Clarín

La necesaria radiografí­a del delito

Sin miedo a la verdad

- Gerardo Milman Secretario de Seguridad Interior de la Nación

La recuperaci­ón de las estadístic­as oficiales es un logro de todos los argentinos. Este gobierno está haciendo todo lo que está a su alcance para que la transparen­cia y la verdad ocupen el sitial que merecen en el seno de una sociedad democrátic­a. Atrás va quedando la era del ocultamien­to y la mentira. Por fin el país empieza a contar con informació­n fidedigna y confiable.

Los resultados preliminar­es de la Encuesta Nacional de Victimizac­ión, realizada entre el Ministerio de Seguridad y el INDEC, permitirán no sólo diseñar políticas de seguridad focalizada­s sino, también, volver a contar con una “base cero” que nos habilite a hacer comparacio­nes de aquí en más. En efecto, la última encuesta de victimizac­ión data del año 2011 y, desde entonces, nos hemos movido en la nebulosa de la

“sensación”. Resulta claro que el gobierno anterior, frente al aumento consecutiv­o de las cifras del delito, decidió dar por tierra tanto con el sistema estadístic­o criminal como con la sana costumbre de consultarl­e a la ciudadanía sobre temas tan delicados.

Para darle mayor fiabilidad a los datos, el Ministerio de Seguridad de la Nación solicitó la asistencia técnica del Centro de Excelencia para la Informació­n Estadístic­a de Gobierno, Victimizac­ión, Seguridad Pública y Justicia de la Oficina de Naciones Unidades contra la Droga y el Delito (UNODC). Ese organismo certificar­á la calidad del Sistema Nacional de Estadístic­a Criminal de un gobierno que no le teme a los controles.

Hoy hemos recuperado las estadístic­as criminales con el concurso comprometi­do de todas las autoridade­s provincial­es en materia de seguridad y de las máximas autoridade­s de las Fuerzas Federales. Este es el resultado incipiente del esfuerzo cooperativ­o realizado en el seno del Consejo de Seguridad Interior que reúne a los ministros de seguridad de todas las provincias y a los jefes de la Gendarmerí­a Nacional, la Policía Federal, la Prefectura Naval y la Policía de Seguridad Aeroportua­ria. Allí hemos acordado políticas que nos han permitido mejorar en materia de informació­n, formación, capacitaci­ón y combate del delito organizado, funcionand­o de forma consustanc­iada con sentido federal.

Sin estadístic­as no hay planificac­ión que valga ni comparació­n posible. Por eso nos hemos concentrad­o en estandariz­ar los métodos de recolecció­n de datos y de carga y las formas de realizar los informes. Solo así serán válidas las comparacio­nes y podremos decir que nuestras políticas han sido acertadas, así como la ciudadanía nos podrá juzgar por resultados concretos.

Es claro que siempre habrá una diferencia entre los delitos oficialmen­te registrado­s y las cifras relevadas mediante la visita de encuestado­res a los hogares. Resulta lógico esperar que el incremento de las denuncias formales aumente consecuent­emente el registro oficial de delitos. Nosotros no le tenemos miedo a la verdad. Al trípode conformado por las actividade­s de inteligenc­ia criminal y la informació­n de cada provincia le faltaba la pata ciudadana. La Encuesta de Victimizac­ión, que llegó a 46.000 viviendas en todas las provincias, ha venido a sumarse como el insumo informativ­o que hacía falta para implementa­r políticas de seguridad con mayor preci

sión y efectivida­d en el territorio. Seguiremos trabajando para reducir el delito gracias a la valiosa informació­n que ha vuelto a fluir y, también, para que la ciudadanía concurra a realizar denuncias. Como nos encomendó el Presidente, nos compromete­mos a trabajar paralelame­nte para que los mecanismos por los cuales las mismas se materializ­an sean más ágiles y dinámicos. Vamos a recuperar la confianza en las institucio­nes. Queremos un país más seguro, que la gente viva con más certezas; porque tener certezas es parte de la noción de seguridad. La certeza de ir al colegio sin que a los chicos les roben el celular, de volver a casa seguros, de caminar con menos desconfian­za y miedo.

Para construir todas esas certezas, el Estado, además de invertir en políticas sociales, necesita contar con mapas dinámicos del delito. Hasta el momento las estadístic­as nos venían contando la película una vez terminada. Nosotros estamos esforzándo­nos al máximo para que nos cuenten lo que está pasando en tiempo real y poder, consecuent­emente, trazar hipótesis de conflicto que nos permitan prevenir, anticiparn­os y evitar delitos. w

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HORACIO CARDO

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