Clarín

El día después de la polémica sesión. El kirchneris­mo celebró como una victoria el salvataje al ex ministro. Para el Gobierno, quedó al descubiert­o la complicida­d.

Báez, López, Jaime y Boudou ya esperan abrazos parecidos a los que disfrutó De Vido

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

La próximas elecciones dirán si se trató de un acierto kirchneris­ta o de una victoria pírrica

El nombre de Julio De Vido fue coreado por primera vez el 22 de febrero de 2013. No lo gritaban para elogiarlo, claro. Eran cerca de 15.000 personas y parecían pocas en la inmensidad de la Plaza de Mayo. Pero el rugido se sintió fuerte. Pidieron la cárcel para el poderoso ministro de Planificac­ión y también, posiblemen­te por primera vez, se escucharon insultos para Cristina Kirchner. La mayoría eran familiares y amigos de los muertos y los heridos de la tragedia de Once. Habitantes de la zona oeste del Gran Buenos Aires. Bonaerense­s de clase media, de clase media baja y también pobres. Muchos habían votado al kirchneris- mo pero algo se había quebrado.

Se cumplía un año del choque del Ferrocarri­l Sarmiento y la furia y el dolor tenían que ver con que la investigac­ión del juez Claudio Bonadio había dejado afuera a De Vido. El ministro que sobrevivió los 12 años de Néstor y Cristina sería incluido en la causa bastante después. Cuando ya era diputado y los fueros parlamenta­rios le servían como escudo protector frente al vendaval de la infamia. Ese salvavidas se renovó el miércoles, porque 95 legislador­es le permitiero­n seguir eludiendo el escrutinio judicial. Kirchneris­tas, peronistas, trotskista­s.

Algunos por favores y dádivas del pasado reciente. Otros, por esa mezcla de obediencia debida y síndrome de Estocolmo K. Y otros vaya a saber por qué. Ya pasaron más de cinco años pero las víctimas del Estado ferroviari­o ausente tendrán que esperar mucho tiempo más para ver a De Vido sin fueros y en la misma situación de cualquier otro ciudadano común. O quizás jamás lo vean.

El kirchneris­mo lo celebró como un triunfo. Y tal vez sea, efectivame­nte, una victoria política si se complement­a con un resultado exitoso en la elección del 13 de agosto. Si a la reivindica­ción parlamenta­ria de De Vido le sigue una reivindica­ción electoral de Cristina estaremos ante una señal in- quietante de la sociedad. Inquietant­e pero contundent­e. El fraude al Estado estará virtualmen­te legitimado y personajes de la estatura moral de Amado Boudou, Ricardo Jaime, Lázaro Báez o José López podrán esperar perfectame­nte sus prontas reivindica­ciones y abrazos muy parecidos a los que disfrutó el ex ministro en la Cámara de Diputados. El miércoles por la noche todos comprendim­os que ésa no es una fotografía imposible.

De todos modos, la historia de la Argentina también está poblada de victorias pírricas. De triunfos que, de tan forzados, terminan a la larga en derrotas mucho peores. La sociedad tendrá en agosto y en octubre opciones electorale­s entre quienes no permitiero­n la impunidad de De Vido. Además del oficialism­o, que al final lo convirtió en una bandera más de la campaña, la mayoría de los aliados de Sergio Massa, los socialista­s de Santa Fe y hasta algunos pocos peronistas avalaron con su voto la expulsión del ex ministro de la Cámara baja. Es cierto que ninguno de ellos podrá igualar el impacto escénico de Elisa Carrió, que pidió juzgarlo por traición a la Patria y enarboló para la posteridad el “yo acuso” de Emile Zola.

Las PASO de agosto y la elección de octubre darán una idea de cuánto influye la corrupción en el resultado de los comicios. Sobre todo teniendo en cuenta el contexto de recesión económica extendida, que suele ser el primer vector ciudadano en la decisión compleja del voto. En el macrismo computan a favor la sesión de la derrota porque creen que dejó al descubiert­o la complicida­d del kirchneris­mo con lo peor de su herencia. La mirada es muy diferente en las trincheras del kirchneris­mo.

Candidata a quedarse con los mismos fueros que hoy protegen tan eficazment­e a De Vido, Cristina viene desarrolla­ndo una campaña cuya caracterís­tica principal es la prudencia. Aparece muy poco en el primer plano de sus spots publicitar­ios; jamás menciona a los colaborado­res que se convirtier­on en emblemas del enriquecim­iento ilegal y mucho menos a su ex ministro de Planificac­ión.

Esta vez no hubo frases impactante­s ni tuits filosófico­s que hablaran de De Vido. La orden que dio Cristina para que lo defendiera­n en el Congreso fue tan implacable como el silencio estratégic­o que mantuvo en el altar peligroso de la opinión pública. En un par de semanas, comenzará a dilucidars­e cuánta influencia tiene el efecto De Vido en el ánimo siempre impredecib­le de los argentinos.

 ??  ?? Entre amigos. Julio De Vido, el miércoles por la noche, el ser salvado de la expulsión en la Cámara baja. Lo felicitan los kirchneris­tas Carlos Kunkel, Andrés Larroque y Eduardo De Pedro.
Entre amigos. Julio De Vido, el miércoles por la noche, el ser salvado de la expulsión en la Cámara baja. Lo felicitan los kirchneris­tas Carlos Kunkel, Andrés Larroque y Eduardo De Pedro.

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