condena de Héctor Cabrera (secretario adjunto de la UOCRA Lomas de Zamora) como autor intelectual del crimen; Jonathan Vega (hermanastro de Leguizamón) y Sergio Fernández como autores materiales del asesinato.
El crimen de Avalos ocurrió el 11 de marzo de 2014, cuando un grupo de trabajadores se manifestó frente a un obrador de la empresa Esuco, en Camino de la Ribera al 400, Villa Fiorito, en el partido de Lomas de Zamora, para reclamar su ingreso a una obra. Entonces, una banda los atacó a balazos y pedradas.