“La improvisación se entrena”
Desde su violín, Sami Abadi expresa un mundo en el que la música electrónica y la clásica convergen desde la composición en tiempo real. Un improvisador, de sólida formación, que produce un mundo sonoro de variadas caras. “Deje la composición como punto de partida para abrazar la improvisación como proceso creativo”, aclara el artista que se presenta hoy, a las 20, en el ciclo ARTLab, junto con el berlinés Stefan Goldmann, en La Cúpula del CCK.
Lejos de cerrarse a una elite musical, Abadi señaló durante la entrevista con Clarín que se siente un artista popular. “Mi trabajo va dirigido al público, a la gente. Por eso, también, valoro este concierto en el CCK ya que me permite presentarme frente a un auditorio amplio”. Sobre su presentación adelantó: “Haré cinco planteamientos; pienso la música como escenas en un espectáculo performático mientras que la última de estas piezas no está definida y juega como un detonante de lo que fue sucediendo en el concierto; piezas para que atrapen al público. Siempre recuerdo lo que decía Frank Zappa: ‘Si no es entretenido, ¿cuál es el punto?’”. Abadi tiene cuatro discos de formato sólido: Lejos o leve (1998), Lunar (2003), Escuela de vuelo para anfibios (2006), un trabajo con instrumentos de juguete y Amber & Topaz (2010); dos virtuales Ulysses y Arbol de las ilusiones y en casete La espuma del atardecer...( 2014). Además de su trabajo como solista hay una importante cantidad de colaboraciones, como con Haiku, David Lebón y Los Pericos, entre otros. -¿Llegaste desde el rock a la música electrónica? -Me nutrí del rock, de un rock progresivo, el de Frank Zappa pero también de Egberto Gismonti; su disco
Corazones futuristas fue revelador para mí; ahora si hablo de influencias, tengo que mencionar al violinista de rock Eddie Jobson, poco conocido, pero que me marcó, incluso como tecladista y mi pasión por los sintetizadores. También transité otro espacio en el rock, pero como sesionista y la verdad es que me aburrió y lo abandoné y aunque rescato cosas que hice ya no me interesa. Luego vino la música clásica y el período modernista, en particular, con Stravinsky, Bartok, Satie y Ravel, que tienen una influencia muy marcada en las formas de las piezas que hago. -Dejaste la composición como punto de partida para abrazar la composición en tiempo real. ¿Cómo definirías esta corriente? -Mis conciertos son planteamientos en los que elijo un punto de partida, pero no la forma que finalmente tendrá. Nunca mejor definida la música como el arte en el tiempo. Se terminó la pieza y se terminó el arte. La improvisación no se ensaya, pero se entrena y el material es nuevo pero aun así, la gimnasia está hecha. Sigo una máxima oriental, el punto de partida es la forma y de la forma se sale.
Sobre su concierto en el CCK señaló que tendrá varios enfoques. “Si lo vemos desde la mirada de la música electrónica, la novedad es que hay un instrumentista y que además estaré utilizando una novedosa pedalera de bajos, del tipo de las que tienen los órganos de tubos. Desde la música clásica es lo contrario, van a tener que adaptar sus hábitos de lectura a algo nuevo, ya que habrá un violinista trabajando sobre pedaleras, loops, midis. Entonces, seré alguien, probablemente, conspicuo para los que vienen de la música electrónica y un posible hereje para el público de la música clásica y para aquellos que vienen del jazz, puede que se sorprendan de escuchar una improvisación que no evoca la negritud, ni el bebop, ni el swing, por ejemplo. Mi música no tiene una definición más allá de lo que sucede, es decir, composición en tiempo real, algo corrida, quizás, hacia el clásico por mi interpretación en el violín”, explicó Abadi.
Mientras saca de su cartera para las fotos un secuenciador de 16 pistas llamado Tenori On, de Yamaha, contó. “Hago improvisación no idiomática; trabajo con el lenguaje musical pero sin referencias de géneros o estilos”, concluyó el músico.