Asegura que “El Club del Helicóptero” no descansa
Resulta increíble que el kirchnerismo duro procure la caída del Gobierno. Ello es un claro signo de la decadencia de los partidarios del relato K, y de la patética desesperación y falta de madurez política de muchos de sus dirigentes más encumbrados.
Ahora, les propongo a los lectores un ejercicio de imaginación: supongamos que el así llamado “Club del Helicóptero” lograse su objetivo que, luego de un año y medio o dos, el Gobierno se desmorone. Este hecho en sí confirmaría la existencia de la “pesada herencia”, y hasta le agregaría mucho más peso.
Ya nadie con dos dedos de frente podría dudar de ella: si un gobierno se vino abajo tras un período tan breve, eso quiere decir que la gestión anterior le tiene que haber dejado un embrollo formidable, agravado por el hecho de que había detentado el poder durante doce años, y casi siempre con mayoría en el Congreso.
Si hay un gobierno que se desmorona en poco tiempo, más allá de los casos de mala praxis que haya cometido, este hecho habla a las claras de una tremenda y sofocante precariedad previa. Si no fuese así, sería casi imposible que ocurriese semejante colapso. Que la feligresía kirchnerista no pueda plantearse tales reflexiones no habla muy bien de sus capacidades intelectuales. Estas se encontrarían embotadas por el fanatismo, y en el peor caso, serían bajísimas. Además, si los dirigentes y simpatizantes del anterior gobierno estuvieran seguros de la buena labor que hicieron, en primer lugar, cabría preguntarles por qué perdieron las elecciones. En segundo lugar, no podrían siquiera concebir la idea de que se caiga el gobierno que los sustituya. Sólo los que tienen -como suele decirse- cola de paja pueden alentar esa perversa ilusión. Jorge Ballario jballario@coyspu.com.ar