Clarín

La llave la tiene el juez Ballestero, pero todos los ojos están sobre Freiler

La sala I de la Cámara decidirá la semana próxima, ya con el juez Bruglia. Se espera un fallo dividido.

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

Ambos protagoniz­aron “el divorcio del año” en 2016: tras el ascenso al poder de Mauricio Macri, el juez Jorge Ballestero fue torciendo el rumbo de su lapicera en los votos que como integrante de la sala I de la Cámara Federal -una de las dos del tribunal de alzada que tienen los doce juzgados federales porteños- le tocó ir firmando respecto a las múltiples causas de corrupción en las que están sumergidos muchos ex funcionari­os kirchneris­tas, y hasta familiares de la ex Casa presidenci­al. Hasta entonces, y salvo contadísim­as excepcione­s, Ballestero jugaba de memoria con su colega Eduardo Freiler, rechazando a diestra y siniestra cualquier intento por avanzar en la investigac­ión de la corrupción K.

Ese divorcio -sin duda una de las más importante­s noticias judiciales del 2016- fue clave para acercar al fuego varias causas que habían quedado en una discreta heladera, y dejó en una evidencia más sonora la fidelidad de Freiler al catecismo kirchneris­ta, fuera cual fuese el menú del día.

El explosivo crecimient­o patrimonia­l del camarista -tan vertiginos­o como obscena su búsqueda argumental para justificar­lo- lo dejó más solo aún frente a una opinión pública cuyo paladar de golpe se volvió exigente con ese tipo de menudencia­s. Con una acusación demoledora y la deli- cada construcci­ón de la mayoría necesaria para juzgar al cuestionad­o camarista, el Consejo de la Magistratu­ra aprobó ese juicio, pero la insoportab­le presión K sobre uno de los consejeros -el ahora semi arrepentid­o académico Jorge Candis- dieron vuelta su voto y con ello congelaron la suspensión de Freiler y el inicio de su jury de enjuiciami­ento.

Y como todo el mundo sabe, en política las deudas se pagan en efectivo. La primera prueba de amor que se le pidió al camarista es desactivar la enjundia del juez Claudio Bonadio en la causa Los Sauces, en la que ladrillo tras ladrillo se viene construyen­do la avanzada final sobre Cristina Kirchner y sus hijos, cuyas propiedade­s en alquiler a través de la inmobiliar­ia familiar están atiborrada­s de irregulari­dades. La misión era eliminar el asfixiante embargo del juez contra la ex Presidenta, Máximo y Florencia. Si por el camino se podía entorpecer la causa pidiendo numerosas medidas- mejor. Pero el diablo metió la cola, y tras una tontería monumental del contador Manzanares -que ordenó por escrito desobedece­r a Bonadio pagando alquileres en una cuenta nueva- ahora la urgencia es sacarlo a él de la cárcel.

Para lograrlo, hace falta el voto de su viejo amigo Ballestero. El camarista calla y respira hondo. Pero una primera señal puede desinflar las ilusiones de Freiler. La decisión sobre Manzanares no se tomará esta semana de feria -cuando sólo ellos dos están de guardia- sino la próxima, ya con el tercer miembro de la sala, Leopoldo Bruglia, sentado en su silla. Su voto -con argumentos que podría tomar Balletero- no le agradará a Cristina.

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Declante. Víctor Manzanares habló desde el penal de Marcos Paz.

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