Clarín

Cerró la canilla

La medida comenzaría a regir este fin de semana. Los líderes políticos buscan un acuerdo para evitarlo.

- Francisco

Ayer todas las bellas fuentes del Vaticano quedaron secas: el papa Francisco ordenó cortar el agua para ahorrar. La medida se toma en la peor sequía en Italia en décadas y que obligaría a racionar el consumo.

En una Italia sedienta por la peor sequía que se recuerda, que abarca dos tercios del país y de los campos cultivados, Roma está amenazada por un racionamie­nto del agua que comenzaría este fin de semana y que abarcaría a rotación a la mitad de los tres millones de habitantes por un lapso de ocho horas. La crisis ha detonado en una emergencia que desata una crisis política con amplio intercambi­o de culpas.

Ayer todas las bellas fontanas del Vaticano quedaron secas por orden del Papa Francisco, que ordenó cortar el agua para ahorrarla. Lo mismo está ocurriendo en las fuentes de la Urbe y el montón de turistas que se arrastran bajo la canícula no encuentran el alivio de los bebederos públicos que desde hace cientos de años les alivian la sed: de los 2.500 “nasones” (narigones), como llaman a las canillas de las pequeñas “fontanelle” distribuid­as por toda Roma, solo funcionan 28.

En una carrera contrarrel­oj, se reú- nen el gobierno de la región Lazio, del partido Democrátic­o, gobernante a nivel nacional, con sus rivales del Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo, que controla Roma. Buscan ponerse de acuerdo para evitar el racionamie­nto. Hasta ahora no lo han logrado, pese a que si este fin de semana comienzan los cortes de agua masivos el prestigio de Roma e Italia sufrirán otro fuerte golpe.

Los cambios climáticos vienen batiendo récords negativos de calor insoportab­le en los últimos años y 2017 se revela como uno de los más calientes de los últimos dos siglos. Los institutos especializ­ados sostienen que el territorio será cada vez más seco y árido, con una caída de al menos el 20% de las lluvias que caen durante el verano. En Roma la última vez que vino agua de arriba fue poca, a fines de mayo. “La situación es crítica”, reconoció el ministro italiano del Medio Ambiente.

Una de las fuentes de aprovision­amiento principale­s, el lago de Bracciano, 50 kilómetros al norte de Roma, está en niveles más que alarmantes. “Si sigue bajando, se producirán daños irreparabl­es al ecosistema”, denuncian los científico­s.

La falta de agua se agrava por el estado calamitoso de muchos acueductos. Algunos se remontan a la época del Imperio. En Roma se pierde por los tubos de transporte en mal estado el 46% del agua potable, contra el 15% en Milán. El sistema agropecuar­io ha sufrido daños en los últimos tres meses calculados en 2.000 millones de euros. Se espera que las lluvias que llegan desde el centro norte europeo alivien la situación.

La agricultur­a, la ganadería y la cría de animales se toma el 51% del agua que se gasta y se malgasta en Italia, país que vende a los ciudadanos a un precio bajísimo el elemento cada vez más escaso. Los 60 millones de habitantes usan solo el 20%, aunque cada italiano consume diariament­e 245 litros de agua potable. Una familia media usa 200 mil litros de agua al año pagando solo 13 euros mensuales.

Veinte municipios en torno a Roma ya tienen racionada el agua. Se es- pera que agosto disminuya la gravedad de la situación porque en Roma muchos habitantes se toman vacaciones y el consumo disminuye. Pero si el recalentam­iento del termómetro se extiende a setiembre volverán agravados los problemas.

Con el actual ritmo de inversione­s en los trabajos para reparar los acueductos se tardaría más de cien años en tener un sistema eficiente, evitando las pérdidas enormes de agua que se filtran por los tubos de los acueductos, que son verdaderos coladores. El ministro de Infraestru­cturas, Graziano Delrio, propuso un plan de 294 millones de euros para mejorar 101 diques de irrigación, de los cuales 79 están en el sur del país, para recuperar 1,3 billones de metros cúbicos de agua que ahora se pierden.

Más de la mitad de las 20 regiones italianas reclaman el estado de calamidad por las sequías. En el norte, el lago de Garda cuenta con sólo el 34,4 de volumen de agua, mientras que el legendario río Po, el más grande de Italia, se está convirtien­do en un sendero. Cerca de la ciudad de Pavía su nivel es de 3,5 metros bajo el cero hidrométri­co, un desastre.

A esto se agrega la pesadilla de los incendios que han estallado por el calor intenso en casi todo el país. Italia transita de emergencia en emergencia, en un marco de decadencia política y estancamie­nto económico.

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AP Piedras. El legendario río Po, el más grande de Italia, cerca de Turín, comienza a secarse.
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ANSA Seca. Una fuente en la Plaza San Pedro, del Vaticano, cerrada por orden del Papa.

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