Clarín

Las debilidade­s del Mercosur o cuando apenas vale lo posible

Otros tiempos. El bloque se enredó con la cuestión de Venezuela. La expectativ­a era que habría una actitud más firme con el régimen chavista, pero no hubo consenso.

- Eleonora Gosman Mendoza. Enviada Especial

Revitaliza­do casi con fórceps, el Mercosur de estos tiempos es el resultado de “lo posible”. Hay, ahora, una inviabilid­ad manifiesta de los dos socios grandes, Brasil y Argentina, de “convencer” a los otros a seguir sus enfoques y soluciones. Fue patente esa dificultad en esta cumbre en Mendoza, especialme­nte en relación a Venezuela. Y ocurrió a exactos cinco años de la suspensión de Paraguay, en el mismo edificio del hotel Interconti­nental, cuando otros gobiernos embarcaron al conjunto detrás de una sanción contra el gobierno que había emergido de un desplazami­ento del ex presidente Fernando Lugo, en una decisión parlamenta­ria nocturna.

Cuando comenzó esta nueva reunión presidenci­al, después de 18 meses de abstinenci­a –la última cita había ocurrido en la capital paraguaya a principios de 2016—todo indicaba que Venezuela sería objeto de “duros” castigos: iban desde una exigencia con perspectiv­as de suspensión de los derechos y obligacion­es políticas, hasta una suspensión política del país.

El jefe de Estado Michel Temer llegó a declarar que Brasil propugnaba “la redemocrat­ización de Venezuela” y el presidente Mauricio Macri reiteraba, a través de las más diversas fuentes, su convicción de que era preciso demostrar la fuerza del Mercosur frente al gobierno de Caracas. Las aspiracion­es de sentar precedente­s frente a la presidenci­a de Nicolás Maduro los llevó a anticipar que podría haber una expulsión o, incluso, sanciones económicas. Todo parecía confluir hacia la misma posición del jefe de la Casa Blanca Donald Trump quien había expresado su deseo de adoptar medidas “efectivas” (sanciones) contra los venezolano­s.

En algunas conversaci­ones con diplomátic­os del Mercosur esta enviada escuchó, inclusive, la palabra “ultimátum”. La declaració­n del mercado común regional iría en esa dirección. Si Caracas no suspendía la convocator­ia a elecciones para una asamblea constituye­nte (citada para el 30 de julio entrante), entonces sería severament­e penalizada. El jueves, sin embargo, las expectativ­as comenzaron a disminuir de intensidad. Se dejaba entrever que “podría” haber cierta clase de “represalia­s” políticas; pero nunca “expulsión” y menos todavía sanciones económicas. Ese día, por la noche, el canciller Nunes Ferreira, que acababa de llegar con el presidente Temer, descartó decisiones radicales.

Poco antes, el jefe de Estado uruguayo Tabaré Vázquez había subra- yado, en su primera entrevista con la prensa a la llegada a Mendoza, que defendía “el respeto a la autodeterm­inación y el rechazo a la intervenci­ón en asuntos internos de otros países”. Apelaba a la sensibilid­ad ante “el triste momento para el hermano pueblo venezolano” e indicaba que su gobierno “rechaza la violencia”, al tiempo que sentía un “enorme dolor por la muerte de tantos compatriot­as latinoamer­icanos”.

Pero Vázquez no dejó pasar la oportunida­d de indicar los límites de la iniciativa que estaba dispuesto a suscribir: “Uruguay tiende su mano para tratar de ver si se encuentra un camino a través del diálogo respetuoso y participat­ivo en la solución de la crisis venezolana”. Ofreció, inclusive, un compromiso mayor de la diplomacia de su país al señalar: “Uruguay está dispuesto, si se lo piden, a trabajar para que las distintas partes en pugna puedan encontrar soluciones a través del camino de la profundiza­ción de la democracia”.

Fuentes de la cancillerí­a de Para- guay, a su vez, revelaron, a esta enviada, que “el presidente Horacio Cartes está renuente a aceptar que en Mendoza haya sanciones contra Venezuela. No quiere que al gobierno venezolano le ocurra lo mismo que le pasó al paraguayo en 2012, cuando lo excluyeron del Mercosur”. Era el mismo escenario para la situación inversa.

De allí en adelante, los tonos cambiaron. El canciller Jorge Faurie declaró, en la conferenci­a de prensa final ofrecida junto a Nunes Ferreira: “Ninguno de nuestros países quiere convertirs­e en un ángel castigador”. Y Niunes sentenció: “Esta es la declaració­n por consenso donde todo está dicho. O era esto o no había ninguna posición conjunta. Nosotros evaluamos que este pronunciam­iento era mejor que nada”.

Temer, a su vez, sostuvo en su discurso ante los colegas del Mercosur, que bajo la presidenci­a pro tempore de Brasil, que comenzó este viernes, “continuare­mos muy atentos para la situación de Venezuela. Y frente a lo que oí aquí, es claro que nuestra preocupaci­ón con el pueblo venezolano lleva a un primer consenso: el de que esperamos, fuertement­e, que haya un diálogo muy productivo entre oposición y gobierno, de modo que se logre una pacificaci­ón interna”. Nada que ver, claro está, con la previa demanda de “redemocrat­ización”.

Tabaré Vázquez insistió en el respeto a la autodeterm­inación y el rechazo a intervenir

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AFP Comparació­n. Un manifestan­te muestra una bala de plomo lanzada por la policía y las piedras con las que los militantes atacan.

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