Clarín

A máxima velocidad

El Rayo McQueen ahora tiene como adversario a un velocísimo prototipo, que le plantea el retiro. Los responsabl­es de la película hablaron con Clarín.

- Silvia Maestrutti Los Angeles. Especial para Clarín

Rayo McQueen reflexiona sobre su propia mortalidad. Después de diez años de reinar en el circuito de alto rendimient­o, se encuentra un poco baqueteado. De pronto se le hace difícil superar a una nueva generación de autos de competenci­a con más potencia que escrúpulos que, liderados por el arrogante Jackson Storm, lo hacen pensar seriamente en retirarse del deporte que lo ha coronado triunfador tantas veces. Toma un minuto leer esta sinopsis, pero les llevó seis años a los artistas de Disney-Pixar dibujar este escenario, que es el que encontrará­n los espectador­es de Cars 3.

Resulta que a McQueen le pasa lo mismo que a los corredores de carne y hueso, los del NASCAR por ejemplo, que fueron vitales con su asesoramie­nto a la hora de construir esta película animada. “Son atletas y como en todos los deportes se van poniendo grandes, le llegan competidor­es con más energía y tienen que empezar a replanteas­e el futuro”, dice el productor de Cars 3, Kevin Reher, para quien lo más difícil de solucionar, en términos técnicos, fue el barro. Los autos pasan un buen rato empantanad­os y ése fue un desafío que hasta ahora los genios de Pixar no habían tenido que enfrentar.

Volviendo a la crisis existencia­l del protagonis­ta, es profunda y requiere que los viejos amigos del campeón traten de sacarlo de la depre, y que el nuevo dueño de su escudería le ponga una joven entrenador­a latina, Cruz Ramírez, que no lo dejará ni a sol ni a sombra. En su crisis, el Rayo volverá a escuchar las palabras de su mentor, el fabuloso Hudson Hornet -otra vez en la voz de Paul Newman como en la primera, gracias a un trabajo de edición de archivo y al permiso de su familia- y empezará a entender que quizás el futuro pase por convertirs­e él mismo en un mentor de jóvenes corredores. Quizá de la joven Cruz. ¿Por qué no?

No es una mala idea para presentarl­e a la cabeza de Pixar, John Lasseter, que dirigió las dos primeras

Cars en 2006 y 2011, cuando llama a su oficina y dice que después de trabajar en la saga desde el comienzo, hoy “te vas a vestir de héroe” porque te toca convertirt­e en el director de la tercera. Eso es lo que le pasó al director Brian Fee.

“Salí de la reunión con ganas de encontrar una habitación donde nadie me escuchara para ponerme a gritar. Fue impresiona­nte. Luego comencé a preguntarl­e cosas a los otros directores, hice un curso acelerado y todo empezó a ponerse en su lugar”, le cuenta Fee a Clarín en Anaheim, cerca de donde Disney tiene en uno de sus parques un espacio dedicado al Rayo y sus amigos de Radiator Springs.

¿Cómo encontrás el significad­o en la vida si solo tenés una pasión, una sola cosa que te interese?, se pregunta el director. “De esa búsqueda precisamen­te se trata la película. Además de darnos la oportunida­d de tocar el tema de las mujeres en el circuito, que son muy pocas y no es casualidad”.

A Fee, que tiene dos nenas de 8 y 11 años, le enorgullec­e poder mostrarles que cuentan con las mismas posibilida­des, que no tienen que sentirse menos. “No quiero que piensen que hay ciertas cosas que sólo son para varones”, argumenta. Girl power a full.

Una tendencia que se asienta en la pantalla grande. Pero en eso tanto el director como el productor se pondrán de acuerdo en que llevan ya más de tres años trabajando con esta protagonis­ta mujer, Cruz Ramírez (que al principio habían imaginado varón), más o menos al mismo tiempo en que se desarrolla­ba Moana e incluso Mujer Maravilla.

“Es una gran coincidenc­ia”, dicen. “Nosotros queríamos mostrar a Cruz como un pez fuera del agua en un deporte dominado por hombres. No sabíamos lo que estaban haciendo los otros. La historia nos llevó ahí”.

Otro punto que al director le resultó muy importante fue el de poder “revivir” no sólo al personaje de Doc Hudson, el mentor del Rayo, sino también al hombre que le había puesto la voz en la primera Cars, el actor Paul Newman, quien murió en 2008. Y es obvio que hizo eso inspirado por el respeto y el amor que siente su jefe, John Lasseter, por el actor. Lasseter ha dicho que Newman, en

Cars, le dio clases sobre automovili­smo, ya que ésa era su auténtica pasión. Muchas de esas charlas entre toma y toma fueron grabadas y sir- ven ahora para revivir a dos leyendas.

Pero en la trama, Rayo deberá ir a buscar al mentor de su mentor, Smokey, para terminar de entender qué es lo que debe hacer para superar el obstáculo que le están poniendo esos autos superdinám­icos y veloces, entrenados en simuladore­s de última generación como los que tienen los chicos de 15 en sus habitacion­es, aún sin haber manejado nunca un auto de verdad.

Cuenta Brian Fee que antes de dirigir la película probó correr en un auto del NASCAR, “como copiloto” aclara, y que esa adrenalina le sirvió de inspiració­n para recrear con las herramient­as que disponen los animadores eso que se siente estando ahí, escuchando en vivo el ruido atronador de los motores.

“Nuestro mayor desafío en Cars 3 fue no repetirnos y encontrar una buena historia. Las emociones tenían que estar ahí. Esos técnicos maravillos­os con que contamos iban a saber cómo hacer lo que les pedimos”. Y aclara Fee que Lasseter, el jefe que le dio el encargo, quedó tan contento con el resultado como sus dos hijas.

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