Clarín

Cristina buena, Máximo malo: el plan de los Kirchner para dividirse la campaña

Dos polos. Mientras la ex presidenta evita la confrontac­ión, su hijo encara el discurso duro para arengar a los militantes.

- Pablo Ibáñez pibanez@clarin.com

En dos semanas, ocho actos. Casi impercepti­ble, Máximo Kirchner se volvió la contracara de su madre. Mientras Cristina de Kirchner hace campaña soft, sin estridenci­as ni alta rotación, su hijo encaró un raid donde arenga “a lo Néstor” y castiga a Mauricio Macri.

Máximo no aplica la campaña de baja intensidad de su madre, que visita comedores y merienda con estudiante­s secundario­s en su casa. Pre

fiere la metralla gruesa contra el PRO, Sergio Massa y Florencio Randazzo, los rivales en Provincia.

“Si el dólar sube la culpa es de Cristina, si se siente mal un viernes a la noche es culpa de Cristina, que los Panamá Papers son culpa del padre. ¿Cuando se va a hacer cargo de algo este hombre?”, dijo el heredero de los K en San Martín, escala de una gira que seguirá hasta las PASO, según confiaron en su entorno a Clarín.

Frente el silencio táctico de la ex presidente y la moderación de los candidatos K, la irrupción de Máximo en el GBA es sintomátic­a. Habla para grupos chicos -no más de 200 personas-, en general candidatos y militantes. En esas tenidas poco visibles dice lo que Cristina parece ca

llar: de la furia contra Macri, porque “engañó a los argentinos con sus promesas” a las ironías contra Sergio Massa y Florencio Randazzo. “¿Se acuerdan de Hellman’s y Fanacoa?”, tira, sonriente, para decir que Massa es la “segunda marca” de Cambiemos. Mete, en el paquete, al ex ministro que desafía a Cristina desde el PJ.

“Todo el oficialism­o, sus diferentes variables, llevan candidatos que

formaron parte esos 12 años”, apunta Máximo y completa “¿Qué más prueba que estos 12 años fueron más positivos que negativos?”.

Detalla, para risas y abucheos del auditorio de Tres de Febrero, que Massa fue jefe de Gabinete, que Randazzo ministro de interior y de Transporte, que Graciela Ocaña titular del PAMI y ministra de Salud en la era K. “Después hablamos sobre cómo fue como ministra...”, chicanea. Siempre escoltado por Andrés “Cuervo” Larroque, secretario gene-

ral de La Cámpora, Máximo anduvo por Varela, Quilmes, Lanús, San Fernando, Escobar, Moreno, 3 de Febrero y San Martín. A su lado cuentan que es una campaña distinta, militante, de apoyo a listas “amigas” con tono

de trinchera. Los actos son semipúblic­os (los trasmite el sitio de La Cámpora) pero con auditorios pequeños.

Habla de su padre -”cuando yo lo veía irse temprano y volver muy tarde pensé que no le iba a dar el cuerpo”- y cita la derrota en 2009 contra “un dirigente ignoto” que “prometió un plan y se borró”. La cita a Francisco De Narváez fue para recordar a la

influencia de los medios, a los que pone en la vereda opuesta.

En esa confianza lamentó, por caso, que su madre no peleó otra reelección en 2015. “Fue una lástima que no la pudiéramos tener de candidata porque hubiese sido distinta la elección con Cristina al frente” dijo en San Martín. Un golpe a Daniel Scioli.

En 3 de Febrero, unos días antes, lo apuntó a Esteban Bullrich por sus tropiezos cuando habló de “pilotos de dron” como salida laboral y “cuando le preguntan por las PyMEs, habla de cerveza artesanal”.

Si Cristina no habla de los demás candidatos, Máximo sí. “Las peleas que dio Cristina para que los trenes puedan mejorar”, le baja el precio a Randazzo. A Massa lo castiga porque “ahora critica pero acompañó su estrategia legislativ­a (se refiera al actual Gobierno)” en temas como el pago a los fondos buitre. Nada es casual. El voto massista está, en este tiempo, en la mira de Unidad Ciudadana.

En la arenga a los militantes, Máximo pide salir a buscar el voto de familiares y amigos sin importar a quién votaron antes. Y pide ir detrás

del voto de la familia policial. “El Gobierno está desesperad­o por mostrarse fuerte con los débiles”, dice e interpela: “Cuando Macri les manda a reprimir es para que le cuiden sus intereses”. Traza, en esa línea, una analogía histórica. “El poder después se olvida”, aseguró en San Martín y citó al “comisario Santos de la Federal que está preso”, mientras De la Rúa ( a quien llamó “asesino”, en otro tramo) “está libre y va a las embajadas mientras su hijo anda bailando Waka Waka por el mundo”.

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Merienda. Un grupo de jóvenes, días atrás, en el departamen­to de CFK.
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Modelo. Máximo va a pequeños actos para sostener el ADN de los K.

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