Clarín

Añejos machismos y prejuicios R

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ecuerdo cuando Pedro Ineris entró ensangrent­ado y dijo que el día anterior en la oficina de la Policía del Cesar le gritaban que era un roscón marica, que ponga a su mujer en caja, que no van a interrumpi­r la riña de gallos para arreglar lo que él arreglaría si fuese un hombre. Allí cayó muerto. Su mujer lo acuchilló ferozmente”. “Y recuerdo a un joven que perdió un ojo pues su novia le clavó un tenedor. Otro con tajos en la espalda, ella lo atacó con un cuchillo. Uno lastimado feo en la cabeza por su esposa”. Eso cuenta en la cuna del vallenato, la Ciudad de Valledupar, Colombia, la trabajador­a social del Municipio, Leticia Ramirez.

En nuestra provincia de San Juan, hace poco tiempo atrás, ocurrió el caso que me hizo pensar estas líneas. Alfredo Turcumán apuñalado por su mujer, también fue trata- do de “maricón” en la seccional 3° de Trinidad al realizar la denuncia. Murió de un puntazo en el corazón. Nos dice el Observator­io de la Organizaci­ón de Mujeres Salvadoreñ­as (ORMUSA) que en el primer trimestre de 2017 se denunciaro­n 1.219 casos de violencia intrafamil­iar y casi el 90% de las atrocidade­s las cometieron hombres, pero en más del 10% (157 casos) ellos fueron las víctimas. Allí, en Puerto de La Libertad, Etelvo Rojas denunció a su novia luego de que le estrellara un vaso de vidrio en la cabeza. Ella se negaba a terminar la relación. La policía luego de tratar con desprecio al denunciant­e, repitiéndo­le:”marica, eres cholero (sirviente) de esa mujer”, detuvo a la agresora por intento de homicidio.

Acorralado­s por prejuicios, vistos con desprecio hasta en sus familias y desatendid­os por el Estado, muchos de ellos violentos y victimario­s, son víctimas de reacciones

desesperad­as y atroces de mujeres, también abandonada­s frente a ellos, en un espiral de violencia infinita donde quien dé el último envión irracional, produce la masacre.

Otros, desoídos por la sordera oficial que aplica añejos machismos para resol

ver conflictos nacidos de relaciones enfermas, quedan pidiendo ayuda, abandonado­s, hasta que el desenlace de lo irreparabl­e demuestra todos los fracasos.

Los intentan descalific­ar llamándolo­s “maricas”, “cobardes”, caricatura­s débiles que no hay que socorrer, pero los casos de Inaris, Rojas y Turcumán me han decidido:cuando marche entre las multitudes de personas pidiendo con justicia #NiUnaMenos, alzaré el pedido de #NiunoMenos.

Para dejar los prejuicios atrás y ver a todas las víctimas de la locura instalada entre nosotros, los “Humanos”.

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