La dos caras del frío en Bariloche
La nieve provocó cortes de luz y problemas en los vuelos. Pero las pistas de esquí están a pleno.
El temporal de nieve en la Cordillera dejó postales contrastadas. De un lado, 2.500 personas varadas en el aeropuerto de Bariloche. Del otro, 15 mil turistas por día disfrutan sus vacaciones en el centro de esquí Catedral, ajenos a las consecuencias de la Tormenta del Siglo.
Bariloche se debate entre el colapso y un boom de visitantes. La ocupación hotelera supera el 90%, el equivalente a unas 30 mil personas, pero hace apenas unas horas unas 70 mil personas soportaron dos noches
enteras sin electricidad . Hasta la caldera de la terminal de buses explotó
dejando sin calefacción a 300 pasajeros que estaban varados.
Desde el viernes unas 2.000 perso
nas se apiñan en el aeropuerto de la localidad esperando ser llamadas por los altavoces para ocupar alguna plaza disponible. Otras 500 aguardan en sus hoteles la comunicación telefónica de una compañía aérea. Todos están anclados en el Sur.
La tensión crece. Cientos de personas vienen durmiendo en el piso del aeropuerto y en los asientos de plástico. Muchos se arrumban sobre las mesas como borrachos sobrios. El optimismo no abunda: muchos deberán quedarse allí entre 7 y 10 días antes de retornar a sus hogares.
La crisis estructural comenzó el viernes cuando cayó la primera gran nevada. Más de 3.000 personas quedaron varadas en la Cordillera. Como es temporada alta las empresas Aerolíneas Argentina y LATAM informaron que no había asientos para
nadie. En concreto les ofrecieron esperar entre 4 y 5 días, pagando sus gastos extras de su bolsillo, viajar hasta Neuquén para tomar un vuelo, pero con el boleto del colectivo a su cargo, o viajar en colectivo de larga distancia hasta su ciudad de origen. Un amplio porcentaje optó por quedarse y “ver” si conseguían un asiento de último momento. A estas miles de personas se suman otras miles que retornan y arriban cada día a la zona. El resultado es el lado tortuoso de
las vacaciones. Cientos de personas haciendo colas. Otras filas de 100 metros para comprar un café. Niños llorando, madres angustiadas y padres con la mirada perdida. Derrotados y gastando, no precisamente en placer.
“Salíamos el viernes a las 12.20 y se cerró el aeropuerto. Nunca más pudimos confirmar la salida. Nos decían que salía; y no pasaba nada. Teníamos que estar días enteros acá esperando. Así seguimos”, dijo Rosa Miyaqueo (38) que vive en Viedma y se quedó anclada con otras dos amigas.
En las mesas del café del aeropuerto se distribuyen familias que no pueden creer lo que les ocurre. “Cuando nos avisaron que no salíamos nos quedamos atrapados en el aeropuer
to. No había colectivos públicos, remises, taxis, nada. Y si te los tomabas tenías que pagar 400 pesos. Más el hotel. Todos los días esperábamos hasta muy tarde que hubiera alguna novedad. Nos fuimos a dormir al centro y pagamos todo por nuestra cuenta”, explica Silvia Sobrero (52), empleada de Santa Fe, que antes de este infierno pasó días de descanso con su marido Eduardo Garzón (59), su hija Paola y su nieto, Tobías.
Alrededor de 200 pasajeros fueron las oficinas de Aerolíneas Argentinas en el centro de Bariloche, pero estaban cerradas. Ariel Muttis (46), comerciante, dedicó 9 horas a hacer filas, sin resultados. “Pasé 4 horas en una cola del centro, 5 horas más aquí en el aeropuerto. Todavía estamos esperando”, explica. Mutti viajó junto a su mujer, Lorena Domínguez (42), y sus dos hijas Victoria y Nicole.
Este invierno llegarán unos 27 mil brasileros a la localidad. Unos 150 perdieron sus plazas de regreso. “Estamos hace 4 días esperando salir. Va-
mos y venimos de Bariloche al pueblo, gastando en remis, en hotel, en comer. Ayer hubo gente muy tensa en los mostradores”, dice Sergio Oliveira, bancario, de San Pablo. “Lo único que conseguimos es que nos pongan en una lista de espera. Nos dijeron van a salir, pero no nos dijeron cuándo”, explica Leila Oliveira. La mesa del café, con más de 80 horas sobre sus espaldas, se convirtió en un improvisado living en el cual sus hijas Julia y Sofía, hacen dibujos y apoyan sus tabletas.
“Estoy desde el viernes, gaste 14 mil
pesos en pasajes que perdí. Compré otros en otra aerolínea por 5.000, gasté 7.500 en tres noches de hotel para mi hijo porque yo dormí cuatro horas, 3.000 en comida. Y me voy cuatro días después”, dice Gustavo Steinman (48), empresario. Llegó de Rosario junto a su hijo Alejo para descansar en San Martín de los Andes. El temporal cerró los aeropuertos de Chapelco y Bariloche, pero lo derivaron a este último en un colectivo.
En unas horas será de noche nuevamente. Al menos la electricidad está funcionando y la calefacción permanecerá encendida. Un alivio entre tanta malaria y fríos glaciares.
Quedamos atrapados en el aeropuerto. No había colectivos, taxi ni remís. O te querían cobrar 400 pesos”. Silvia Sobrero (52) Salíamos el viernes y se cerró el aeropuerto. Nunca más pudimos confirmar la salida. Y así seguimos” Rosa Miyaqueo (38) Vi gente llorando. Sin poder bañarse ni comer. Nos decían que no había pasajes, pero vendían por Internet”. Gustavo Steinman (48) Vamos y venimos de Bariloche al pueblo, gastando en comida, remís y hotel. Ayer hubo mucha tensión”. Sergio Oliveira (47)