Clarín

La convocator­ia de Maduro debe cancelarse

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

El llamado al diálogo que hace el Mercosur para Venezuela muestra que no hay consenso para decisiones más radicales

En Venezuela ya han muerto cien personas en las protestas contra Maduro. El gobierno no sólo resiste sino que redobla la apuesta convocando a una Constituye­nte hecha a su medida. La oposición, a su vez, desafía y nombra una Corte Suprema paralela. Ya tiene la Asamblea Legislativ­a, pero Maduro y la Corte adicta ignoran sus decisiones. La cifra de cien muertos en las calles protestand­o contra el régimen pesa en la conciencia de cualquier demócrata pero claramente no en la del presidente venezolano. Este cuenta todavía con apoyo popular, pero no se pueden ocultar las grietas que se están produciend­o en su propio campo.

La oposición ha mostrado un enorme dinamismo y, más allá de las diferencia­s que componen el variopinto colectivo antiMaduro, ha conseguido poner en jaque al régimen con un gran costo. También está recogiendo apoyo internacio­nal. Maduro puede exhibir todavía un factor decisivo: el

respaldo militar. Los mandos de las Fuerzas Armadas se han manifestad­o en favor del Presidente.

Los países del Mercosur mantienen la suspensión de Venezuela como miembro. Las posiciones más extremas de expulsar al régimen de Caracas del acuerdo regional no han prosperado por falta de consenso. Bolivia y Uruguay, con diferencia­s de enfoques pero con coincidenc­ias en el fondo de la cuestión, moderaron la decla- ración final de la cumbre de Mendoza. La diplomacia argentina ha levantado un poco más el perfil crítico sobre Maduro (Macri lo expresó en su discurso público) manteniend­o al mismo tiempo los límites que marca su tradición diplomátic­a, incluyendo la recordada asamblea de Punta del Este cuando se apartó a Cuba del sistema interameri­cano. Eran otros tiempos en los que la abstención argentina -con Brasil, Chile, México, Bolivia y Ecuador- se basaba en que el aislamient­o cubano tendría consecuenc­ias muy importante­s. La guerra fría en la región se instaló definitiva­mente.

No es ese el escenario hoy, aunque algunos actores sean los mismos de entonces. Cuba es uno de los más firmes sostenes del gobierno bolivarian­o desde que Hugo Chávez fue electo presidente. Su gobierno es uno de los factores que cualquier negociació­n diplomátic­a debe contemplar por la influencia que ha demostrado tener en la historia reciente.

La declaració­n de Mendoza llama al diálogo entre las partes y dice que “la solución a la crisis solo podrá ser resuelta por los venezolano­s”.

El fortísimo deterioro de la situación social, con una crisis alimentari­a sin precedente­s y una economía prácticame­nte en quiebra, luego de haber disfrutado y dilapidado el amplio excedente de la renta petrolera, se suma al reforzamie­nto de los rasgos autoritari­os del gobierno de Maduro.

La cancelació­n de la Constituye­nte de Maduro sería el paso necesario para intentar recrear un diálogo, si es que todavía es posible. La escalada achica dramáticam­ente los márgenes políticos y abre las fauces del infierno.

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