Trompeta de la paz en medio de un caos futbolero

El asunto me excede como para llegar a una sentencia concluyente, pero a la vez desde que lo vi no puedo dejar de pensar en eso. Sucedió en una cancha de fútbol, en Entre Ríos, por el torneo Federal B: un hecho -no sabemos cuál- desencadena una pelea entre los jugadores de los equipos Viale Fútbol Club y Arsenal. Hasta ahora, nada que resulte demasiado sorprendente. Lo políticamente correcto sería condenar la violencia en el fútbol, pero es también algo hipócrita negar que una calentura en la cancha es casi una parte constitutiva del modo de sentir el fútbol que tenemos los argentinos. Digamos entonces que lo condenamos, pero que también podemos llegar a comprenderlo. Esta gresca, de las muchas que se generan cada domingo, en un torneo oficial o en un torneo de barrio, trasciende porque en medio de los incidentes uno de los hinchas empieza a tocar con su trompeta la canción de la película Rocky. Si no fuera porque en la pelea uno como que se bloquea y pierde un poco el sentido de la ubicación, yo creo que en ese mismo instante tendría que haber terminado todo. Ahí nomás hacer un asado, en el medio de la cancha, y olvidar los rencores. Hay un instante de genialidad en ese hincha y también hay valentía: porque podría haberle sacudido la trompeta por la cabeza a un rival o simplemente quedarse mirando, como hace la mayoría en una pelea: siempre se pelean dos, intentan separar 20 y el resto se queda paralizado. Pero el tipo interviene de un modo inspirador. Quizás podamos aprender un poco del trompetista, que no será Miles Davis, pero es un genio igual: tengamos humor y seamos buenos entre nosotros.