Los musulmanes mantienen su boicot a la Explanada, pese al repliegue de Israel
Rechazan rezar dentro de la mezquita de Al Aqsa. Y exigen el retiro de las vallas y cámaras de seguridad en la zona.
Las autoridades musulmanas decidieron ayer mantener su boicot a la Explanada de las Mezquitas, un lugar santo del islam en Jerusalén Este ocupado por Israel, pese a la retirada de los detectores de metales en la entrada del sitio. Por tal motivo, rechazan rezar en el interior de la Mezquita de Al Aqsa y sólo efectúan sus plegarias en el exterior del templo.
La instalación de esas medidas de seguridad -resistidas por los musulmanes- había desatado una ola de protestas y enfrentamientos que dejaron ocho muertos, cinco palestinos y tres israelíes, en poco más de una semana. Ayer a la madrugada operarios israelíes empezaron a levantar los detectores, pero mantuvieron corredores vallados y cámaras de seguridad en varios puntos de la zona, lo que irrita a los palestinos.
La población musulmana ve en estas acciones una toma de control del lugar de culto islámico. La Explanada alberga la Mezquita de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca, y es considerada el tercer lugar más sagrado en el islam. A la vez, es el lugar más sagrado para el judaísmo, que lo denomina Monte del Templo, a cuyos pies se encuentra el Muro de los Lamentos.
Israel decidió retirar los detectores tras una intensa movilización diplomática internacional y por temor a que los enfrentamientos de los últimos días se extiendan a todos los territorios palestinos. También influyó en la decisión una crisis diplomática con Jordania a raíz de un incidente en la embajada de Israel en ese país con un israelí acuchillado y dos jordanos muertos a balazos.
El giro israelí coincide, además, con la llegada a Israel del emisario para Oriente Medio del presidente estadounidense Donald Trump, Jason Greenblatt, y las declaraciones del enviado de la ONU, Nickolay Mladenov, sobre la necesidad de encontrar una solución antes del viernes.
Desde hace días y como signo de protesta, cientos de musulmanes decidieron rezar en el exterior, donde ayer varios miembros de las fuerzas de seguridad israelíes seguían vigilando la entrada del lugar santo.
“Lo que queremos y pedimos es que todo vuelva a ser como antes del 14 de julio”, explicó Mohammed Hijazi, sintetizando la posición de los palestinos. El hombre viajó desde el norte de Israel para participar en las manifestaciones. “Cuando esto ocurra, estaremos dispuestos a volver a rezar en la mezquita Al Aqsa”, agregó.
Los detectores de metales fueron instalados el 16 de julio, dos días después de la muerte de dos policías a manos de tres árabes israelíes, que según los autoridades escondieron sus armas en la explanada. Fue el inicio de las protestas palestinas y la reacción de las fuerzas israelíes.
Los violentos choques estallaron la semana pasada entre manifestantes y las fuerzas de seguridad israelíes. Dejaron un saldo de cinco palestinos muertos y decenas de heridos en Jerusalén Este y en Cisjordania, donde tres israelíes fueron asesinados por un palestino en una colonia.
El presidente palestino, Mahmud Abbas, decidió cortar los contactos de coordinación con Israel. “Continuaremos con la congelación de las relaciones bilaterales hasta que se eliminen las instalaciones que ha puesto en Al Aqsa”, advirtió.
El enviado especial de la ONU sostuvo que la crisis en la Ciudad Vieja de Jerusalén vuelve a poner de manifiesto el “grave riesgo de una escalada”, con efectos en toda la región.