Clarín

Los hombres tienen la mitad de los espermatoz­oides que hace 40 años

Surge de un estudio internacio­nal. El uso de drogas, la mala alimentaci­ón y la polución también figuran entre las causas. Pero aseguran que no es una traba para buscar un hijo.

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Un estudio de la Universida­d de Jerusalén dice que entre 1973 y 2011 el número de espermatoz­oides por milímetro disminuyó un 52,4 %. Lo atribuyen al estrés crónico, el tabaco, el alcohol y la polución del medio ambiente. En la Argentina, aumentan los casos de infertilid­ad.

La cantidad de espermatoz­oides que los varones occidental­es producen está en baja: esa es la conclusión principal que determinó un estudio que llevó a cabo la Universida­d Hebrea de Jerusalén y que publicó la revista Human Reproducti­on Nature. Según establecie­ron, entre 1971 y 2011 el número de espermatoz­oides por milímetro de esperma se redujo 52,4 por ciento entre los hombres de países occidental­es. Las cifras se complement­an con las que publicó el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires en estudio reciente, que sostenían que la producción de espermatoz­oides había bajado al 50 por ciento en medio siglo. Los especialis­tas de la universida­d israelí, encabezado­s por el investigad­or Hagai Levine, determinar­on que la caída en la producción de esperma es del 1,4 por ciento anual.

“Para que baje la cantidad de espermatoz­oides inciden muchos factores de esta época: aumenta el estrés, hay tabaquismo, hay un consumo de marihuana, de alcohol y de cocaína que es mayor al que había hace cincuenta años, hay mayor contaminac­ión ambiental, la alimentaci­ón es peor, hay mayor sedentaris­mo y se duermen menos horas”, resume

Jonathan Finkelstei­n, urólogo y andrólogo del instituto médico Halitus, dedicado a técnicas de reproducci­ón asistida.

Enseguida matiza: “Sin embargo, una cosa es la cantidad de espermatoz­oides, y otra cosa es la morfología y la movilidad de esos espermatoz­oides. Son muchos los factores que determinan el potencial fértil de una persona, es decir, su capacidad de lograr un embarazo. Para ese potencial, los valores de un espermogra­ma pueden importar pero no son una determinac­ión directa”.

El fenómeno es percibido a nivel global. En 1999, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) estabelcía que el valor de referencia de un espermogra­ma era de 20 millones de espermatoz­oides por mililitro, mientras que en 2010 ubicó ese valor en 15 millones. “Consideram­os que un valor normal se ubica entre los 15 y los 20 millones, pero hay que ver el análisis completo del paciente para conocer su situación”, explica Finkelstei­n, y enseguida advierte: “Hacer una consulta para determinar la cantidad de espermatoz­oides que el paciente produce antes de buscar un embarazo es un no rotundo, porque puede condiciona­r esa búsqueda

“No necesariam­ente una cantidad baja en el conteo de espermas significa infertilid­ad”.

cuando en realidad hay espermogra­mas con niveles bajos que logran embarazos sin problemas: no se deben hacer estudios porque sí”.

El estudio publicado en Human Reproducti­on Update contó con la participac­ión de 43.000 hombres de todos el mundo. Entre otras conclusion­es, la investigac­ión determinó que la baja de cantidad de espermatoz­oides en la eyaculació­n tuvo un retroceso aún mayor: un 59,3 por ciento.

Para Jorge Villemur, andrólogo y endocrinól­ogo, tampoco es convenient­e realizar un conteo de espermatoz­oides “antes de que se frustre una búsqueda de embarazo, si no hay ningún otro motivo para hacerlo”. Según el especialis­ta, “los tóxicos ambientale­s son actualment­e los factores menos estudiados respecto de la baja de producción de espermatoz­oides, que se viene apreciando hace décadas y que ha provocado que la Sociedad Internacio­nal de Andrología revise periódicam­ente los estándares de normalidad de los conteos”. Según el especialis­ta, “el estrés es también uno de los factores más determinan­tes, pero sabemos las condicione­s en las que todos vivimos actualment­e”.

En cuanto a la incidencia que esa baja en la fertilidad, Villemur explica: “Con el advenimien­to de técnicas de fertilizac­ión asistida, tiende a reducirse la incidencia del factor masculino, porque la cantidad de espermatoz­oides necesarios se ha acortado tanto que ya no suele ser un problema un conteo bajo”.

Consultado sobre si la baja en la producción de espermatoz­oides incide en la tendencia decrecient­e de la natalidad global, el experto sostiene: “Ese decrecimie­nto tiene más que ver con una cuestión cultural muy evidente en países de Occidente, que implica un retraso en el momento de tener hijos por expectativ­as personales o profesiona­les, que con factores biológicos”.

Santiago Brugo Olmedo es cirujano, está especializ­ado en Medicina Reproducti­va y dirige el centro Seremas. “Hay mucha gente con semen con conteos bajos, cuyos espermatoz­oides tienen menos movilidad, y no son infértiles. Pero hay que considerar un factor: así como hay un reloj biológico en la mujer, digamos que a partir de los 50 años, un varón también puede tener problemas de fertilidad y en la genética de su descendenc­ia”.

Para los especialis­tas, no hay una forma específica de “cuidar” la producción de espermatoz­oides, pero la reducción de factores de riesgo como la mala alimentaci­ón, el estrés y el sedentaris­mo incide también en la composició­n del esperma.

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Buscando vida. Una imagen de microscopi­o de los espermatoz­oides en su viaje de fecundidad.

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