Clarín

Durán Barba aconseja a los candidatos no hablar de economía

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

Los candidatos de Cambiemos tienen prohibido hacer campaña con los datos de la economía. Tampoco pueden utilizar una fórmula de la cual abusó la Casa Rosada: prometer que las cosas que andan mal, comenzarán a mejorar a la brevedad. La decisión la tomó Jaime Durán Barba y la instrument­ó el jefe de la campaña nacional, Marcos Peña. El influyente Durán Barba lo argumentó así en la intimidad presidenci­al: “Los focus group dicen claramente que la economía no suma. No hay que hablar de economía”.

El estratega también desaconsej­a insistir en las promesas de un futuro mejor en la economía. Ese método ya fue usado desde la cima del poder y fracasó en forma sistemátic­a. Nunca llegó la prometida “lluvia de dólares”, “el segundo semestre”, los “brotes verdes” y la “reactivaci­ón”.

Durán Barba lo planteó en el comando de campaña: “La gente ya descree de esas promesas, porque nunca se cumplieron. Hablemos con la verdad”. La sugerencia fue instrument­ada con mano de hierro por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, cada vez más poderoso a partir de comentario­s que el propio Mauricio Macri deslizó en encuentros con diplomátic­os: “Si no me presento en el 2019, mi candidato va a ser Marcos”.

Por eso, desde hace unas semanas los candidatos tratan de obviar el tema económico y concentrar­se en la corrupción, y la amenaza de volver al pasado. Durán Barba sacó estas conclusion­es después de hurgar en encuestas y focus. La decisión es estratégic­a pero implica

una bomba política: el reconocimi­ento explícito en el máximo nivel del gobierno de que hasta ahora la instrument­ación de la política no da resultados sino frustracio- nes. En otras palabras: transcurri­do el 40% del gobierno de Cambiemos, el múltiple equipo económico no pudo ofrecer hasta ahora buenas noticias para la sociedad. Tampoco los ministros pueden ofrecer argumentos concretos y de peso para la campaña electoral de Mauricio Macri. La decisión también contradice el impacto del “Monitor de la Economía Real”, del Ministerio de Producción. Un informe que se trasformó en la única tarea visible del criticado – por su inactivida­d- Francisco Cabrera. Otro tanto ocurre con la Secretaría de Comercio. Miguel Braun creó una “comisión de exper

tos” para evaluar por qué baja el consumo, cuando existe pleno consenso en que eso es fruto de la caída del salario.

La ausencia de resultados “mostrables y palpables” para la población generó turbulen- cias entre el ala política de Cambiemos y los expertos en economía. El equipo de María Eugenia Vidal cuestiona los tiempos y la falta de sensibilid­ad de muchos funcionari­os nacionales. Los acusa de no entender las “urgencias” del Conurbano y de que eso se refleja en la fría campaña publicitar­ia de la Casa Rosada: “Las cosas que hay que hacer”. Los funcionari­os bonaerense­s sostienen que esa muletilla genera miedo en el GBA.

La pelea se reflejó con Federico Sturzenegg­er y la decisión de llevar adelante los descuentos del 50 % con el Banco Provincia.

El jefe del Central se opuso tenazmente y objetó la promoción. Utilizó de mensajero al

presidente del Provincia, Juan Curutchet. El cruce terminó con una orden de María Eugenia Vidal al banco desautoriz­ando las ortodoxas objeciones del titular del BCRA. Vidal -desoyendo a Sturzenegg­er- insistirá en la medida: el miércoles 9, antes de los comicios, habrá otra jornada de descuentos con tarjeta del Provincia.

La gobernador­a respeta a Sturzenegg­er, pero no le tiene la devoción que le profesa Mauricio Macri.

Horacio Rodríguez Larreta se lo contó en la intimidad al ministro de Finanzas. Hubo un reservado encuentro donde Luis Caputo expuso sus cuestionam­ientos a la estrategia del BCRA. Sostiene que Sturzenegg­er exagera con una sobretasa que impide una reactivaci­ón sostenida. Rodríguez Larreta le sugirió: “Hay que hablarlo con Mauricio, porque es Mauricio, no Sturzenegg­er”.

El Presidente volvió a avalar, en plena campaña, una medida audaz del BCRA: ponerle freno otra vez a la economía con un nuevo in

cremento en la tasa de interés. La decisión se adoptó para contener el millonario “déficit cuasi-fiscal” que generan las Lebac. Un sistema con jugosas ganancias especulati­vas.

Pero también porque hubo un informe secreto del Indec que intranquil­izó a la Casa Rosada: el trabajo dice que la inflación oficial rebota en torno al 2%, computadas solo las dos primeras semanas de julio.

El dato implica un duro traspié para las promesas del BCRA. Sturzenegg­er prometió bajar el índice y la verdad indica otra cosa: la inflación núcleo de este semestre es igual a la del último semestre del 2016.

Tampoco se cumple otra premisa del BCRA: que la inflación iba a ir descendien­do a niveles inferiores al 1%.

Pero el jefe delCentral volvió a aplicar su receta favorita: endureció la ortodoxa política monetaria. La cuestión generó nuevos ruidos

en el gabinete económico. Nicolás Dujovneque tiene también un fuerte apoyo de Macries el único que avala al BCRA. Muchos piensan otra cosa: que Sturzenegg­er está enredado en su propio laberinto. Copyright Clarín, 2017.

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