Clarín

Un centenar de heridos por nuevos choques en la Explanada de las Mezquitas

Israel retiró todas las medidas de seguridad, pero cerró una puerta. Esto generó la reacción de los palestinos.

- JERUSALÉN. ESPECIAL Ana Garralda elmundo@clarin.com

Cuando todo apuntaba a que el Gobierno israelí, la Autoridad Palestina y las autoridade­s religiosas habían llegado a un acuerdo para retirar no sólo los polémicos arcos de seguridad sino también el nuevo sistema de cámaras de vigilancia de la Explanada de las Mezquitas y que se avecinaba un viernes tranquilo, volvió a prender la mecha de la violencia. A última hora de la noche de ayer jueves, el ulular de las sirenas de los vehículos de policía y ambulancia­s, y el estruendo de las granadas atur- didoras volvieron a resonar en los barrios árabes de Jerusalén Oriental. Para hoy han convocado un “Viernes de la ira” que podría resultar sangriento.

Esta nueva situación de crisis estalló pocas horas después de que el Mufti de Jerusalén, Mohammed Ahmed Hussein, anunciara públicamen­te que el Status Quo –el régimen que impera en la Explanada desde que Israel y Jordania llegaran a un acuerdo tras la Guerra de los Seis Días– había sido restaurado y llamaba a los fieles a congregars­e masivament­e en el Haram Al-Sharif a partir de las 4 de la tarde, cuando la policía israelí había anunciado que abriría sus puertas.

Y así fue en un primer momento, en que cientos de musulmanes –que llevaban casi tres semanas rezando fuera del lugar sagrado– pudieron acceder al recinto. Muchos de ellos se arrodillab­an y besaban la tierra, en un gesto de alegría desbordada. Pero de todas las puertas que dan acceso a la Explanada la policía dejó una cerrada, el acceso de Huta, que está al lado de la Puerta de los Leones y donde tuvo lugar el atentado del pasado 14 de julio en que tres jóvenes árabes asesinaron a dos agentes israelíes que la vigilaban.

La muchedumbr­e comenzó a empujarla en señal de protesta y un pequeño grupo logró forzar los candados que la cerraban, de forma que la gente comenzó a entrar desordenad­amente. El caos fruto de la euforia colectiva por poder acceder en el que es el tercer lugar más importante para el Islam y el primero para el judaís- mo llevó a la intervenci­ón de las unidades antidistur­bios. La policía volvió a hacer un uso excesivo de la fuerza, lanzando decenas de bombas de sonido a muy poca distancia, provocando las correspond­ientes estampidas. Más de un centenar de palestinos resultaron heridos por impacto de balas de goma o inhalación de gases lacrimógen­os.

Un juego al gato y al ratón que ha provocado la ira de las institucio­nes islámicas y políticas palestinas. Tanto el Waqf (institució­n jordana que gestiona el Haram Al-Sharif) como la Autoridad Palestina tienen la sensación de que la policía les tendió un trampa consciente­mente al cerrar la puerta de Al Huta, con el fin de provocar a la gente y reactivar los disturbios. El Gobierno israelí en cambio cree que cumplió con el acuerdo al que había llegado con el Mufti, retirando a la policía y facilitand­o el acceso, pero que la libertad de los palestinos se convirtió en libertinaj­e.

El ala derecha de la coalición del gobierno cuestionó la decisión de retirar las medidas de seguridad. El líder del partido ultranacio­nalista HaBayit HaYehudi y ministro de Educación, Naftali Bennet, criticó duramente a Netanyahu y lo acusó de haber capitulado ante las exigencias de los palestinos. Algo similar hizo el ministro de Defensa, Moshe Yalón, que calificó de “desastrosa” la medida.

Los ministros del Likud, en cambio, destacaron la responsabi­lidad con la que había actuado el primer ministro y su sentido de Estado. Una nueva crisis que hoy viernes tiene visos de continuar.

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EFE Seguridad. La policía israelí desplegó sus fuerzas en la Explanada.

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