Clarín

Íntimos en la madrugada De lunes a viernes, cinco entrevista­dores se turnan para realizar interesant­es y jugosas charlas en penumbras.

- Diego Jemio Especial para Clarín

Una escenograf­ía en penumbras, con algunas pequeñas lámparas antiguas. Dos tarimas y dos sillones para la charla. Y un diálogo calmo, sin presentaci­ones formales de los personajes. Ese clima intimista ofrece Cada

noche, el programa de entrevista­s que Canal 7 emite de lunes a viernes, poco después de la medianoche. Hay un factor novedoso en el ciclo: cada día de la semana tiene un entrevista­dor diferente: el plantel está formado por Graciela Fernández Meijide, Silvina Chediek, Diego Scott, Gerardo López y Damián Glanz.

La conductora de Letra y música es la entrevista­dora con más experienci­a dentro del ciclo, que ya tuvo como invitados a figuras como César Luis Menotti, Magdalena Ruiz Guiñazú, Adolfo Pérez Esquivel, María Kodama, Juan Carr, Oscar Martínez y Milo Lockett, entre otros. Chediek dice que el prograna -creación de las productora­s Gotama y Sake Argentina- ofrece una intimidad y un clima de relax que no son habituales en la TV argentina. Y recuerda el legado de Hugo Guerrero Marthineit­z. -En este programa no sólo cambian los entrevista­dos, sino también los entrevista­dores. ¿Cuál pensás que es el plus de esa propuesta? -Es un aporte de distintas miradas. Cuando me contaron del proyecto quedé encantada con la riqueza que pueden aportar los entrevista­dores. Además, me parece un lujo compartir el programa con Graciela, a quien admiro profundame­nte.

-¿La producción marcó algún criterio unificador o cada uno simplement­e graba su entrevista?

-No hay reglas estrictas, para nada... Hay unos pocos criterios. Sabemos que es una entrevista que no empieza con la clásica presentaci­ón ni termina con un “gracias por haber venido”. La puesta divina nos coloca a todos en un lugar idéntico. Nadie nos dijo: “Vos tenés que hacer esto”.

-Quizá hay otro punto común: la pausa...

-Sí. A raíz del horario, uno no está obligado a entretener y nadie está apurado. Algo tan simple como eso es ir a contracorr­iente en la tele actual. Yo trabajo hace 33 años y estoy en el cable desde los ‘90. Te diría que nunca tuve en la televisión abierta otra chance así, con este nivel de calma, relajación y posibilida­d de intimidad. En el resto de la televisión, desde que existe el minuto a minuto, todos los productore­s saben quién se quedó frente al aparato y quién se fue. Se sabe un número, pero no se conoce la razón por la que se alejaron. Quizá el público se fue porque del otro lado hay algo llamativo -como una gran noticia- y no porque no le haya interesado la charla. Debe ser muy estresante el trabajo para los que viven así.

-Llevás muchos años haciendo este tipo de programas. ¿Qué cosas aún te sorprenden de la conversaci­ón?

-Justamente lo que logran los climas. Cuando eso sucede, la gente se abre muchísimo y te cuenta cosas que no recordaba de su propia vida o que nunca contó públicamen­te. No me refiero a cuestiones amarillas ni prohibidas. La idea siempre es que sea una conversaci­ón y no una serie de preguntas planeadas con anteriorid­ad.

-¿No planeás nada?

-Me siento frente al entrevista­do sin preguntas pautadas. Lo hago así porque me parece clave escuchar al otro. En base a su respuesta, decido ir por un lado o por el otro. A veces, pensás que tenés una gran pregunta y conseguís como respuesta un monosílabo. En otras ocasiones, una pregunta que pensás superficia­l da como resultado un tesoro escondido.

-La puesta teatral del diálogo es ya un código en la TV. ¿Cómo te llevás con ese mismo formato en la radio?

-En Letra y música (sábado de 22 a 23, por Radio Nacional), cuando se produce un silencio, el aire queda vacío. En la pantalla me interesa la cara que pone el otro y me imagino que las mías influyen en algo. La puesta de Cada

noche le da una teatralida­d especial a la charla.

-¿Quién es para vos el entrevista­dor número uno?

-Me gusta cualquier persona que pueda crear un clima y que no pretenda saber más que el entrevista­do. Para eso hay que tener sensibilid­ad. Me gustan mis compañeros de Cada

noche, porque con ellos aprendo otras formas. Me encuentro diciendo: “Mirá vos. Eso no se me hubiese ocurrido”. Pero siempre pienso en Hugo Guerrero Marthineit­z, que me hizo una entrevista en el 84, cuando yo era una desconocid­a. El fue un tipo que marcó una época y un estilo en este oficio de entrevista­dor. w

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Los cinco del buen charlar. Gerardo López, Diego Scott, Damián Glanz, Silvina Chediek y Fernández Meijide.
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Con Juan Carr. Una de las entrevista­s que realizó Silvina Chediek.

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