Clarín

“La mirada importa más que cuarenta firuletes”

- Mariana Perel Especial para Clarín

Cuando parta me gustaría encontrar un escenario y que el tango sea mi eternidad, porque me lo dio todo.”

A los cuatro años escuchaba la radio, abrazaba la escoba y caminaba, como marchando. “Llevaba el ritmo de D’Arienzo en las piernas”. Toma la palabra como a un compañero de baile: “Me enamoré del tango antes de que supiera que se podía bailar”.

Acompañaba a La Ñata, su hermana mayor, al Club Platense. Aprendió mirando a otras parejas, “lo que me gustó fue el abrazo”. El baile le parecía una conversaci­ón, o un momento sexual. “La pareja empieza caminando con elegancia, ritmo; a medida que el tema avanza, el bandoneón tira pasos y pasos, siempre al piso, hasta que llega el gran momento, y acaba. Si mi-

rás las piernas te das cuenta: es un acto de amor”. La Ñata no la dejaba bailar y no pasó mucho hasta que la pequeña María se atreviera a desobedece­rla: “Agarré a un muchacho de la barra de mi hermana, sin que ella me viera, le dije: ‘haceme bailar’. Me abrazó, lo seguí. Sentí que estaba en el cielo”. En el Club Estrella de Maldonado conoció a Juan Carlos Copes. “Era pintón, aunque al principio no sabía bailar, después aprendió”. Copes y Nieves fueron pareja de baile y vida alrededor de cuarenta años. De los clubes a la calle Corrientes, de Brodway a París. Con el espectácul­o Tango Argentino impusieron el tango en el mundo. “Nunca me la creí, pero hoy cierro los ojos y se me representa Copes Nieves y digo: ‘Que pareja’. Éramos el tango mismo. Él, morocho, yo blanca como la leche, y sexy, si hasta me inventé ese tajo en la pollera que, al principio estaba abajo, después fue subiendo por mi pierna. La gente decía: ustedes no pisan el suelo, vuelan. Es que nos conocíamos mucho. Hasta nos equivocába­mos juntos”.

Alza el cuerpo que se bailó la vida para revelar algo de su talento: “Lo mío es natural, nunca tomé clases; yo hacía, nomás”. Advierte que todo está en la columna; que si sabés pararte cuando el hombre va hacia atrás no te lleva, o viceversa. Lamenta la dolencia que por estos días le impide bailar, aunque sus piernas la desobedece­n. “Los brazos abrazan, las piernas hacen todos los movimiento­s, son la base, pero también vuelan. Columna, brazos y piernas se hacen un solo cuerpo con el del compañero; sobre todo la columna: juntas son el tango mismo”. Se planta como aquella jovencita que se atrevió a desafiar a la hermana: “Los que escriben sobre tango sin haberlo bailado no saben nada”. Si su carácter tiene algo de arrabal: “Todo, yo soy muy tango. Ya veterana, digo que no es tan así que el hombre lleve y la mujer acompañe. Lógicament­e, si te marca un ocho no podés hacer un cuatro. Pero cuando la mujer sabe, no se queda esperando. Bailan los dos”. Hace poco la homenajear­on en el salón Marabú. Agradeció y anunció: “Les voy a regalar un tango de sa- lón”. Buscó al joven ganador del Campeonato Mundial de Baile. “El pibe bailaba tan distinto. Decía: ‘Que bien me seguís, sos una diosa’. ¿Qué pensaba? ¡Más vale que lo puedo seguir! -¿La mirada? -Ahora muchos no miran, no entienden que importa más que cuarenta firuletes. Es el espíritu del tango. Aunque estés peleada con el bailarín, en la pausa se condensan todo para volver a arrancar siguiendo el ritmo. -¿Se bailan todas las emociones? - Todas: amor, odio, dolor. Bailé pocas horas después de la muerte de mi hermano mayor, la gente no se dio cuenta. Bailaba y me transforma­ba. Volvía a casa y seguía llorando.

Más de sesenta años de profesiona­l y, antes de salir a escena, era siempre igual: “Me ponía nerviosa ver el cuadro anterior, me cansaba, pensaba que bailaba yo”. Se acercaba segundos antes de su turno, concentrad­ísima. “Me podías pellizcar que no me daba cuenta. Cuando salía a escena ya no era María Nieves, sino una mariposa. Sentía que no había nadie como yo”.

Dicta, con los ojos despiertos de tanto buscar al otro. “La nota tiene que terminar así: ‘Cuando parta me gustaría encontrar un escenario y que el tango sea mi eternidad, porque me lo dio todo. Si lo digo es porque lo siento en el alma’ . Su voz marcando el último compás. “Sabelo, nena, en el tango lo principal es el corazón”.

 ?? NICOLÁS FOONG ?? Una estrella. “Lo mío es natural, nunca tomé clases. Yo hacía, nomás”, dice la diva del baile porteño.
NICOLÁS FOONG Una estrella. “Lo mío es natural, nunca tomé clases. Yo hacía, nomás”, dice la diva del baile porteño.

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