Putin exige a EE.UU. que saque a 755 de sus diplomáticos de Rusia tras las sanciones
Será a partir del 1° de setiembre y afecta a funcionarios de la embajada y de los consulados. Es en represalia por una ley del Senado de Washington que castiga a Moscú por el Rusiagate.
Si Vladimir Putin soñaba con una luna de miel entre su Rusia y los Estados Unidos de Donald Trump, ese sueño se terminó la semana pasada. Después de que una abrumadora mayoría de senadores aprobaran el jueves en Washington nuevas sanciones contra Moscú, Putin anunció ayer que 755 funcionarios de la embajada y otras legaciones diplomáticas estadounidenses en Rusia tendrán que abandonar su puesto a partir del 1° de Setiembre.
El objetivo declarado es dejar en 455 el número del personal diplomá- tico estadounidense en Rusia, exactamente la misma cantidad que los rusos en EE.UU. en posiciones similares. El otro objetivo, como el propio Putin reconoció en una entrevista con el canal público ruso Rossia 24, es responder a las sanciones estadounidenses. “Hemos esperado suficiente tiempo, con la esperanza de que quizás la situación mejore. Pero todo indica que, incluso si la situación cambia, esa mejora no va a suceder pronto”, dijo. “Creí que debíamos demostrar que nosotros tampoco dejaremos nada sin responder”, añadió.
Tras ser aprobada por los diputados estadounidenses el martes, los senadores confirmaron el jueves la aprobación de una ley que refuerza las sanciones contra Rusia por su injerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 y por su anexión de Crimea en 2014.
Unas semanas antes de la asunción de Trump, el ex presidente Barack Obama ordenó en diciembre la expulsión de 35 diplomáticos rusos y el cierre de dos edificios a su disposición, uno en Nueva York y otro en Maryland, donde se dijo que llevaban a cabo operaciones de inteligencia y hackeo. Putin dijo entonces que Rusia no expulsaría “a nadie”, aunque se reservó “el derecho de tomar medi- das de represalia”.
La orden de Putin de ayer también implica el cierre de dos edificios en la región de Moscú que usan los diplomáticos estadounidenses, una residencia de verano y un almacén de la embajada. Podría haber más cierres: en la entrevista a Rossia 24, Putin también dijo que por el momento era “contrario” a más medidas de represalia pero que Rusia aún tenía “cosas que decir”.
Las acciones de Rusia que provocaron las nuevas sanciones de los legisladores estadounidenses tienen que ver con la campaña de descrédito a la que fue sometida la candidata a la presidencia de EE.UU., Hillary Clinton. Es lo que se conoce como el “Rusiagate”. Hay fuertes sospechas de que un grupo de hackers al servicio del gobierno de Putin pirateó las computadoras del Partido Demócrata para filtrar información comprometedora sobre la rival de Trump durante las elecciones. “Hemos propuesto en varias ocasiones a la parte estadounidense establecer una cooperación” en el campo de la ciberseguridad, dijo Putin a su audiencia en Rusia, donde esas sospechas no llegan a los principales medios de comunicación.
Los demócratas también acusan al gobierno Trump de connivencia con el de Putin por las reuniones que miembros destacados de su equipo tuvieron con los rusos durante las elecciones. Además del general Michael Flynn, el ex consejero de Seguridad Nacional del líder de la Casa Blanca que tuvo que dimitir por esos contactos, el “Rusiagate” también salpicó a Paul Manafort, su jefe de campaña; y a Jared Kushner, su yerno y hombre de confianza.
El texto aprobado por los senadores para endurecer las sanciones con- tra Rusia también impone medidas contra Irán y Corea del Norte. Existentes desde 2014, las sanciones apuntan a los principales sectores (como el energético, fundamental para la economía rusa) y fueron ampliadas también por el apoyo ruso al gobierno sirio. Además, ahora prevén salvaguardas para que Trump no pueda levantarlas sin aprobación del Congreso. Los legisladores demócratas, y también los republicanos, ven con desconfianza la cercanía entre la Casa Blanca y Moscú.
El anuncio de Putin se da al inicio de una gira de tres días del vicepresidente de Trump, Mike Pence, por los
países ex comunistas del este de Europa. Las medidas serán enviadas ahora a Trump para que las firme y convierta en ley. Pese a que miembros de su equipo habían hablado de un posible veto, la Casa Blanca comunicó el viernes que el presidente tiene previsto firmarla.
A pesar de que Trump ha dicho una y otra vez que su intención es mejorar las relaciones con Rusia, después de las sospechas de connivencia entre su equipo y Putin no le conviene frenar una ley aprobada con una mayoría tan amplia. Además, de acuerdo con el diario The Guardian, los votos que la ley consiguió en las dos cámaras son suficientes como para seguir adelante pese a un posible veto presidencial.
En Europa no se alegraron con las sanciones. A Francia y Alemania (y por lo tanto, a la Unión Europea) les preocupa que terminen perjudicando a negocios europeos. Especialmente el de Nord Stream 2, un gasoducto que conecta a Rusia con Alemania sin necesidad de pasar por Polonia. Como dijo el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Claude Juncker, “America primero no puede significar que los intereses de Europa vienen después”.