Los líderes de Libia acuerdan una tregua con el auspicio de Macron
Buscan pacificar el país del norte de Africa, inmerso en una feroz guerra civil. Prometen llamar a elecciones.
Después de la visita de Donald Trump a París, es el turno de Libia para Francia. El presidente “jupiteriano” Emmanuel Macron despertó a una Europa adormilada por las vacaciones de verano con un encuentro ayer entre los dos rivales libios, que impiden la estabilización del país pos Khadafi. Una búsqueda para encontrar, al mismo tiempo, una solución a la crisis migratoria que cruza el Mediterráneo y deposita, día a día, a centenares de refugiados desde Libia en los puertos italianos. El primer resultado del encuentro entre el primer ministro libio y apoyado por la ONU, Fayez al Sarraj y el general Khalifa Haftar, que controla la mitad este del país, es una declaración y un alto al
fuego anunciado en forma conjunta. Después de varias horas de discusión en el chateau de La Celle-Saint Cloud, en las afueras de París, los dos hombres firmaron el documento conjunto. “Nos comprometemos a un alto al fuego y nos abstenemos de todo recurso a la fuerza armada que no sea estrictamente en la lucha antiterrorista”, dice la declaración.
Los líderes se comprometen a “desplegar todos los esfuerzos para integrar los combatientes que lo desean en las fuerzas regulares y llamar a su desarme, a la desmovilización y a la reintegración de otros en la vida civil”. También firmaron un compromiso solemne de abrir la puerta a las elecciones presidenciales y parlamentarias lo antes posible. Mas allá de estas generales coincidencias, se debe remarcar lo que falta en este consenso precario. En primer lugar, la reforma del Consejo Presidencial (que fue evocada en el pa- sado para incluir al general Haftar en el triunvirato), la autoridad del poder civil sobre el ejército (a la que el general se opone con firmeza) y el reconocimiento de la legitimidad del primer ministro libio Faiez el Serraj para las instituciones del Este del país. Son tres puntos esenciales para poder finalizar el acuerdo, que hizo fracasar las negociaciones antes en El Cairo y los Emiratos Árabes Unidos. El consenso es mínimo pero histórico. Hasta ahora en El Cairo no habían querido encontrarse y en Emiratos se habían negado a firmar un comunicado conjunto. El problema para ambos líderes es que, en Libia acepten su compromiso de St Cloud.
El primer ministro Seraj ha finali- zado un pacto con los militares de Trípoli para garantizar la seguridad de su gobierno. Aún el oeste del país escapa a su control: la ciudad de Misrata y las brigadas islamistas, hijas de la revolución del 2011, no tienen confianza en él, pues lo ven demasiado débil y proclive a hacer concesiones al general Haftar, percibido como un hombre del ex régimen de Khadafi.
El general Haftar es el ganador de la reunión de ayer. Con el apoyo militar de Egipto, los Emiratos Árabes y Rusia, ahora es elogiado por Macron. Hace apenas 18 meses era visto como un obstáculo para cualquier proceso de paz y denunciado por organismos de derechos humanos por sus habituales ejecuciones sumarias de prisioneros. Secretamente el ejército francés lo apoyó, bajo el gobierno de François Hollande, para combatir el terrorismo. Con Macron se impuso el pragmatismo: le estrechó la mano al jefe de Estado y al nuevo enviado especial de la ONU, Ghassan Salamé.
Macron dijo que el involucramiento francés en Libia fue un error y ha mostrado mayor interés que otros gobiernos en integrar al general Haftar. Aunque la operación sea riesgosa para él, Macron está dispuesto a desafiar al riesgo.