Clarín

El ‘Rusiagate’ complica más a Trump: su yerno admitió varios contactos con Moscú

Jared Kushner declaró ante una comisión del Senado que tuvo cuatro encuentros con funcionari­os rusos. Pero negó haber conspirado con el Kremlin para una derrota de Hillary.

- WASHINGTON. CORRESPONS­AL Paula Lugones plugones@clarin.com

Salvo en los círculos de poder de Nueva York o Washington, pocos estadounid­enses conocían la voz de ese hombre delgado de peinado prolijo, labios finos, tez intensamen­te blanca y cara de niño bueno incapaz de travesuras. Es que a Jared Kushner sólo se lo suele ver callado en algún costado de alguna conferenci­a de prensa, una reunión en la Casa Blanca o en la escalerill­a del Air Force One. Pero ayer el yerno de Donald Trump, de 36 años, tuvo que salir de su mutismo y afrontar un día de intensa exposición pública, que incluyó un testimonio ante el Senado y una declaració­n a los periodista­s en los jardines de la mansión presidenci­al por el cada vez más complicado “Rusiagate”. Kushner, que además de ser del círculo familiar es uno de los más influyente­s asesores del presidente de los Estados Unidos, admitió haberse reunido cuatro veces con distintos funcionari­os y personalid­ades rusas, aunque negó cualquier tipo de conspiraci­ón para que Moscú influyera en la campaña electoral en la que se impuso el magnate republican­o.

El marido de Ivanka Trump testificó a puerta cerrada ante el Comité de Inteligenc­ia del Senado y hoy lo hará ante el mismo comité de la Cámara de Representa­ntes. “Todas mis acciones fueron correctas y ocurrieron dentro del transcurso normal de los acontecimi­entos de una campaña electoral muy singular”, dijo Kushner en un inusual encuentro con la prensa en la Casa Blanca tras dar su testimonio en el Congreso.

Bien temprano por la mañana Kushner había dado a conocer el documento que presentarí­a ante los senadores y dijo que los contactos con el embajador de Moscú en Washington, Serguei Kislyak, entre otros, eran parte de su papel como nexo de Trump con gobiernos extranjero­s. “No conspiré ni conozco a nadie de la campaña que conspirara con cualquier gobierno extranjero”, dice el texto. “No tuve contactos impropios. No usé fondos rusos para financiar mis actividade­s de negocios en el sector privado. He intentado ser totalmente transparen­te”, añadió en su primera declaració­n pública y detallada sobre el “Rusiagate”.

Los Comités de Inteligenc­ia de las dos cámaras del Parlamento estadounid­ense, el FBI y el fiscal especial Robert Mueller están investigan­do si hubo complot entre miembros de la campaña de Trump (Kushner era uno de los principale­s asesores electorale­s) y funcionari­os rusos para intentar influencia­r en el resultado de las elecciones de noviembre, en las que el líder republican­o se alzó como ganador.

Kushner está en el foco de las sospechas tras salir a la luz un encuentro suyo con la abogada rusa Natalia Veselnitsk­aya (que luego se supo que trabajó en un juicio a favor de la ex KGB) durante la contienda electoral, en la que también participar­on el hi- jo menor del presidente Donald Trump Jr. y el ex jefe de campaña Paul Manafort. Según admitió el propio hijo del presidente, él había accedido al encuentro porque le habían prometido darle material compromete­dor sobre Hillary Clinton para perjudicar­la en la campaña, hasta ahora la pista más evidente de que el círculo cercano al entonces candidato daba luz verde a que Rusia se metiera en la contienda.

Kushner describió sus cuatro contactos con los rusos. El primero fue una reunión con el embajador Kislyak al margen de un acto de campaña de Trump en abril de 2016. El organizado­r del evento le presentó a cuatro embajadore­s, entre ellos el representa­nte de Moscú. Ninguna de las conversaci­ones duró más de un minuto, aseguró.

El segundo fue el encuentro durante la campaña electoral con la ya famosa abogada rusa. Kushner dijo que llegó tarde a la reunión y que se dio cuenta muy rápido de que la conversaci­ón era una pérdida de tiempo, sostuvo. El intercambi­o de correos electrónic­os que llevó a esa reunión no lo leyó, aseguró. Era la parte más sensible del testimonio y pareció des-

ligarse totalmente de la responsabi­lidad de la cita para pasársela al hijo de Trump, quien fue el que aparenteme­nte organizó todo. “Kushner tiró a Donald Jr abajo del ómnibus”, titulaba ayer un analista en The Washington Post.

Kushner describió como tercer contacto una reunión con el embajador ruso en la Trump Tower después de las elecciones. El joven negó que en ella Kislyak propusiera un canal de comunicaci­ón secreto, como informó en mayo el Post. Como cuarto encuentro el yerno de Trump mencionó una reunión con el banquero ruso Serguei Gorkov, en diciembre en la Trump Tower.

El testimonio de Kushner y el próximo de Trump jr es un indicio de que las balas del “Rusiagate” caen cerca del presidente. Trump y Kushner comparten muchas cosas ya que Jared es también un millonario que heredó el imperio inmobiliar­io de su padre. Al joven también le gustan las torres y las transaccio­nes riesgosas e incluso llegó a comprarse un semanario, el New York Observer.

El presidente parece cada vez más molesto con el “Rusiagate”. En un tuit por la mañana volvió a fustigar a su secretario de Justicia, Jeff Sessions. “Por qué las comisiones y los investigad­ores, y por supuesto el atribulado secretario de justicia, no están examinando las relaciones de la Deshonesta Hillary con Rusia?”, tuiteó Trump. En Washington ya comenzó a sonar el nombre de Rudolph Giuliani como su remplazant­e.

Kushner es el primer miembro del círculo íntimo de Trump que declara por el Rusiagate.

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REUTERS Sonriente. Jared Kushner, el yerno de Trump, aparece ante la prensa tras declarar ayer en el Senado.

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