Clarín

Jane Austen: crónicas del amor irónico

La escritora es leída como romántica pero hace, también, una feroz crítica social que no ha perdido vigencia.

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La obra de Jane Austen (1775-1817), un conjunto de exitosas novelas románticas narradas con una fina cuota de ironía, resiste el paso del tiempo. Hay evidencia de una construcci­ón compleja en las tramas que tejió: sus textos se han citado tanto para defender valores tradiciona­les -por los retratos en tono costumbris­ta de la Inglaterra del siglo XIX- como para cuestionar­los y señalar las desigualda­des que afectan a la mujer. Hoy se cum- plen dos siglos de su muerte y su legado sigue convocando.

En el marco del aniversari­o, este año aparecerán en Europa nuevos títulos que investigan su figura. En su tierra, la evocan numerosas exposicion­es, con epicentro en la casa museo que habitó y lleva su nombre en Winchester, a menos de 100 kilómetros de Londres. Incluso, el Banco de Inglaterra acaba de presentar un billete conmemorat­ivo con su imagen.

Autora clásica de la literatura inglesa, los rasgos humanos de sus personajes, sensibles y contradict­orios a veces, moralistas en otros, siguen atrayendo, al igual que los conflictos que expresan en torno al amor. El contexto de sus historias es preciso, sin embargo: los salones sociales y las tradicione­s de su tiempo.

La escritora y periodista Laura Ramos responde una pregunta y rompe con la lectura más dulce de su legado: ¿por qué la obra de Austen sigue vendiendo? “Creo que la causa es un equívoco: donde el lector o lectora lee una novela romántica está leyendo un tratado que desnuda la hipocresía del matrimonio, la sociedad y el

Estado, que es esencialme­nte el mismo en su tiempo que en éste”. La autora, que prepara una biografía de Charlotte Brontë (novelista británica del siglo XIX), profundiza: “El dinero, la posición social en el rígido estamento inglés, la edad, tienen mucho más peso que el amor, que es visto irónicamen­te por Jane Austen como una especie de frivolidad. Ella castiga en sus novelas a sus personajes impulsivos y románticos, a las jó- venes que se fugan antes de casarse, a las lectoras de novelas románticas, a las recitadora­s de poesía”.

Ramos asegura que el relato que se hace en muchas institucio­nes sobre la obra de Jane Austen está alimentado por la lectura más lineal de su trabajo, llamativam­ente.

Pero, más allá de las diferentes miradas, Lizzie Bennet puede ser un ejemplo de la influencia contemporá­nea que siguen generando sus libros. La heroína de Orgullo y prejui

cio (1813), que elige casarse por amor antes que por interés, inspiró a otro personaje que se convirtió en éxito rotundo en el cine, ya en el siglo XXI:

El diario de Bridget Jones (2001), según admitió la escritora Helen Fielding, autora de la novela que dio origen a la película.

De hecho, Orgullo y prejuicio tuvo tres adaptacion­es para la gran pantalla y dos para series de televisión, una realizada por la BBC. En Argentina, ahora esa novela vuelve a ser reeditada por Penguin Random House, que publica, en total, siete títulos de la autora británica. Entre otros, Sensatez

y sensibilid­ad (1811), otro fresco de época que explora la historia de dos hermanas y de cómo “éxito” o “fracaso” para una mujer -o el escape de la pobreza- puede depender de alcan- zar el matrimonio correcto.

Austen encontró el contenido para sus historias en la vida diaria. Era hija de un pastor anglicano y tenía una relación muy fuerte con su hermana mayor Cassandra: eran las únicas dos mujeres entre ocho hermanos. Para el director del Museo Casa que la evoca, la autora entendía a la perfección cómo aprovechar la “red social” que se tejía en torno a la poderosa iglesia de su época. “Conocía a todo el mundo y no se le pasaba ninguna conversaci­ón entre adultos o con sus hermanos mayores. Después, iba a su habitación y escribía”, explicó.

Su biografía, como su obra, abre misterios. La escritora, que nunca se casó -contrarian­do las convencion­es de su época- murió a los 41 años. Este año, la doctora Sandra Tuppen, de la Biblioteca Británica, propuso que pudo haber muerto por un envenamien­to con arsénico, investigan­do vestigios en tres pares de anteojos atribuidos a la escritora. Aún se teoriza sobre la causa de su temprana muerte. Algo no se discute: era dueña de una mirada implacable.

Dos siglos después, Jane Austen también es protagonis­ta en las redes sociales. Basta con escribir su nombre en Instagram para recibir miles de imágenes que hoy la evocan.

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Sensatez y sentimient­os. Los actores Hugh Grant y Emma Thompson en la versión del libro que el director Ang Lee llevó a la pantalla grande en 1995.
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Austen. Un retrato de época de la celebrada novelista.

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