Clarín

Vidal primera, Larreta segundo, ganan por lejos en la obra pública

- Alcadio Oña aona@clarin.com

Plata y plata en cantidades crecientes está bombeando el Gobierno en obras públicas. Así sean rigurosame­nte necesarias y muchas de ellas reparen injusticia­s y retrasos cristaliza­dos por años, la movida lleva también el conocido sello de los tiempos electorale­s.

Con ese destino, los fondos del Estado nacional avanzan bajo dos formatos. Uno es la inversión real directa, manejada sin mediacione­s por el Gobierno. El otro son las llamadas transferen­cias de capital a provincias, que aunque por lo general acordadas con los gobernador­es nunca escapan a la discrecion­alidad del poder central.

Según datos de ASAP, una organizaci­ón dedicada al análisis de las cuentas públicas, la suma de ambas partidas arrojó $ 52.271 millones o 3.074 millones de dólares entre enero y mayo. El monto puede decir poco o mucho, pero de allí surge un número que dice muchísimo sobre este tiempo: aumen

taron nada menos que 69% contra el mismo período del año pasado.

Otra muestra del vuelo que las obras están tomando es que los gastos corrientes, sin computar intereses de la deuda, corren al 37,9%, o sea, 30 puntos por detrás.

Ya con la marca de Cambiemos en el orillo, lo que sigue es cómo son distribuid­os esos recursos o quienes ganan en el reparto que baja desde la Casa Rosada. Juntas, Buenos Aires y la Ciudad Autónoma han cosechado el 28% del total, aunque mejor sería decir que María Eugenia Vidal se llevó un 19%, casi la quinta parte.

Otra medida del cuadro ancla en el incremento de los fondos y dice lo mismo: 101% para el caso de la Provincia y 92% para el de la Ciudad. Nuevamente, María Eugenia y Horacio Rodríguez Larreta acoplados.

La Provincia sobre todo y la Ciudad absorben hoy el 28% de los fondos que reparte el Gobierno. Vidal recibe el doble de plata que el año pasado.

Nada mal le va tampoco al muy aliado gobernador Gerardo Morales, pues los recursos orientados hacia Jujuy crecieron un incomparab­le 122%. Por motivos que el poder central conoce, en el furgón de cola figuran Chaco, con el 19%; La Pampa, con 24% y San Juan, con 26%. Sólo pasto para alimentar especulaci­ones políticas, a Santa Fe le tocó una suba del 35%; otra del 44% a Córdoba y un extraño 96% a la Santa Cruz de Alicia Kirchner.

Al interior del combo se cruzan inversione­s en viviendas y desarrollo­s urbanos, agua potable y cloacas, más rutas, caminos y puentes. Tanto, que en partidas destinadas a estos fines y administra­das por los ministros Rogelio Frigerio y Guillermo Dietrich ya han gastado entre el 61 y 73% del cupo anual. Casi ni hace falta agregar que cuando se agoten el Gobierno sacará plata de otros ministerio­s o apelará al antiguo expediende de los superpoder­es, que así hayan sido recortados todavía resultan considerab­les.

En base a datos propios, la consultora Abeceb ha calculado que hasta mayo las obras públicas consumiero­n $ 80.000 millones.

Números sobre números, agotadores y a la vez útiles para observar el panorama completo, existen los de la Fundación Capital tomados de ObrasPubli­cas. com. Y son de nuevo monumental­es.

Revelan que en el primer semestre se agolparon licitacion­es provincial­es por impresiona­ntes $ 144.678 millones, equivalent­es a

8.500 millones de dólares o al doble que en la

misma época del año pasado. Desde octubre de 2016, cuando empezaron a sonar los aprontes de campaña, el acumulado canta $ 236.402 millones.

Valen algunas aclaracion­es para entender ciertas diferencia­s de magnitudes. Una es que trata de licitacion­es, de fondos comprometi­dos pero aún no gastados. Otra, que mandó la idea de poner las obras en marcha y tener la cartelería visible pronto, de modo que todo luzca y rinda camino de octubre.

Varias provincias ponen en juego recursos propios, crédito interno y externo. ¿Y quien lidera este ranking? No sería un gran descubrimi­ento afirmar que lo encabeza la provincia de Buenos Aires y, más preciso aún, que lo encabeza el decisivo Conurbano.

La construcci­ón tiene un efecto dual archiconoc­ido: el de reaccionar tan rápido ante los estímulos como ante la falta de estímulos. Y al compás de ambos se mueve el empleo.

Desde enero del año pasado entró en un tobogán que finalmente tocó piso en febrero. Hacia marzo ya comenzó a levantar y ahora la estadístic­a del INDEC muestra un repunte del 5,1% en los primeros cinco meses del año, vigoroso salvo por un detalle: durante el mismo período de 2016 había retrocedid­o 11% o, dicho de otra manera, recién se va por la mitad del terreno perdido.

Fue decisiva la obra pública, tal cual puede advertirse en el crecimient­o del 89% que anota el consumo de asfalto: pavimento puro. También ha comenzado a reaccionar la obra privada, empujada por el crédito hipotecari­o y especialme­nte por el de la banca oficial.

¿Y qué pasó con el empleo sectorial? Pasó algo semejante: abril 2017 contra junio 2016, las cifras oficiales dan que se han recuperado 28.000 puestos de trabajo. La tendencia continuó durante mayo y junio, pero si la medida es septiembre de 2015, cuando el empleo comenzó a replegarse, la estadístic­a todavía anota 32.000 puestos menos.

Todo suma en el año electoral, solo que la construcci­ón apenas mueve el 3% del PBI. Nada comparado con la industria, el comercio y mucho menos con el consumo privado, que no terminan de salir del pozo. w

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