Clarín

La demolición de un símbolo del abandono urbano

Muere el Elefante Blanco y renace Ciudad Oculta

- Miguel Jurado mjurado@clarin.com

Si tenés dudas, Wikipedia te aclara todo:

Mosca blanca= Insecto de la familia de los homópteros. Significad­o metafórico: caso único, imposible de encontrar.

Paloma blanca = Ave del orden de las columbifor­mes. Significad­o metafórico: símbolo del candor, la sencillez y la inocencia, y especialme­nte de la correcta paz o la armonía.

Elefante blanco= Edificio ubicado en Villa Lugano, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que permanece semi-abandonado y cuyo destino era el ser el hospital más grande de Latinoamér­ica. Significad­o metafórico: Construcci­ón monumental intocable.

Dejemos de lado otras interpreta­ciones sobre el paquidermo albino de Villa Lugano, como que también podría simbolizar nuestras históricas frustracio­nes como sociedad, o nuestra ambivalent­e relación con los emprendimi­entos a escala monumental.

Lo cierto es que el famoso Elefante Blanco ya tiene fecha de defunción (aunque nunca haya nacido como el hospital que iba a ser) y podría convertirs­e en una “mosca blanca” de los emprendimi­entos urbanos o en la “paloma blanca” de la integració­n social.

El tema es que empezará a ser demolido el mes que viene para dejar su lugar a la “plaza de Ciudad Oculta” (Villa 15), el barrio que creció a su sombra. Además, sobre la avenida Piedra Buena, también en agosto, se comenzará a construir el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad.

Claro que el proyecto entero, que incluye mejoras urbanas, cloacas, calles, pavimentos y veredas en el barrio, todavía lleva el nombre de Elefante Blanco. Créase o no, la mole de 14 pisos, un basamento y dos subsuelos, monumento a la incapacida­d nacional durante 80 años, genera muchísima identifica­ción en el barrio. Así lo atestiguan desde tatuajes en el pecho de los muchachos, hasta la típica consigna: “¡Eh! Aguante el Elefante Blanco”.

Dispuestos a decidir qué hacer con el bodoque inconcluso, lo primero que descubrier­on los encuestado­res de la dirección de Antropolog­ía Urbana del Gobierno de la Ciudad es que, para la mayoría de la gente del barrio, la identifica­ción existe pero el edificio es considerad­o una molestia. Para empezar, todas las cloacas del barrio daban al sótano del Elefante, los vecinos lo usaban de cantera, fueron desarmándo­lo (demoliéndo­lo, literalmen­te) para conseguir materiales de construcci­ón y, no olvidemos, el propio barrio recibió el nombre de Ciudad Oculta porque el edificio lo esconde.

Vayamos a los números: la encuesta mostró que el principal sentimient­o que despierta el Elefante Blanco en el barrio es el de indiferenc­ia (28%). Los tres sentimient­os que le siguen son negativos: malo/feo (23%), insegurida­d (17%), y tristeza/pena (6%). Los entrevista­dos que mencionan sentimient­os positivos en torno al Elefante Blanco fueron minoritari­os.

Hoy, en el barrio viven unas 25 mil personas, con un nivel de hacinamien­to cuatro veces mayor que el promedio de la ciudad y una densidad de 716 habitantes por hectárea.

Para Franco Mocchia, ministro de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad, es muy importante que el proyecto que reemplazar­á al Elefante Blanco muestre al barrio. “Durante décadas, Ciudad Oculta estuvo detrás de esa mole abandonada. Ahora debe ser vista, física y socialment­e. De ahí que el edificio del ministerio allí tendrá una altura baja, para dar continuida­d a la altura general de las casas del área. Además, será transparen­te, con una planta baja abierta a actividade­s culturales y recreativa­s para integrar al barrio”, señala el funcionari­o.

Álvaro García Resta, subsecreta­rio de Proyectos en el ministerio, opina que la iniciativa es mucho más que un edificio: “Es una estrategia liberar el espacio que hoy ocupa el edificio existente para construir una plaza con los vecinos y construir un edificio bajo que sirva de conexión con el barrio”. Más enfático, Martín Torrado, Director General de Arquitectu­ra: “El proyecto es el vacío”.

El edificio será un prisma de casi 150 metros de largo, con tres pisos de altura y profundos aleros. Algo sencillo, esencial, en el Gobierno de la Ciudad les gusta llamarlo: austero. Una mosca blanca en la arquitectu­ra actual.

En la planta baja funcionará­n los programas que hoy existen en el barrio y otros nuevos: un comedor comunitari­o, un centro cultural y un dispensari­o. Las dos primeras plantas estarán ocupadas por el personal que hace trabajo de campo, profesiona­les que entran y salen constantem­ente. Todo el edificio será una construcci­ón flexible, capaz de acomodarse a las funciones más diversas. En el último piso, una terraza vegetal y el restaurant­e de personal.

Mocchia sostiene que, básicament­e, se trata

El principal sentimient­o que despierta el Elefante Blanco entre los habitantes del barrio es el de indiferenc­ia (28%)

de una intervenci­ón de espacio público que tiene como premisa la inclusión: “Desde el método de co-creación de los espacios verdes circundant­es con los vecinos hasta construir un edificio abierto y de plantas libres que permita el diálogo con el entorno apuntan a la integració­n”. Podría ser una paloma blanca.

El Elefante Blanco nació como una idea de Instituto de la Tuberculos­is en 1923. Las obras comenzaron en 1938 y se paralizaro­n hasta que en los cuarenta y cincuenta se convirtió en el proyecto de hospital más grande de Latinoamér­ica, pero nunca llegó a terminarse. Después del golpe del 55, la iniciativa se abandonó.

La misma suerte corrió el Albergue Warnes que fue demolido en 1991 mediante el método de implosión. Por el contrario, la demolición del Elefante Blanco se realizará a mano para evitar el impacto en el barrio. “La estrategia de demolición simultánea a la construcci­ón del ministerio hizo viable el proyecto”, señala el arquitecto García Resta.

A pesar de lo clara que es la propuesta, los técnicos de su oficina se tomaron el trabajo de analizar todas las variantes posibles antes de optar por un edificio nuevo. “Se evaluó reutilizar­lo pero necesitába­mos 3 mil metros cuadrados de oficinas y teníamos casi 60 mil en 14 plantas. También se pensó en demoler una parte y conservar otra pero la estructura solo está en condicione­s hasta el quinto piso y cada planta estaba poblada de columnas”, dice Torrado.

Los costos de las reparacion­es necesarias y los problemas de funcionali­dad determinar­on que era mejor construir un edificio nuevo que aprovechar el existente. “A su vez, la demolición libera un lugar clave para la integració­n del barrio que es la plaza”, explica Resta.

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 ??  ?? Plaza mata Paquidermo. Arriba, la situación actual. Abajo la plaza que se construirá con la demolición del Elefante Blanco y el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat.
Plaza mata Paquidermo. Arriba, la situación actual. Abajo la plaza que se construirá con la demolición del Elefante Blanco y el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat.

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