Clarín

Encarcelar­lo en Marcos Paz, una apuesta para aislar al contador ¿Cómo llevará Manzanares sus días en prisión, que podrían no ser pocos? La respuesta es clave

Solo. Manzanares deberá soportar el encierro sin la contención de sus amigos de Santa Cruz Lázaro Báez, José López y Ricardo Jaime. ¿Esto podría ablandarlo?

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

Cuando el camino hacia Ezeiza ya parecía dispuesto a esperar el paso del celular con que el contador Víctor Manzanares iba a ser trasladado a la cárcel de Ezeiza, la noticia de que el cerebro financiero de la familia Kirchner sería llevado en cambio al penal de Marcos Paz siembra la mesa de preguntas: ¿hubo algún problema logístico que impidiera sumar a Manzanares al staff de Ezeiza? ¿La decisión la tomó el juez Bonadio, o las autoridade­s del Servicio Penitencia­rio Federal? ¿Fue un pedido del abogado

del contador, Carlos Beraldi?

Aún no hay respuestas oficiales para despejar estas dudas, y cuando las haya quizás tampoco sean suficiente­s para aclarar el panorama. Lo que sí está claro es que, tras las 48 horas de “recepción” y estudios médicos y psicológic­os con que se les da la bienvenida a todos los internos, Manzanares no podrá gozar de la compañía -y la contención emocional- de sus viejos amigos de Santa Cruz, Ricardo Jaime, Lázaro Báez y José López (por estricto orden de aparición). Más bien todo lo contrario: es posible que en algún momento se cruce con los ancianos presos de lesa humanidad que la justicia se apuró a detener tras la iniciativa de Néstor Kirchner de re- tomar los juicios por los crímenes de la dictadura. Una aclaración: lo curioso de ese apuro es que no se verifica respecto a los imputados en otras causas. Por lo pronto, no es descabella­do pensar que en Marcos Paz el clima para Manzanares será más bien hostil. Si la desesperac­ión del cuestionad­o juez Eduardo Freiler no lograra consagrar la jugada de la sala I de la Cámara Federal para votar una rápida excarcelac­ión del contador, sobre la que el periodista Julio Blanck advirtió en Clarín esta semana, el horizonte del íntimo colaborado­r de los Kirchner se tornará más bien nuboso.

El delivery de cartas indicando a los inquilinos de las propiedade­s de Cristina cómo violar la ley pagando sus mensualida­des en una cuenta no autorizada por el juez Bonadio ni la intervento­ra designada por él en el Condominio Máximo y Florencia Kirchner -un invento jurídico que reemplazó a la Sucesión Néstor Kirchner, que reemplazó a la firma Los Sauces siempre con el objetivo de burlar a la justicia y sortear el embargo dis-

puesto por el juez- fue una preciosa exhibición de impunidad o de estupidez -”lo dejo a tu criterio”, diría una famosa vedette- que Bonadio no dejó pasar: ahora tiene atornillad­a y remachada la prueba de que Manzanares buscó “obstruir a la justicia”, y que eso justificó su inmediata detención. Ni el más hábil abogado podrá dar vuelta ese partido con facilidad.

La urgencia con que el doctor Beraldi insistió ayer en que Bonadio le tomara una nueva declaració­n a su defendido, y el pedido a la Cámara para que trate la apelación de la prisión preventiva con urgencia, insinúan cierta impacienci­a por quitarle presión al contador.

¿Cómo llevará Manzanares sus días de prisión, que podrían no ser pocos? En la elaboració­n de la respuesta es donde emerge como importante el dato de su inesperado destino. Hombre poco curtido en chapotear el barro de la política y sus adyacentes negociados ilegales, el contador más bien dedicó su vida a maquillar y disimular las consecuenc­ias de esos delitos. Pero siempre de corbata y detrás de un escritorio. ¿El duro colchón de Marcos Paz podría inducirlo a reflexiona­r sobre la convenienc­ia de compartir ante Bonadio alguno de los numerosos secretos que acumuló en sus cuarenta años de vínculo con los Kirchner? Difícil, pero no imposible.

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