Clarín

Un hombre que quebró una tradición de militares

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Cuarta generación de Rosendos Fraga - su hijo, de 36, representa la quinta- dice no sentir el peso de semejante prosapia, que prolijamen­te desgrana: su bisabuelo coro

nel, iniciador de la dinastía, fue gobernador de Santa Fe, creador del municipio de Rosario y yerno del caudillo provincial Estanislao López. Su abuelo, general, se desempeñó como ministro de Figueroa Alcorta y como presidente de la Cámara de Diputados en la presidenci­a de Roque Sáenz Peña. Su padre, también militar, llegó a ser Secretario de Guerra del presidente Arturo Frondizi. A este Rosendo Fraga tercero se adjudica haber inspirado la palabra “fragote” como sinónimo de complot o conspiraci­ón.

Analista político, historiado­r y periodista, su hijo hoy lo desmiente con una sonrisa, atribuyénd­olo a la similitud con una palabra en francés con ese significad­o: “Hay una confusión. Puede ser que alguno después lo haya vinculado, creo que eso vino a posteriori. Pero claro, fue todo un período donde había mucho fragor en las Fuerzas Armadas, en la época de Frondizi, todo eso, pero él, la noche que lo sacan a Frondizi y lo detienen, impedía el golpe. Mi padre pasó a retiro y lo pusieron preso el día en que lo sacaron a Frondizi , y después no fue funcionari­o de ningún gobierno militar posterior porque estaba retirado. Yo creo que toda su trayectori­a fue muy clara, como todos sus antecesore­s; todos fueron ministros en gobiernos constituci­onales en un país donde las cosas han ido y han venido”.

Tanto lo han hecho que en 1985, el propio Rosendo Fraga cuarto fue acusado, por el gobierno de Raúl Alfonsín, de conspirar contra la

democracia: “Mire, yo creo que hay que buscar la conciliaci­ón sobre el pasado. Eso fue ciento por ciento infundado. En aquel momento el gobierno quiso generar un hecho que polarizara el voto y entonces denunciaro­n una conspiraci­ón con gente que no se conocía entre sí. Ni siquiera hubo un procesado. Y muy poco tiempo después Alfonsín me dio la mano, qué más puedo decir yo. Son cosas de las que no hago ningún tema central. Con muchos de los que fueron responsabl­es de esa decisión después he tenido buena relación”.

A la hora de definir su vocación, y a pesar de haber pasado por las aulas del Colegio Militar, la tradición familiar no se impuso. ¿Por qué? “Porque me gustaba más la política, con clara

vocación por lo público”. Sobre su cargo como jefe de Gabinete del Ministerio del Interior durante el gobierno del general Viola, en la

dictadura militar, dirá que “en ese momento se puso en marcha un proceso de apertura política para la normalizac­ión institucio­nal, que se frustra con la llegada de Galtieri al poder y la guerra de Malvinas. Uno intentó construir algo que no funcionó”. Lo que sí lo hizo es la relación, de casi veinticinc­o años, con la socióloga Marita Carballo. Con una confesa incapacida­d absoluta para el deporte, disfruta sí de caminar sin rumbo por la ciudad buscando cosas, y de meterse en Youtube en pos de películas viejas. En tren de arrepentim­ientos, y a pesar de contar con una biblioteca de 11 mil volúmenes, afirmará, “no haber leído más”.

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