PASIONES ARGENTINAS
Esas palabras que mueren al primer viento
Aquí se habla mucho, generalmente naderías. Y se grita de más, especialmente insultos. Aquí pasa lo que pasa en gran parte del ancho mundo: mucha palabrería en escenarios de vértigo y poca sensatez en los lugares que importan. Así estamos: se achican las posibilidades de convertirnos en un país en serio, pero hay abundancia de palabras vanas y ociosas. El río incontenible de frases bobas, insustanciales o agresivas inunda algunos programas de TV, corre caudaloso por ciertas emisiones radiales, ensucia las páginas de medios escritos, navega en el discurso de un congresista sinvergüenza o en las redes sociales, enturbia el mensaje de ciertas hinchadas futboleras. Si los ríos profundos son los que hacen menos ruido, estas son otras aguas: generalmente ruidosas, superficiales como esos mensajes y fatalmente perecederas.
Aquí, la profundidad no está oculta bajo la superficie. Ya es pasión argentina intercambiar boludeces con fervor, convertir la información en espectáculo, humillar a la razón en el tiroteo verbal. Por supuesto que hay buenas discusiones en las que alguien intenta persuadir al otro, escuchar al otro.
Y no hay nada más legítimo que el grito causado por un gran dolor personal y una injusticia feroz.
Pero aquí se está hablando de los que hablan de más. De las palabras al viento. De los que engordan el léxico con el insulto, que siempre es fascista.
Aquí falta pensamiento y sobra intriga. Aquí hay bastante gente que ignora o desprecia aquel proverbio chino: “No hables, a menos que puedas mejorar el silencio”.