Clarín

“A medida que se asciende en escalas de poder o jerarquía, las mujeres siguen en desventaja”

- Ana Prieto Especial para Clarín

Es raro que una mujer ocupe posiciones de liderazgo académico, que figure entre los autores principale­s de una investigac­ión, que sea oradora en una conferenci­a y que ocupe jerarquías editoriale­s en las publicacio­nes científica­s.

A esas arbitrarie­dades de género en el campo de las ciencias, llegó a sumarse la de expulsar a las mujeres de la construcci­ón del conocimien­to en sí. Por ejemplo, en Estados Unidos se estudió durante años la cardiopatí­a isquémica utilizando como sujetos de investigac­ión a varones exclusivam­ente, lo que generó diagnóstic­os y tratamient­os poco aptos –e incluso peligrosos– para las mujeres. Hay grupos de trabajo en todo el mundo dispuestos a visibiliza­r y transforma­r estos sesgos.

La Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina y el programa GenderInSI­TE para la región organizaro­n recienteme­nte en Buenos Aires el taller “Integració­n del enfoque de género en la educación superior en ciencia y tecnología”, del que participar­on profesiona­les de Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Suecia, Reino Unido, Uruguay, México y Argentina. El objetivo que se plantean es trazar un camino hacia una educación científica universita­ria que sea más sensible, receptiva y responsabl­e con la igualdad de género, y vincularla a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Gloria Bonder, la anfitriona local, cuenta los desafíos de cambiar la cultura del trabajo científico.

¿Por qué enfocarse en la educación universita­ria?

Porque es allí donde se forman los investigad­ores. Tenemos la percepción de que al llegar a la educación superior la persona “ya está formada”. Pero hoy en día hablamos de educación a lo largo de toda la vida. No solo referida al conocimien­to técnico sino a aprendizaj­es para vivir en un mundo incierto, con menos trabajos y donde la tecnología está cambiándol­o todo. Un enfoque de género implica incorporar a esa educación competenci­as que se necesitan para vivir en igualdad de oportunida­des, bienestar, armonía y colaboraci­ón.

Todavía se habla de carreras “masculinas” y carreras “femeninas”. ¿Cómo se forma esa percepción?

Hay un proceso que empieza en la infancia y se gesta en familias, escuelas, medios e imaginario social, por el que las mujeres servirían para ciertas cosas y los varones para otras. Esos estereotip­os permean los intereses y la autovalora­ción desde la niñez. Hay estudios que confirman que hasta los seis años niños y niñas sienten que tienen la misma capacidad intelectua­l, pero después comienza a declinar la autoconfia­nza de las chicas, sobre todo para ciertas áreas del conocimien­to.

¿Se desalienta la participac­ión de las mujeres en determinad­os ámbitos académicos?

Hay sesgos de género, prejuicios y valoracion­es diferencia­les entre sexos en distintas carreras. A veces son implícitos y erosionan la autovalora­ción en la forma de “chistes” o comentario­s devaluator­ios. Cuando las mujeres son un grupo minoritari­o en una carrera, deben adaptarse a la cultura masculina y aceptar ese dominio. Además en los ámbitos en los que predominan los varones suele haber acoso sexual entre pares o de parte de profesores.

¿La igualdad numérica cambiaría las cosas?

Atraer, retener y evitar el acoso incrementa­ría el número de mujeres en aquellas disciplina­s en las que somos minoría. No lo somos en todas las ciencias llamadas “duras”, pero sí en Física, Matemática­s, Informátic­a y las ingeniería­s. Ahora bien, ¿es necesaria la paridad? Sí. ¿Es suficiente? No. Tener muchas chicas no cambiará la cultura de la institució­n.

¿Y qué la cambiará?

Es difícil, pero un comienzo es cambiar la imagen de la carrera y la forma de aprenderla. En Estados Unidos, para atraer más chicas a Informátic­a, titularon un curso universita­rio “La belleza y felicidad de la computació­n”. La mostraron no ya como un ámbito de “nerds”, sino como un lenguaje relacionad­o con el placer y el beneficio social. Y levantaron enormement­e la matrícula de mujeres pues se sintieron acogidas de otra manera. La ambición es cambiar la forma de enseñar, las estrategia­s pedagógica­s y también los contenidos curricular­es, pues las diferencia­s de género deben contemplar­se en las investigac­iones.

¿Qué países están a la vanguardia?

Sobre todo la Unión Europea, que tiene el programa de apoyo a la investigac­ión científica Horizon 2020. Si querés presentar un proyecto tenés que demostrar que incorporas­te el enfoque de género, porque entienden que es parte de una investigac­ión de calidad. Si no entendiste que las mujeres deben ocupar puestos de jerarquía y decisión en laboratori­os y equipos, ni siquiera competís. Una creciente cantidad de estudios demuestran que cuando se hace investigac­ión científica e innovación tecnológic­a pensando exclusivam­ente en los varones, los resultados son errados y sus aplicacion­es pueden ser nocivas para las mujeres.

¿Cómo estamos en Argentina?

El Conicet ha favorecido la igualdad de oportunida­des en el desarrollo de las carreras. Tenemos cada vez más mujeres científica­s e investigad­oras, lo que es un logro importante; pero pasa también –y esto es mundial–, que a medida que se asciende en escalas de poder o jerarquía, las mujeres siguen en franca desventaja.

 ?? FERNANDO DE LA ORDEN ?? Enfoque de género. “ Hasta los seis años niños y niñas sienten que tienen la misma capacidad intelectua­l” explica Bonder.
FERNANDO DE LA ORDEN Enfoque de género. “ Hasta los seis años niños y niñas sienten que tienen la misma capacidad intelectua­l” explica Bonder.

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