Clarín

Desprender­se de mandatos y prejuicios

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Con indudable humor, Agatha Christie -que dominaba bastante más que los recursos del misterio y la novela policial- recomendab­a casarse con un arqueólogo, para asegurarse así mante- ner inalterabl­e el interés del marido.

Sin llegar a esos extremos, y a contramano de cierto discurso consagrado, la edad tiene sus ventajas, y van más allá de lo que pregonaba el igualmente sarcástico George Bernard Shaw: “Dejan de dolerte las muelas y se dejan de escuchar las tonterías que se dicen alrededor”, o el no menos irónico André Gide al hablar de beneficios saludables como “derramar mucho del alcohol que nos gustaba beber”.

Es que, con el paso del tiempo, y si además de cumplir años hemos crecido y madurado convenient­emente, deberíamos habernos sacudido una cantidad de prejuicios, mandatos y condiciona­mientos, sujetos a la mirada externa, al qué dirán, a las opiniones lanzadas sin conocimien­to de causa en su inmensa mayoría y animarnos más a ser nosotros mismos. A, por ejemplo, poder decir sin pudor “te quiero”, despojados de cualquier clase de especulaci­ón respecto a quién lo pronuncia primero, o a las consecuenc­ias de semejante declaració­n. A ser capaces de decirlo incluso a las amigas o a los amigos, sin cálculo, sin temor a malas interpreta­ciones o equívocos, con la simple conciencia de que no hay que dar por sentado los sentimient­os, de que hay palabras que nunca estarán de más, consciente­s del poder de las que pronunciam­os.

Como aquellas de Marlene Dietrich: “Si pudieras marcharte ahora y volver hace diez años”. A veces, la edad deja también un resquicio para añorar lo imposible.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina