Pagan casi US$ 2 millones por una bolsa llena de polvo traído de la Luna
Lo recolectó Neil Armstrong durante la primera caminata lunar de la historia, en julio de 1969.
La bolsa de recolección utilizada por Neil Armstrong en la primera misión del hombre a la Luna en 1969 fue vendida por 1,8 millón de dólares en una subasta de objetos relacionados con viajes al espacio organizada por la casa Sotheby’s. El comprador no quiso ser identificado. Se esperaba que el precio de venta fuera de entre 2 y 4 millones.
El polvo de la misión espacial Apolo 11 había sido vendido en una subasta por internet y la NASA había peleado por recuperarlo, pero en diciembre del año pasado un juez falló que le pertenecía legalmente a una mujer de Chicago que lo había com- parado en 2015 por sólo 995 dólares.
La casa de subastas declinó revelar el nombre del comprado. Sin embargo, los detalles de la subasta online efectuada en 2015 se hicieron públicos en las últimas horas.
Unos investigadores encontraron la bolsa en el garaje de la casa de un hombre que había sido acusado de robar y vender artefactos de un museo, incluyendo algunos que habían sido prestados por la NASA. La bolsa de 30 por 20 centímetros había sido catalogada erróneamente y se vendió en una subasta del gobierno on line.
Nancy Carlson, del estado de Illinois, fue la compradora de la bolsa que a primera vista parecía ordinaria. Pero Carlson, una coleccionista rigurosa, sabía que pertenecía a algún viaje espacial y la mandó a la NASA para que la examinaran. Cuando la agencia descubrió su importancia y que contenía rastros de polvo lunar, peleó por quedársela.
El juez de distrito, Thomas Marten, en Kansas dijo que él no tenía la autoridad para revertir la compra, así que ordenó que el gobierno la regresara.
En la subasta también se vendió el plan de vuelo del Apolo 13, con anotaciones de los tres tripulantes, por 275.000 dólares. Todo un hito en la historia de las reliquias traídas del espacio.
“Bob, soy Gene. Estoy en la superficie, y como doy el último paso del hombre en esta superficie, de vuelta a casa por algún tiempo -aunque no hasta un futuro muy lejano-, simplemente me gustaría decir algo para la historia. Este desafío estadounidense de hoy forjó el destino del hombre del mañana. Y, al salir de la Luna, nos vamos como vinimos y, si Dios quiere, como volveremos, con paz y esperanza para toda la humanidad. Que Dios acompañe a la tripulación del Apolo 17”. Esas fueron las palabras pertenecen a Eugene Cernan, el último astronauta en pisar la Luna el 11 de diciembre de 1972. En su discurso de despedida, no obstante, hubo un error de proyección. El futuro no tan “lejano” al que se refirió se convirtieron en 45 largos años del hombre alejado del satélite.
Hay, sin embargo, un rastro ineludible que modificó la forma de mirar el universo y también al planeta Tierra: ese polvo que, ahora se sabe, sale una fortuna.