Vidal, Dujovne, Caputo: el macrismo también tiene su novela del dólar Hay que cuidar a los que se animaron a tomar crédito hipotecario. Es un movimiento a gran escala y una de las pocas señales de reactivación.
El año pasado había hecho lo mismo. María Eugenia Vidal esperó hasta que Mauricio Macri se fuera del palco oficial de la Exposición Rural. El Presidente salió el sábado, poco después de terminar su discurso ante los productores del campo. Un escenario favorable del que se retiró aplaudido. Se subió rápido al auto y se paró sobre el chasis, junto a la puerta trasera, para saludar durante algunos segundos a la multitud. Un par de minutos después apareció la Gobernadora. Caminando sonriente, como la muestran las fotos de la jornada. Golpeándose con el puño cerca del corazón para mostrar conexión con quienes le gritaban y le pedían fotos. Besó a una chiquita, tomó algunas manos y se dejó envolver en el clima de campaña electoral hasta llegar al auto que la esperaba a unos cien metros. Nunca dejó de sonreír pero había una preocupación que la atormentaba y que dejó traslucir en las charlas que mantuvo con varios de los empresarios y banqueros con los que se cruzó en la tribuna ruralista.
- No es bueno que el dólar siga subiendo a dos semanas de las elecciones. Vamos a hacer lo necesario para que no impacte en la inflación y la gente permanezca tranquila…
Esa era la frase que escucharon la mayoría de los dirigentes que pudieron intercambiar alguna palabra con Vidal. En la misma línea se expresaron los banqueros oficiales Javier Gonzalez Fraga (Nación) y Juan Curutchet (Provincia). Y es que la evolución del dólar fue el tema dominante de aquella mañana de toros, vacas y caballos. Justo como lo explicó en Clarín, en su artículo del domingo, la periodista Silvia Naishtat.
Vidal no hablaba por hablar. El viernes mantuvo diálogos telefónicos con el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, y con el
secretario de Finanzas, Luis Caputo. Con ambos se lleva bastante bien desde que asumieron, pero la urgencia del momento era bajar la tensión que el dólar provocó a lo largo de la semana. Los funcionarios coordinaron la estrategia con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y el resultado fue la venta de más de 300 millones de dólares que los bancos estatales concretaron ese día para tratar de ponerle un techo de 18 pesos a la fiebre de la divisa estadounidense. La Gobernadora prefiere no mantener contactos con el jefe de la entidad monetaria para preservar la autonomía del Central y evitar un choque seguramente inevitable en las entrañas del macrismo.
De la susceptibilidad intelectual de Sturzenegger y de la firmeza con la que Vidal suele dar a conocer sus puntos de vista, sobre todo en tiempos ásperos como los de esta campaña, sólo podría esperarse una batalla con impacto institucional. Una hipótesis de la que nadie quiere oír hablar en la Casa Rosada y menos en estas horas. Por eso, Economía y Finanzas serán los encargados de monitorear los caminos del dólar electoral hasta el 13 de agosto.
Como se explica hoy en este diario, el Banco Nación está poniendo en marcha un seguro de cambio y también hay medidas de ampliación en el Plan Procrear para aliviar la situación de quienes se animaron a tomar créditos hipotecarios en las últimas semanas. Una novedad que la Argentina no conocía en gran
escala desde hace dos décadas y que es una de las pocas señales de reactivación que ha mostrado el modelo económico del macrismo.
A eso hay que sumarle la reiteración de los descuentos que viene haciendo el Banco Provincia en acuerdo con los supermercados bonaerenses. Es otra medida para incentivar el consumo que se repetirá un par de veces antes del primer domingo electoral y que es parte de un fenómeno que en esta columna se ha calificado de “macrismo keynesiano”. Aunque a algunos integrantes del Gobierno les parezca una herejía, para el Presidente como para Vidal, Marcos Peña y Horacio Rodríguez Larreta la mayor herejía sería perder la elección.
La pregunta del millón es hasta dónde está dispuesto a sostener el Gobierno la batalla
con los mercados para mantener el dólar en los benditos 18 pesos que no le compliquen el final de la campaña previo a las PASO. En 2008, Martín Redrado enfrentó un intento de corrida que pudo resolver vendiendo poco más de 500 millones de dólares. El economista suele recordar que estaba dispuesto a utilizar hasta 2.000 millones de dólares de aquel Banco Central que tenía niveles de reservas cercanos a los 50.000 millones y muy parecidos a los de la actualidad. Fue una prueba exitosa que, de todos modos, comenzó a mellar su relación con Néstor y Cristina Kirchner. Se sabe cómo terminó la historia. Con Redrado fuera de la entidad apenas dos años después, en una derrota que clausuró cualquier atisbo de independencia.
La situación es muy diferente hoy. Porque Macri tiene un vínculo de confianza más sólido con Sturzenegger y porque su estilo está alejado de aquellas paranoias ancestrales de los Kirchner. Pero la novela del dólar está allí: en el centro del escenario. Por las reformas pendientes, por la timidez de la reactivación económica o por el miedo a Cristina. La luz de
alerta va del Presidente a Vidal. Y de allí se dispersa hasta los despachos de los ministros. Lo cierto es que el Gobierno ha decidido intervenir fuerte en el ajedrez financiero para evitar que alguna sorpresa ponga en jaque sus chances electorales.